2 ❥ perfect

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PERFECT
[perfecto]

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—¿Te quedarás?

Sus palabras llenaron el silencio de la habitación abruptamente, especialmente debido a lo rota y desgarrada que se escuchó su voz. No pudo reconocerla, pero eso ya era costumbre.

El desconocido de su delante, con los pantalones a mitad de los muslos y la camiseta mal abotonada, miró en su dirección como si hubiera creído escuchar mal. No era el primero, y estaba seguro de que tampoco sería el último.

Se removió en la cama, sintiendo cada musculo de su cuerpo retorcerse y llorar de dolor. Su cuerpo no se sentía como si fuera suyo. Todo dolía, mientras que las lágrimas en sus mejillas, como recordatorio de la brusquedad con la que fue tratado, se secaban. Un sonido de dolor salió de sus labios cuando logró incorporarse, provocando que una mueca se posara en el rostro del desconocido.

—¿Es enserio? —preguntó el chico. Imaginaba que tenía su edad, pero no podía estar seguro por la oscuridad de su habitación. De todas formas, asintió —. Viejo, no es por ofender, pero nos conocimos hace una hora en el club de unas calles abajo. Ni siquiera sé tu nombre.

—Michael —respondió, a lo que el desconocido soltó una risa como si no pudiera creer que esto estaba pasando mientras negaba con la cabeza.

—Bueno, Michael, ¿realmente quieres que me quede? —levantó una ceja en confusión —. Quiero decir, no me dejaste besarte, marcarte, casi ni tocarte. Me pediste que sea brusco contigo y te negaste a quitarte la ropa. Respeto eso porque es tu cuerpo, pero realmente no creo que quieras que me quede. ¿Verdad?

No, no quiero.

Pero, eso no sería algo que saldría por propia voluntad de su boca.

Porque, claro que no quería a un desconocido en su cama. En su departamento. No lo quería cerca sin importar que hubieran tenido sexo hacía unos minutos atrás. Solo quería podar cerrar los ojos esta noche y dejar de depender de la cafeína diaria y tabaco para calmar sus ansias.

Lo único que quería era que su cama dejara de sentirse vacía a mitad de la noche, cuando sus ojos se abrieran repentinamente, su corazón palpitara con rapidez y sudor corriera por su frente. Estaba harto de tener que abandonar la comodidad de su habitación en el momento que la ansiedad se hacía presente y que sus pulmones creían no tener el suficiente aire, ocasionando que tuviera que terminar en el sofá de su sala.

Era patético, un casi adulto de veintitrés años, durmiendo en el sofá de su apartamento cada noche y con miedo de dormir en su propia cama. En cualquier cama. Alguien que tenía que depender de extraños si es que quería utilizar su habitación o no hiciera que la ansiedad volviera al despertar y encontrar nada a su lado en un gigante espacio lleno de sabanas revueltas.

El control jamás fue lo suyo, pero lo estaba intentando. Lo hacía cada día de su vida. Pero, no entendía porqué a veces se sentía como si algo más fuera lo que lo hacía.

Se quedó viendo al desconocido, que esperaba una respuesta que no quería admitir y una excusa en la que ahora mismo no podía pensar. Nunca era bueno pensando luego de momentos como estos, cuando su cuerpo volvía a sentirse suyo luego de haber dejado que fuera usado por alguien más. Solo quería a alguien, quien sea. Algo con que llenar el vacío al que todavía no estaba acostumbrado.

Por suerte, como si sus plegarias hubieran sido escuchadas, el sonido de su teléfono se hizo presente, ocasionando que su mirada y la del extraño fueran hacia el aparato que descansaba en la mesa de noche. Él fue lo suficientemente amable para pasárselo con una incómoda sonrisa en el rostro. Solo agradeció en voz baja para luego posar los ojos en el identificador de llamadas.

Broken Pieces ❥ mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora