Broken Pieces ❥ muke

20 ❥ easy

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EASY
[fácil]

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—¿Tienes un gato? —preguntó, viendo hacia el pequeño portarretratos de la mesa de centro. Un hombre, una mujer y un gato.

Dave frunció levemente en ceño, para luego seguir su mirada y encontrarse con la imagen que estuvo en su delante todo este tiempo, pero jamás le prestó demasiada importancia.

—Oh, sí. Lo tenemos desde hace unos años, aunque está un poco obeso. Según su veterinario debemos comenzar una dieta para él si no queremos que llegue a tener diabetes —respondió el hombre, a lo que frunció levemente el ceño.

—Los gatos no deberían ser puestos a dieta. Mientras más gordos sean, son más abrazables —comentó, logrando que los oscuros ojos de Dave fueran en su dirección y alguna clase de expresión pensativa se posara en su rostro.

—Entonces, ¿solo no te molesta el tema del peso en animales? —preguntó él, usando ese mismo tono de voz que lo hacía sentir levemente consciente. Sentía como si fuera alguna clase de sujeto de investigación para Dave.

Quizá, lo era.

Esta era la tercera sesión de terapia psicológica que tenía con él. Realmente, no fue tan malo como esperó. Es decir, Dave hacía demasiadas preguntas que algunas veces no se sentía cómodo con responder, pero solo escuchaba, jamás juzgaba. Le gustaba eso de él, aunque estaba casi seguro de que venía con su trabajo.

Dave tenía alrededor de treinta años, y estaba casado según el anillo en su dedo, sin contar con las (hasta ahora) dos fotos que había visto de él y una hermosa mujer, además del gato que ellos tenían. Parecía la clase de persona que estaba listo para comenzar una larga y plena vida, con planes a futuro, hijos y quizá una casa más grande dentro de unos años. Tenía un futuro prometedor. Puede que esa sea otra de las cosas que le gustaban de él y le daban la confianza para hacer esto.

Las personas con un futuro prometedor siempre fue algo que admiró. Era lo que siempre quiso para su vida.

—No me molesta el peso de nadie. Creo que cada persona es hermosa a su manera sin importar cuánto pese —respondió, encogiéndose de hombros. Dave se lo quedó mirando para luego anotar en ese pequeño cuaderno en su regazo.

Estaba seguro de que intentó espiar lo que se encontraba en este más de una vez, pero la letra de ese hombre era casi indescifrable. Tal vez, también venía con su trabajo.

—Menos tú —no era una pregunta, era un hecho, porque era algo que ya le había dicho a Dave en una de sus primeras sesiones. De todas formas, asintió.

—Mi trabajo es verme atractivo para los demás, para las cámaras, los medios y las primeras planas. Y, seamos sinceros, Dave, el prototipo de belleza siempre se basará en que talla de pantalones eres —respondió, casi de forma monótona. Como si fuera una lección que tuvo que aprender a la fuerza.

—¿Y tú quieres encajar en él? —preguntó Dave. Levantó una ceja, cruzando las piernas y reacomodándose en el cómodo sofá.

—Viene con el trabajo —respondió simplemente.

—Imaginemos, que no eres un modelo —comenzó él, viéndolo a los ojos, como si estuviera estudiando cada reacción suya —. Dices que no tienes problema con estar con otras personas sin importar su peso, que lo que menos te fijas es en el físico de los demás, solo en el tuyo, porque es parte de tu trabajo. Pero, imaginemos que no lo eres, ¿crees que sería igual?