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Ya había pasado un mes desde que Covalente había fallecido y Sherlock estaba extremadamente necesitado de contacto físico tanto que apenas se separaba de William, casi solo despidiéndose de él cuando tenía que ir al trabajo. El rubio lo dejaba pues sabía lo duro que estaba siendo para este levantarse y no ver a su querido perro por ninguna parte. Sentía que su novio necesitaba más de él que nunca y William recibiría gustoso todas las muestras de afecto que este quisiese brindarle. Pero había aprendido la lección y trataba de no ser demasiado complaciente regañándolo cuando este quería iniciar un contacto mas intimo a primera hora de la mañana sabiendo que tenía que ir a trabajar en menos de dos horas.

-Liam, solo un poco por favor- decía este mientras se aferraba a su cintura con la intención de mantenerlos a ambos en la cama.

-No, Darling. Es hora de levantarse además apaga tu alarma pues ya estás despierto.

-Pero Liam, ¿No te gustan mis caricias?

-Sabes que sí, pero no me gusta la irresponsabilidad- suspiró pensando en algo y luego agrego- ¿Pero no me dijiste que querías pararte a mi lado como un gran hombre?

-¡Eso es jugar sucio Liam!- dijo este mirándolo con reproche.

-Entonces levántate Sherlock Holmes- dijo con una sonrisa provocativa.

-Agh, está bien pero solo si me das un beso- dijo como un niño que hacía una rabieta

-Muy bien, un beso para el señor berrinchudo- se rio William mientras frotaba sus narices y después besaba suavemente los labios de su novio, se iba a separar pero el otro lo acerco aun más profundizando el contacto.

La lenguas de ambos se rozaban compartiendo un baile que ambos conocían a la perfección pero que era emocionante repetir cada vez que tenían la oportunidad, William tenia una gran debilidad cuando el otro lo besaba y no pudo evitar colocar sus brazos alrededor del cuello de su novio dejando escapar suspiros complacidos pues el contacto era demasiado agradable, pero alguien tenia que imponer orden así que con delicadeza empujo el pecho de Sherlock.

-Sí te esfuerzas mucho en tu trabajo hoy, cuando vuelvas seré todo tuyo y podrás hacer lo que quieras- Mientras le guiñaba un ojo haciendo que el otro sintiera repentinamente muchas ganas de trabajar sabiendo que tendría una apetecible recompensa cuando regresara.

-¡No te arrepientas después Liam!- dijo a la vez que espasmos de emoción recorrían su cuerpo ya que su querido novio realmente sabía cómo motivarlo

-Muy bien señor farmacéutico es un trato. Me encargare de terminar todos mis pendientes para estar completamente disponible para usted- mientras se lamía los labios sensualmente y sus ojos prometían muchas cosas.

-¿Otro beso para motivarme a vestirme?

-Eres demasiado codicioso, Sherly. Pero está bien- mientras le daba otro pequeño beso.

-¡Me siento con mucha más energía!- dijo este como si una llama se encendiera dentro de él.

Entonces con gran velocidad comenzó a buscar la ropa que se colocaría el día de hoy y descuidadamente la dejaba en la cama lo que hizo que William rodará los ojos pues su Sherly no cambiaria ciertos hábitos. Sin embargo no pudo evitar observar como este se vestía pues aquel era uno de sus pequeños placeres y este lo sabía así que sus ojos se encontraban de vez en cuando generándose cierta tensión hasta que William desviaba la mirada para que el otro terminara de vestirse. Pues de seguir así seguramente terminarían enredándose de nuevo sobre las sabanas y aquello era lo que el rubio quería evitar al menos en esta ocasión pues era necesario que su novio fuera a trabajar ya que eso también lo ayudaba a distraerse. Aunque básicamente este solo hacía lo que quería en el laboratorio, pero siguiendo unas cuantas directrices de la farmacéutica.

Entre libros de química y matemáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora