Normalicemos ser el número uno.
Ser egoísta es normal, ser arrogante y selectivo es normal.
Él era el número uno, creía ser, de hecho estaba seguro. ¿Que podía faltarle? absolutamente nada.
Así fue hasta una peculiar noche.
Encontró a alguien que...
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— ¿Estaremos juntos?
— No será fácil...
— Y, cuando dije que sería fácil...Mía
Abrí los ojos recordando las últimas palabras. Era el primer sueño que tenía con el ¿Por qué? no lo entendía. No lo buscaba pero siempre estaba ahí y no se en que momento dejé que entrara. Para mi ya no tenía sentido, ya no me importaba en lo absoluto, dicen que los sueños aparecen cuando uno piensa en el otro ¿Será verdad?, he tratado de negarlo repetidas veces, incluso olvidarlo, aunque se que nadie puede olvidar algo por completo. Solo se queda ahí, guardado en lo más profundo.
En realidad no me afecta tanto como creía, estoy segura de eso. Ya no tiene el mismo valor ni el mismo significado. Pero porque sigue ahí como si hubiera sucedido ayer.
Quiero dejar de pensarlo tanto, así como puedo cerrar los ojos las veces que quiera, tengo un nuevo presente en el que ahora puedo creer e incluso imaginar.
Tengo a alguien a quien querer.
Y así como puedo cerrar los ojos puedo volver a abrirlos y encontrarme con la realidad, con esos hermosos ojos negros mirandome; y esa ligera pero perfecta sonrisa marcada en su rostro.
Zedd
— ¿Hace cuanto dejaste de dormir? — por más que haya intentado evitarlo, negar lo que realmente sentía. Ahora lo único que quiero es seguir viendo esos hermosos ojos.
— Desde hace una hora — ligeramente pasa sus dedos por mi mejilla y no puedo evitar sonreir — Adoro verte dormir.
— ¿Qué hora es? — pregunto tratando de evitar sonrojarme con sus últimas palabras, aunque se que fue inevitable, el es el único que ha logrado que me sonroje y eso definitivamente me molesta.
— Cinco y treinta — responde acercandome más a él y es cuando noto que llevo puesta el pijama y no la ropa de la noche anterior.
Volvió a hacerlo, y no me di cuenta.
Mantuvo su cabeza en la curva de mi cuello respirando profundamente, rozando su nariz contra mi piel — : Lo lamento.
Dijo en un murmuro que escuché con claridad.
— Si sigues repitiendolo jamás lo haré.
— Lo sé, solo quería que lo supieras — aclaró — No quiero que volvamos a pelear.
Repentinamente recordé las palabras que dijo Nathan.
