II

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(...)

Literalmente me había cambiado de cara, no era una persona que le gustara el maquillaje podría ser por pereza o porque mi madre nunca lo permitió no desarrollando en mi esa costumbre, cada que me maquillan sentía un peso en el rostro, raro lose pero así era, sin mencionar que era agotador tener que estar al pendiente de que las pestañas no bajaran, que el corrector no desapareciera por el calor y el poco labial que traía no se cayera del todo. De mis uñas no me podía quejar, no me permitían pintarlas con colores fuertes por eso quede satisfecha al ver que solo me habían hecho un diseño que se llamaba francesa o algo así pero no era tan simple, en uno de mis dedos, el dedo medio para ser más precisos tenían pedrería demasiado hermosa, además el largo de ellas hacían ver mis manos más estilizados.

-Luce muy bien señorita elizabeth

-Gracias señora adela y por ayudarme con el corset.

-No fue nada, va a ser la envidia de todos.

Sonrio cohibida.

《No lo creía pero.. 》

-Gracias.

Asiente para luego retirarse.

Me veo frente al gran espejo de la pared, detras del sofá, ocupaba casi toda la muralla. Habían lavado mi cabello y le habían hecho ondas simulando que fuesen naturales. Habían hecho un gran trabajo. Una sonrisa melancólica se posa en los labios al recordar a Luisa, si estuviera aquí me corregiría cada detalle y no me dejaría ir hasta que estuviera perfecta aunque era imposible encontrar detalle ahora.

-¿¡Elizabeth!?, ¿¡estás lista!?

-¡Ya voy!

Bernardo había ido a solucionar un asunto que por supuesto no me dijo. Debía cambiarme y esperarlo hasta su llegada. Sentía que la tiara era demasiado pero no podía quejarme.
Bernardo al sentir mi presencia guarda el teléfono en el que tecleaba para ponerme atención, mirandome de pies a cabeza mientras bajaba.

-Luces..bien -Fuerza una sonrisa.

-Tambien..tú -Sonrio cohibida.

-Vamos entonces.

-De acuerdo.

-Adios señora adela.

-Adios que lo pasen estupendo.

Asiento.

Estaba nerviosa, no me había dado la idea de tener que conocer a más personas y eso siempre era un motivo de alerta para mi, nunca supe como socializar, no me acercaba por miedo a que me juzguen. Una nueva ciudad, una nueva casa y además nuevo tipos de personas, era un cambio muy drástico en tan poco tiempo.

-¿Estás bien?.

-Si..

-Recuerdas lo que dije, ¿no?.

-Si, acerca de no acercarme a los demás. ¿Debo aprenderme nombres o algo así?

-No, te presentaré con los que estén allá.

Asiento..

Bajo la mano y casi automáticamente veo su mano. Frunzo el ceño confundida..

-¿Por que estabas tan perdida en tus pensamientos en el salón?.

-..¿Que?

-¿Elizabeth segura que estás bien?

-Si..

-Piensas en lo mismo que pensabas en el salón, ¿no?, ¿qué es?

-No, eso fue por algo que dijeron..

A Flor De PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora