Capítulo 38

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Al día siguiente

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Al día siguiente.

Cindy me mira como si quisiera golpearme, no la culparía si ahora mismo me lanza la secadora de cabello que tiene en sus manos justo a la cara.

— ¿Se besaron? — me mira interrogante y cubro mi cara con las manos.

— El me beso — murmuro

— Pero lo besaste devuelta...

Un gemido frustrado me asalta y me dejó caer subre el colchón de mi cama.

— ¿Crees que soy estúpida?

— Si lo creo — responde, un suspiro cansado brota de su garganta sin embargo se sienta a mi lado — Cath, el asunto aquí es simple ¿De verdad quieres seguir con el?

No tiene caso mentirle — Si

Muerdo mi labio inferior con tanta fuerza que siento que empezará a sangrar. Tengo miedo de que vuelva a suceder lo mismo, de que ya no pueda y vuelva a huir.

— Me da miedo — mi voz suena inestable

— ¿A qué le tienes miedo? — la dulzura con la que habla me sobrecoge — ¿A Zedd?

Reaccionó al instante al escuchar esas palabras, tampoco he dejado de pensar en lo que sucedió con Arda y Zedd, en la forma en la que siempre reacciona cuando alguien se me acerca.

¿Tengo miedo?

De él, o de sus acciones. No estoy segura.

— ¡Si! Es un imbécil, es celoso, impulsivo, posesivo, y un soberano hijo de puta, pero te ama Cath. Te ama tanto que no sabe que mierda hacer con ese sentimiento.

Quiero replicar lo contrario, decir que todo está perdido para nosotros, pero una parte de mi está dispuesta a perderlo todo con él con tal de tenerlo conmigo.

— ¿Miedo de que todo vuelva a irse a la mierda? — digo.

Cindy encoje sus hombros, pero no ha dejado de sonreí.
— Entonces tendrás que levantarte y seguir adelante.

Mi teléfono suena y me inclino un poco para recogerlo de la veladora mientras Cindy termina de secarse el cabello.
Reviso el mensaje y una sonrisa tonta se forma en mi rostro, el cual se convierte en una mueca de dolor cuando la loca de mi amiga me avienta una almohada que estaba tirada en el suelo.

— Seguro que esa sonrisa estúpida es por, Zedd — dice jugetonamente sentándose a mi lado — ¿Y sucedió algo más ayer? — insinúa.

Rápidamente la golpeo en el hombro tratando de ignorar sus comentarios — : Nada — redondo.

— ¿Enserio? — me mira — Perdí una gran apuesta por ti, así que no me digas que nada sucedió.

— Vale, vale, ok — respondí, sabía que no dejaría de insistir — Pero no diré nada al respecto. Basta con mencionar unas sábanas y toallas también.

Tu mi "y"  Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora