Trono

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Todos los que estaban presentes en ese momento no podían creer lo que veían pues ante sus ojos estaba una escena de lo más particular. Nadie hubiera imaginado ver al nuevo profesor de matemáticas siendo cercano al profesor de inglés cuya mirada estaba llena de malicia. Mucho menos que se subiera voluntariamente al automóvil de este para acompañarlo a quien sabe dónde. La profesora Emma solo los vio alejarse rezando con todo su corazón que su ángel regresara ileso y se sentía absolutamente culpable, pues sabía que Milverton era un ser despreciable capaz de exigirle cualquier cosa al rubio con tal de hacerlo caer en la desesperación. Ella lo sabia de primera mano ya que ha vivido sumida en el tormento desde que llego a la escuela, sin embargo ahora que la liberación estaba a su alcance de la mano del profesor Moriarty no podía evitar sentir una gran expectación. Además su amigo era alguien muy inteligente y sería capaz de ganarle al otro en su propio juego. El plan que este había diseñado era absolutamente perfecto y todas las posibilidades estaban a su favor.

-Confió en usted profesor y si sale mal yo luchare a su lado- pensó ella.

En el automóvil de Milverton había un silencio tenso pues William no quería hablar mas de lo necesario con este sujeto absolutamente despreciable, además que estaba ajustando su plan para hacerle frente a cualquier movimiento que hiciera el otro. El profesor de inglés solo sonreía completamente satisfecho de la incomodidad que era visible en el rubio.

-¿Exactamente que quiere pedirme?- le preguntó William cuando se detuvieron en un semáforo, aunque ya tenía una idea y el solo pensamiento de aquello hacía que se revolviera el estómago.

-Te lo diré cuando lleguemos allá, no seas impaciente Liam ¿Sí?- dijo este con burla mientras acomodaba un mechón del cabello del otro solo para ver la expresión asqueada de este.

-No me llame así- mientras apartaba bruscamente la mano del profesor de inglés. Aquel sobrenombre sonaba tan sucio en los labios del otro hombre, no como cuando era pronunciado por su Sherly quien lo llamaba con tanto amor.

-¿Tu prometido se enojará? Lo espero con ansias- dijo riéndose mientras echaba a andar el automóvil nuevamente.

William solamente lo miro de manera asesina y profundamente disgustado, realmente este sujeto solo hallaba placer cuando veía la miseria de los demás. El rubio se preguntaba porque en el mundo existían esta clase de personas que disfrutaban con el sufrimiento ajeno. Antes solo se hubiera conformado con ser quien arregla la escena en un teatro, pero desde que conoció a su Sherly decidió que nunca más se quedaría al margen y finalmente tomaría el papel del personaje principal. Seguramente su prometido estaría más que encantado de darle una buena patada a Milverton si supiera lo que este estaba planeando hacer.

El rubio fue tan horriblemente consciente de la forma en que el profesor de inglés había estado mirando su anillo de compromiso hasta la fecha, deseando arruinar la relación que llevaba con su Sherly solo para ver la infelicidad y miseria en sus rostros, pero William no lo dejaría hacer aquello. Aunque no podía evitar sentirse un poco culpable por usarse a si mismo como cebo y solo imaginar que Milverton de verdad creía que traicionaría a su prometido por protegerse a sí mismo hacía que tuviera nauseas.

-Lo siento, Sherly. Pero todo saldrá de acuerdo al plan- pensó William con convicción en sus ojos.

Finalmente llegaron a un edificio que se veía bastante lujoso el cual se encontraba en una zona acomodada de la ciudad. Se identificaron en la entrada y el conserje estudio con la mirada a William pues era la primera vez que lo veía aquí. Entonces Milverton sonrió maliciosamente rodeando la cintura del rubio y lo presento como su "compañía" solamente para ver la ácida expresión del otro.

-Me encanta cuando las personas fruncen el ceño al presenciar algo que les disgusta, es tan emocionante y divertido- pensaba Milverton completamente extasiado.

Entre libros de química y matemáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora