Broken Pieces ❥ muke

22 ❥ healthy

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HEALTHY
[sano]

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Se sentía lleno.

Pero, esa era una sensación constante las últimas semanas desde que todo esto empezó.

Solo que, sentirse lleno en la comodidad de su apartamento, con grandes prendas cubriéndolo su cuerpo y haciéndolo menos consciente de lo gordo que se veía a sí mismo, era completamente diferente a sentirse lleno en una habitación llena de modelos sin camisa o caminando con la mayor confianza del mundo.

Se encontraba en la zona de vestuarios, sintiendo su desayuno dar vueltas en su estómago y saboreándolo en la garganta aunque se hubiera lavado los dientes antes de venir hacia acá, mientras sus ojos veían a otro modelos probarse atuendos, con camisas abiertas, pocas prendas cubriendo sus cuerpos o simplemente ropa interior.

Habían camerinos, pero estaba seguro de que era una de las pocas personas que los usaban. Sus otros compañeros de trabajo siempre parecían demasiado confiados como para importarles realmente si alguien más los viera desnudos. Como a Harry, a quien estaba seguro de haber visto en ropa interior hacia unos minutos mientras se probaba una camisa que le quedaba a la perfección.

Eso era, todos ellos eran perfectos.

Era esa la razón por la que podían caminar con tanta comodidad y confianza mostrando sus cuerpos sin alguna preocupación, porque sabían que sus cuerpos tenían la perfectas proporciones para ser envidiados por los demás, sin una sola falla.

En su caso, tenía demasiadas.

Era lo más alejado a la perfección, pero eso era algo que ya sabía. Solo que, los demás no podían saberlo. Ellos debían ver a esta persona confiada, dueño de pasarelas y portadas de revistas. No podían verlo vulnerable, porque esa no era la imagen que quería darles. Debía ser fuerte, y mejor que todos.

Si no era perfecto, debía aparentar serlo.

Fue por eso que caminó con paso decidido hacia una de las encargadas de vestuario, sintiéndose completamente listo para su primera prueba luego de lo que se sentía una eternidad.

Para lo que no creía estar listo era para verse al espejo y ver su horrible cuerpo con kilos de más, mientras intentaba meterse a la fuerza otra prenda que no era de su talla.

Pero, esos eran detalles.

—¿Madeline? —preguntó a la mujer de vestuario de la que acababa de aprenderse su nombre. Ella levantó la mirada del iPad de sus manos para verlo con una expresión algo distraída —. Vengo a mi prueba de vestuario.

—¿Nombre? —preguntó ella, a lo que esta vez no pudo evitar blanquear los ojos. Estaba seguro que ya habían pasado por esto antes.

—Michael Clifford —respondió, sin ser la primera vez que lo decía a la mujer. Ella revisó el iPad en sus manos, para luego fruncir levemente el ceño y acomodar el marco de sus lentes.

—No tienes programada una prueba hoy —miró a la mujer confundido, mientras ella seguía viendo la pantalla digital —. En realidad, no tienes ninguna prueba programada según nuestra agenda.

—¿Qué?

—El asistente de tu madre no programó ninguna para ti —explicó ella, de manera lógica. No necesitaba eso, lo que quería era una maldita explicación.