Normalicemos ser el número uno.
Ser egoísta es normal, ser arrogante y selectivo es normal.
Él era el número uno, creía ser, de hecho estaba seguro. ¿Que podía faltarle? absolutamente nada.
Así fue hasta una peculiar noche.
Encontró a alguien que...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sonido del teléfono me despertó.
Recorrí la habitación con la mirada e inmediatamente recordé los sucesos de la noche anterior. Me mantuve en la misma posición sin moverme para buscar el teléfono y contestar la llamada con el cambio de tono que me indicaba quien era, quizá instintivamente no quería contestar y no lo haría hasta que deje de sonar.
Cerré los ojos. No quería levantarme de la cama.
Pero no podía.
La música volvió a reemplazar, el silencio de la habitación y al cortarse repetidas notificaciones de mensajes llegaban. No obstante seguidos de una insistente llamada de un mismo número que no se detendría hasta que conteste. Tal vez debería hacerlo.
Tenía que hacerlo.
Quité las sábanas de mi cuerpo y antes de ponerme de pie la figura de mi hermano salió del vestidor colgando la llamada. A noche luego de llegar a casa me mantuve encerrada en mi habitación, en todo el camino de regreso absolutamente ninguno de los dos mencionó alguna palabra. Mis padres se quedaron hasta tarde y Arda solo preguntó si me sentía bien, lo ignore y fuí hasta mi habitación. No quería hablar pero al final terminé dormida en su habitación como cada vez que alguno de los dos se sentía solo o simplemente tenía ganas de llorar.
El y yo.
Juntos.
— Apagué el teléfono — se acercó y se sentó a un lado de la cama acomodando mi pelo detrás de mi oreja aún cuando seguía acostada — Nuestro padre quiere hablar nosotros.
Moví la cabeza entendiendo de que se trataba, enderece mi cuerpo levantándome finalmente y me puse de pie.
— Iré a cambiarme — hizo lo mismo y beso mi frente — Te veo abajo.
Salí de la habitación entrando a la mía pocos pasos después, dejé el teléfono sobre la cama y entré directo a la ducha. Tendría que bajar en pocos instantes y el retraso no era una opción aún estando en casa mamá decía que era una mala educación llegar tarde.
Al terminar de secar mi pelo rápidamente me puse un vestido simple y corto de color blanco con una cadena rodeándome la cintura, unas sandalias del mismo color, arreglé mi pelo en un moño mal hecho, me apliqué algo de maquillaje y bajé hasta la sala.
La voz de mi madre se escuchaba molesta hablando con mi padre y lo más claro que llegué a escuchar fue el nombre de Zedd, en sus palabras. Terminé de bajar los últimos peldaños de la escalera y caminé hasta la sala. Arda se encontraba sentado en un sillón individual mientras que mi madre de pie frente a mi padre que estaba sentado en los sillones del medio.
— Padre — me acerque hasta quedar junto a mi hermano y mire a mi madre antes de continuar — ¿Porqué lo hiciste? ¿Qué sucedió para que tomes esa decisión? ¿Qué fue lo que hice mal?
