Recuerdo

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Eran principios de mayo y Sherlock se encontraba bastante ocupado terminando su proyecto el cual tendría que presentar finalmente la primera semana de junio. Todo iba bien sus informes les agradaban a sus maestros y también había escrito un artículo en conjunto a algunos profesores y estudiantes. Sus experimentos para sintetizar aquel nuevo medicamento en el cual había estado trabajando los últimos meses eran un completo éxito y solo faltaba arreglar unos detalles para finalmente poder exponerlo ante el jurado de maestros. Había estado probándolo con una muestra de varias personas y no habían presentado afectos adversos mayores así que era casi perfecto para comercializarlo cuando terminara de estudiar su especialidad. Su Liam le había ayudado bastante con el análisis de datos y en elaborar toda clase de gráficos que ayudarían a exponer de mejor manera su proyecto. Antes los habría tenido que realizar por su cuenta, pero el apoyo de su novio había hecho las cosas muchísimo más fáciles y pudo concentrarse en lo que más disfrutaba del proceso: hacer reaccionar sustancias y ver como el producto de estas ayudaba a las personas.

Además ver y escuchar al rubio hablar de relaciones matemáticas era de cierta forma hipnotizantemente sensual. Sus lindos labios pronunciando números, porcentajes y cifras que Sherlock no entendía del todo hacían que sintiera la urgente necesidad de besarlo, pues los ojos de William brillaban tanto que simplemente era irresistible rendirse ante el impulso así que muchas veces se demoraban una tarde entera en terminar una parte del análisis. Ya que se daban ciertos descansos para mimarse mutuamente pues tener al otro enfrente hacía difícil no querer besarse o abrazarse. Sin embargo el estudiante de química había logrado sacar adelante su proyecto y solo faltaban analizar los últimos datos para finalmente tener lista su tesis que tendría que defender.

Como era de esperarse atrajo la atención de muchas farmacéuticas que querían que trabajara para ellos cuando finalizara sus estudios, tenía un futuro brillante y si todo marchaba bien podría darle la vida que su Liam merecía. Aunque su amado rubio no se quedaba atrás pues era tan talentoso que también había recibido propuestas en varias de las mejores escuelas de Londres. Seguidamente fantaseaba con la vida que ambos tendrían cuando vivieran juntos, ya que faltaba menos de un mes para hacerle la propuesta pues John se casaba el 29 de mayo. Era un secreto pero su amigo ya había pagado el pie de una casa en la zona oeste de Londres y quería darle la sorpresa a Mary en su noche de bodas. Sherlock lo había ayudado a escogerla así que además de realizar todo su trabajo en la universidad se había pasado varias tardes viendo viviendas junto a John y la señorita Hudson. William le dio pequeñas palmaditas en la cabeza enternecido por lo gran amigo que era Sherlock, quien le dijo que lo estaba tratando como si fuera un perro que había hecho algo bueno. Así que inmediatamente exigió muestras de afecto más propias de los amantes.

-Eres realmente infantil y tierno, Darling- Había dicho el rubio mientras su pareja lo llenaba de besos apretándolo entre su cuerpo y el sillón ya que ambos se encontraban en el departamento del estudiante de química.

-Voy a recordarte que puedo ser mucho más que solamente tierno, Liam- mientras le daba una pequeña mordida al cuello del rubio provocando que este dejara escapar un gemido por la sorpresa.

-Sherly, a veces eres muy brusco- mientras tocaba el lugar afectado y miraba con algo de reproche al otro, sin embargo había un pequeño brillo en sus ojos.

-Eso no significa que no te guste- dijo ronroneando y dejando pequeños besos sobre la parte del cuello del rubio que mordió.

-¿Qué voy a hacer contigo?- dijo mientras suspiraba y depositaba un pequeño beso sobre los cabellos de su novio.

-¿No es obvio, Liam? Solo tienes que seguir amándome- mientras lo abrazaba y hundía la cabeza en el cuello del otro llenándose de su delicada fragancia.

Entre libros de química y matemáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora