Normalicemos ser el número uno.
Ser egoísta es normal, ser arrogante y selectivo es normal.
Él era el número uno, creía ser, de hecho estaba seguro. ¿Que podía faltarle? absolutamente nada.
Así fue hasta una peculiar noche.
Encontró a alguien que...
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En qué momento todo se salió de mis manos. Era lo último que quería que pasara.
Jake no paraba de preguntar si sabía algo sobre esto, y yo no podía responderle. Todas las miradas se encontraban sobre nosotros mientras las cámaras no dejaban de sonar como si hubiesen captado la noticia más importante de todas. Parecían unos malditos perros sedientos de carne.
Busqué a Cath con la mirada y rápidamente caminé hacia ella al encontrarla junto con Cindy en su mismo lugar aún asimilando lo que acababa de suceder.
— Zedd — llamó mi nombre mientras se sujetaba de mi brazo — ¿Qué está sucediendo? De que habla tu padre.
No sabía que responder.
Las cámaras se pusieron sobre nosotros seguido de algunos aplausos con varias sonrisas falsas, de eso estaba seguro. Cath se mantenía sujetada a mi brazo poniéndose de perfil, trataba de mantenerse serena y lo más tranquila posible ante la situación.
A medida que nos alejé a ambos hacia la parte menos concentrada de gente las cámaras sesaron, los padres de Cath y los míos se encontraban reunidos con otros socios, incluído Arda que obviamente estaba sorprendido y molesto por la noticia.
— ¿Zedd, se puede saber de que va todo esto? — Jake llega junto con Cindy, ahora más libres que antes.
— Y crees que yo lo sé — grité molesto.
Lo sabía.
Jake lo intuía desde que se lo mencioné.
Cath miro hacia su hermano buscando alguna respuesta, soltó mi mano con la intención de irse con él así que la acerqué aún más a mi. Quizás ambos deberíamos ir con nuestros padres pero mi lado celoso no le dejaba.
Definitivamente teníamos que solucionar este problema.
No podía utilizar algo así en su contra. Sería peor que encerrarla en cuatro paredes.
— Cath, mírame — sujeté su rostro — Todo esto es idea de mi padre.
— Una idea que mi padre apoyó — murmuró con los ojos cerrados.
Volví a mirar hacia donde se encontraba en el momento en el que Maximiliano volvió su vista hacia mi con una sonrisa, satisfecho por lo que acababa de hacer. Aún después de todo, la situación empeoraba, ahí estaba la persona que menos esperaba ver en este lugar.
¡Cómo mierda logró ingresar!
Mis manos se hicieron puños y absolutamente todo mi cuerpo se puso tenso. No le tomé importancia a nada hasta que escuché el quejido de dolor por parte de Cath, me dí cuenta de que apretaba fuertemente su mano sin medir mi fuerza.
— ¿Zedd? — se quejó.
— Cath, quédate con Jake.
— ¿Qué, porque? — preguntó asustada, volteó a ver dónde miraba y soltó mi mano — Que es lo que ocurre, Zedd.
