Broken Pieces ❥ muke

9 ❥ disappointment

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DISAPPOINTMENT
[decepción]

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Una nota.

¿Quién deja una maldita nota de despedida como si se tratara de una estúpida película adolescente?

Estaba molesto, más que eso. Porque solo Michael podría desaparecer de un momento para el otro dejando una estúpida nota con mala caligrafía en forma de despedida.

Más que molesto, quizá, se sentía decepcionado.

Puede que una parte suya haya creído que lo que pasó ese día haría que las cosas entre ambos cambiaran. No tenía altas esperanzas, pero aunque sea, esperaba que Michael dejara de odiarlo. Que, entendiera que, no sentía alguna clase de rencor hacia él, y en el momento que dejara de comportarse como un idiota haría lo mismo. Pero, no.

Michael prefirió huir, como siempre, dejando una estúpida nota con la palabra «Gracias» en ella y una tonta cara feliz mal dibujada. Y, se odió tanto a sí mismo por guardar la nota en su cajón y no ser capaz de tirarla a la basura sin importar la impotencia que sintiera.

Ya no tenía idea de qué hacer. Estaba harto de una nueva pelea, de arrepentirse de sus palabras en el momento que dañaban a alguien más y de luego querer besar al mismo chico que lo hacía sentir mal.

Pero, no daría el primer paso. Lo intentó, y lo único que logró fue nada. Si alguien acabaría con todo esto, sería Michael. Y, si es que él no quería hacerlo, entonces estaría bien, no lo forzaría, y ambos seguirían con este tóxico circulo vicioso que seguían repitiendo por semanas.

No dejaría que lo siguiera afectando.

Fue por eso que, lo primero que hizo esta mañana fue hacerse su desayuno favorito de panqueques con esa nueva receta que Perla le envió por mensaje, se tomó su tiempo en aplicarse brillantina a los ojos y arreglar su cabello, fue al Starbucks camino al trabajo y se pidió un Frappuccino sabor caramelo (su favorito), para finalmente ir hacia su trabajo, con la mayor cantidad de energías que tuvo desde que todo esto comenzó.

Se sentía invencible, y completamente listo para cualquier bache que Michael Clifford, o cualquier otra persona, pusiera en su camino. No dejaría que nadie acabara con su buen humor.

—Alguien se ve resplandeciente el día de hoy —fueron las primeras palabras de Perla cuando llegó a su puesto, donde el nombre de Michael se encontraba en la parte posterior de la silla.

—Siento que será un buen día. Me levanté temprano y pude probar tu receta de panqueques —comentó, logrando que una sonrisa se posara en el rostro de Perla.

—Me alegro, realmente necesito algunas vibras positivas el día de hoy —dijo ella, mientras ordenaba su maquillaje —. ¿Te contaron que Michael apareció esa misma noche? —preguntó la chica luego de unos segundos, levantando la mirada. Mordió el interior de su mejilla, para luego negar.

Siempre fue tan malo mintiendo.

Era una maldición desde niño, y estaba completamente seguro de que no podía escapar de ella sin importar cuánto intentara. Hasta su madre sabía quién era el culpable de romper su cara vajilla el día de la mudanza.

—Uh, no. Pero-... imagino que está- uh, ¿bien? —soltó. Perla lo miró con una expresión confundida, pero se concentró en limpiar sus brochas en vez de en su nerviosismo.