San Valentín

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INICIO DE LA SEGUNDA PARTE

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Sherlock miraba muy emocionado los mensajes anteriores que tenía en el chat con su Liam en el celular. Era catorce de febrero y habían hecho muchos planes juntos, el estudiante de química y farmacia esperaba con ansias poder caminar de la mano de su novio a través del centro de la ciudad que estaba decorado con todo tipo de adornos rosados y rojos con motivo de la celebración, además había toda clase de eventos especiales de pareja a los cuales quería asistir con el rubio. Todo esto le hacía mucha ilusión ya que era la primera vez que iba en serio con alguien, se había enamorado antes sin embargo fue más bien como un crush. Igualmente tuvo experiencias antes en su adolescencia pues en ese entonces se encontraba muy aburrido y probo todo tipo de cosas para matar dicho aburrimiento. Pero ahora que tenía a su Liam la vida había perdido su carácter de tediosa para transformarse en algo mucho más divertido. Hubo un tiempo en el que lo único que lo mantenía vivo era el placer de realizar experimentos, tocar el violín, resolver de vez en cuando algún caso que le llegaba de la Scotland yard y consumir ciertos tipos de drogas ya que esto lo hacía experimentar emociones que contrastaban con el gris del resto de las áreas de su vida.

Pero las cosas empezaron a cambiar un poco cuando conoció al joven John Watson, aspirante a doctor. Este lo vio consumiendo drogas por casualidad e inmediatamente tomo, por alguna razón, la labor de sacarlo de ese vicio. Sherlock al principio pensó que este era simplemente un entrometido, pero debido a la insistencia de John quien venía a verlo cada día termino por considerarlo alguien interesante y con el tiempo se volvieron amigos. Además le hizo cambiar su opinión acerca de los medicamentos e hizo que viera el valor que estos tenían para mejorar la vida de las personas, pues antes Sherlock solo estaba interesado en las reacciones que podían generar aquellos.

-Podríamos decir que ahora mi único vicio es Liam y claro, los cigarrillos aunque a este no le molesta en lo absoluto. Aunque creo que deberíamos fumar menos como dice John- pensaba Sherlock sin darle mucha importancia a lo último.

Esos eran sus pensamientos mientras dejaba el celular en la cama para proceder a comenzar a vestirse, no tenía clases este día así que solo iría a recoger a su Liam a la universidad, ya que este terminaba su clase de la mañana a las 12:00 así que tendrían toda la tarde para disfrutarla juntos. Sherlock ya estaba listo con ropa casual, una camisa y una chaqueta informal pero elegante además de unos pantalones y zapatos a juego. En su mente había hecho todo un horario y era curioso pues nunca se había esforzado tanto para hacer feliz a alguien ni siquiera a John quien era como un hermano, uno agradable no como el odioso de Mycroft.

Hablando del doctor este finalmente se estaba preparando para pedirle matrimonio a Mary pero primero debía mentalizarse pues se encontraba muy nervioso y nunca hallaba el momento preciso ya que siempre se acobardaba al último instante. Entonces tomo su celular y se dirigió a la cocina para prepararse algo de comer.

-Simplemente deberían casarse, comprar una casa, tener un hijo o dos y un perro como tú Covalente- mientras acariciaba la cabeza del canino quien a paso lento debido a su edad se había acercado.

-Woof- a penas se escucho el ladrido del animal de avanzada edad.

-¿No crees que será un poco solitario aquí cuando John se vaya definitivamente con Mary? ¿Crees que debería...? No, es demasiado precipitado aunque prácticamente le hice una propuesta de matrimonio a pesar de que nos conocemos hace menos de un año- eran las profundas meditaciones de Sherlock, quien aunque era muy inteligente los sentimientos le eran muy complicados ya que antes solo los consideraba unas meras reacciones químicas. Pero desde que conoció a su Liam estos se volvían desbordantes, pero eso no era del todo malo. Le hacía sentir una calidez en su pecho que nunca sintió y eso era agradable deseando poder permanecer a su lado el mayor tiempo posible. Lo cual no era tan difícil pues pasaban casi todos sus ratos libres juntos, fumando un cigarrillo, comiendo, conversando o simplemente estando al lado del otro sin decir una palabra pues la mera compañía de su contraparte era suficiente.

Entre libros de química y matemáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora