Era verano y hacía un calor terrible haciendo que muchas personas decidieran que la opción más sensata era tomar las maletas e ir a la playa. Aquel era el caso de William y Sherlock quienes habían acomodado sus vacaciones para hacer un viaje de una semana a Bournemouth, una ciudad ubicada en la costa sur de Inglaterra. Habían escuchado que sus playas eran muy agradables y que la ciudad era muy bonita también. Así que una vez que William se aseguró de que ambos llevaban lo necesario se dirigieron al estacionamiento. Esta vez llevarían a sus mascotas pues John estaba muy ocupado cuidando de la pequeña Rosamund quien había nacido en abril. Sherlock prácticamente lloró de felicidad al sostener por primera vez a la bebé y no dejaron de admirar lo bonita que era desde el hospital hasta la residencia de los Watson. El par de amigos no pararon de sacarle fotos a la dulce niña, quien había sacado los hermosos ojos de Mary y el cabello de su padre.
-Es tan linda, mira apretó mi dedo- le decía Sherlock a su amigo.
-Es tan inteligente- le secundó John.
-Sherly se ve tan lindo- pensaba William mientras le sacaba fotos a su esposo.
-Estos dos realmente se están derritiendo de amor, ¿no lo crees William?- le comentó Mary quien estaba completamente agotada pero igualmente feliz.
Aquel era un bonito recuerdo y prácticamente John llamaba una vez al día a su amigo para contarle acerca de su amada hija. Una vez colocaron la caja transportadora de sus mascotas en el asiento trasero se dispusieron a emprender el camino hasta aquella ciudad costera. El viaje fue placentero para ambos pues hicieron algunas paradas donde aprovecharon a ver los alrededores. Además que apenas podían quitar los ojos del otro pues la ropa veraniega les quedaba excelente, dejando a la vista varios sectores de su piel que antes estaban cubiertos en invierno.
-Ay Liam tu cuello es tan... apetecible- pensaba Sherlock mientras miraba de reojo a su esposo quien vestía una camisa blanca de mangas cortas que tenía desabrochados los primeros tres botones.
-¿Disfrutas de la vista, Sherly?- le preguntó maliciosamente el rubio siendo completamente consciente de como el otro lo miraba.
-Por supuesto, nunca me canso de apreciarla-le respondió con una sonrisa en sus labios sin apartar los ojos del camino.
-¿No te gustaría apreciarla... detalladamente más tarde?- mientras se lamía los labios solo para provocar al otro.
-me gustaría mucho más recorrerla completamente- mientras apretaba con mas fuerza de la necesaria el volante intentando calmarse para no detener el automóvil y devorarle la boca a su irresistible esposo en ese mismo momento.
-¿Cada rincón?- le preguntó anhelante.
-Me aseguraré de aquello- le dijo con convicción mientras le daba una significativa mirada.
-Lo estaré esperando-dijo el rubio risueñamente pero con cierto brillo en sus ojos.
En un poco más de dos horas llegaron a su destino el cual era una bonita cabaña que habían arrendado para pasar tranquilos sus pequeñas vacaciones. Acomodaron sus cosas y dejaron que sus mascotas se acostumbraran al nuevo espacio antes de ir a recorrer las calles de la ciudad. El lugar era absolutamente bonito y confortable, perfecto para ser el refugio de los amantes que están en medio de una escapada romántica a la playa.
-¿Liam te gusta?- mientras estrechaba la cintura de su esposo por detrás.
-Me encanta.
-¿En un futuro no te gustaría tener un lugar así, pero que sea nuestro?
-Eso sería ideal, venir aquí cada vez que queramos... suena maravilloso.
-Imagina cuando nuestra familia crezca... compartir las tardes en este lugar junto a las olas.
-Sí, eso realmente sería encantador.
Algunas veces el tema de adoptar se colocaba entre sus conversaciones y mucho más seguido desde que ambos vieron a la adorable Rosamund. Sin embargo los dos pensaban que era muy pronto pues ni siquiera llevaban medio año de casados, pero no podían evitar pensar en que les gustaría cuidar de una niña o niño. Además William realmente adoraba a los niños y disfrutaba mucho de su trabajo como profesor. El año escolar trabajando en el Westminster school había sido todo un éxito y realmente era apreciado por todos allí. Mientras tanto Sherlock igualmente se sentía muy cómodo en su ambiente de trabajo, ya que sus habilidades e ideas eran reconocidas en la farmacéutica.
Entonces decidieron que lo primero que harían sería ir a almorzar en alguno de los restaurantes en el centro de la ciudad. Así que les pusieron los arnés a sus mascotas para que estos los acompañaran en su paseo. Su amado gato a veces realmente parecía un perro talvez por pasar mucho tiempo con Lisa, por esto ambos caminaban a la par y la perra protegía al minino espantando a los otros perros que intentaban acercársele. A pesar de ser pequeña realmente era intimidante y aquello hacía que el par de esposos la miraran con ternura.
Una vez estuvieron en un bonito restaurante que permitía mascotas ordenaron su comida disfrutándola pues era una especialidad de la ciudad. Después de aquello recorrieron las tiendas comprando varios recuerdos para sus amigos y familia. Decidieron que verían el resto de las atracciones turísticas los días siguientes ya que realmente deseaban ir a dar un paseo a la playa. Cuando estuvieron allá se dieron cuenta de que había una gran cantidad de turistas, así que se miraron acordando sin palabras buscar un lugar mas apartado en el que pudieran disfrutar del agua. Entonces mientras buscaban dicho sector se encontraron que había una persona vendiendo palas y baldes de arena.
-¿Estás pensando lo mismo que yo?- le preguntó Sherlock a su esposo.
-¿No estamos un poco grandes para eso?- le dijo William alzando una ceja con diversión.
-Vamos se nota que te mueres de ganas de hacer un castillo de arena conmigo.
-No tiene sentido negarlo- mientras se reía suavemente y caminaba hacia aquel señor- Queremos dos de esos sets por favor
Unas vez que los tuvieron en sus manos se dispusieron a construir una magnifica arquitectura de arena. Sus mascotas después de que el castillo de arena estuvo terminado se pasearon por las instalaciones. Los esposos no pudieron evitar sacarles muchas fotografías completamente encantados con su creación. Después se dedicaron a jugar entre las olas hasta quedar completamente empapados.
-Darling, debimos pensar mucho mejor esto. Por suerte nuestros celulares son a prueba de agua.
-Si definitivamente nuestra última mejor inversión- afirmó Sherlock.
-Así es ¿te parece que volvamos a la cabaña?.
-Por supuesto, pero una vez que nos cambiemos ¿compremos los ingredientes para la cena?
-Claro que sí. Hoy tengo ganas de espaguetis con esa salsa tan deliciosa que haces.
-Considéralo hecho.
Entonces se dirigieron a su cabaña y en el camino compraron dos helados, pero William se encargó de comer el suyo de tal forma que su esposo casi no pudo resistir ante tan seductora imagen. Cuando llegaron a su destino compartieron la ducha brindándose las atenciones que quisieron darse durante todo el día. Pues el otro solo por el hecho de estar frente a sus ojos era una enloquecedora tentación. Una vez estuvieron listos prepararon todo para la cena y salieron a comprar los ingredientes necesarios. La brisa marina mecía sus cabellos dando como resultado una imagen bellísima. Había tantas cosas que querían hacer juntos y tantos lugares que querían visitar de la mano de su único amor, pero se asegurarían de llevar las cosas con calma y disfrutar de estos momentos en compañía del otro.
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Entre libros de química y matemáticas
FanfictionEstudiantes de universidad AU. Sherlock es un estudiante de química y farmacia que se encuentra muy sumergido en sus actividades científicas, por lo cual su amigo John le propone que participe en una búsqueda organizada por los estudiantes de medi...