Capítulo 4: Él Tiene Al Mundo Entero A Sus Pies, Incluida A Mi.

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MIA

— No me sueltes por favor — siento mi cuerpo de hule, y aún no logro abrir mis ojos.

— Tranquila — su voz es una exhalación, me sostuvo más fuerte apegándome a él mientras su pecho subía y bajaba descontrolado chocando contra el mío, sentí que tomó aire fuerte — Agárrate de mi cuello — llevé mis manos hasta su nuca, de forma perezosa, acomodando mi cabeza en su hombro, con mi tacto me percaté de como estilaba su cabello, yo debo tenerlo igual. Se puso a caminar conmigo en sus brazos y sentí como me reconfortó por completo el calor al entrar desde la terraza.
De pronto sentí una superficie helada en mi trasero. Me soltó dejándome sentada sobre la isla de cocina, y se apoyó con las dos manos sobre el mármol dejando caer su cabeza en mi pecho regulando su respiración. Se alejó y se acomodó sus bóxer y su chandal deportivo. Levantó la vista y se dejó caer sobre mi, su cabeza chocó contra mi estómago realmente agotado. Miré hacia atrás para ver si hay algún artefacto el cual me impida recostarme, no hay nada. Me dejé caer hacia atrás recostándome. No sé cómo lo hace, yo estoy realmente acabada, y eso que en esta oportunidad él hizo todo el trabajo. Estoy adolorida, solo quiero dormir, necesito dormir, estoy cansada.

— Princesa por favor no te quedes dormida — sentí que mordió mi estómago y me quejé sin poder abrir los ojos, puso sus manos en mi cintura y sentí que subía y bajaba sus manos en esa curva, como queriendo memorizarla, remarcarla, o simplemente admirarla. Hice el esfuerzo más grande de mi vida y me senté, sonrió al verme en este estado, hice un puchero desganada y me ayudó a bajar de la isla de la cocina. Se puso tras de mí poniendo sus manos en mi cintura, pero se agachó y me tomó en sus brazos, yo creo que por miedo a que me durmiera en el camino.

Harry iba a tomar el gel de ducha, pero alcancé a tomarlo primero.
— Déjame cuidarte ahora, lo mínimo que puedo hacer después de tanto esfuerzo — sonrió coqueto mientras yo aplicaba el gel en la esponja de baño.

— Se compensa ese esfuerzo al ver el resultado — levantó sus cejas y sentí que me torné roja por completo recordando la parte final.

— Que vergüenza — dije congelada y Harry estalló en risas maravillosas que rebotaban contra el mármol y el vidrio mezclándose con el sonido del agua — Pero si es verdad, no hice nada y terminé como si hubiese corrido un maratón, que horrible — me besó aún riéndose contra mi boca.

— Eso significa que hago las cosas bien.

— O que solo tengo mal estado físico, tampoco te sientas la gran cosa — mis palabras le provocaron más risas, y es realmente embriagador sentir esa vibración contra mis labios.

— Lo tuyo no es cansancio físico cariño y lo sabes — me cerró un ojo de lo más seductor y se enderezó para permitir que le pasara la esponja con gel de ducha.

— ¿Y qué es entonces señor sabe lo todo? — comencé a pasar la esponja por sus pectorales, y sus abdominales, es realmente duro, tonificado, enterré un dedo a ver si se hunde como en la grasa de mi estómago.

— ¡Ay Mia! — se quejó retorciéndose y quité mi dedo asustada.

— Lo siento, lo siento, es que pensé que se hundiría como en mi grasa — me miró raro y volvió a reírse a carcajadas.

— Tus uñas están letales — me miré mis uñas.

— A mi me gustan — sonreí — Pero si quieres las puedo cortar y limar, no quiero hacerte daño — lo último lo dije casi en un susurro volviendo a ponerme roja, por favor es que algún día dejaré de ponerme roja por cualquier idiotez que involucre a Harry, me llevé una mano a la sien intentando disimular mi nerviosismo bajando la mirada, que no me vuelva a recordar la parte final por favor.

El Jefe Para Siempre Será Mío (3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora