Capítulo 4

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Tamara.













No creo que esto sea mala idea, más bien espero que esta salida juntos refuerce esa amistad que se rompió hace un par de años por estupideces y malos entendidos. Si, sin querer y sin conciencia, le rompí el corazón a mi mejor amigo. Todo fue por una mala comunicación de mi parte y ausencia de la suya. Tonterías que al final dañaron todo.

No me gusta recordar esa época, ya que todo pasó para mal y yo también resulté lastimada. Con el corazón roto y llena de vergüenza. Mas bien no vale la pena recordar en estos momento a el causante de tal desdicha. No lo vale y no tiene ningún beneficio recordar malas vivencias.

El hombre que camina a mi lado y me ofrece su brazo para llevarme como todo un caballero es el Blake que yo conozco. Aprecio su fino rostro y la seriedad en él no tiene perdón de Dios, lo hace ver demasiado guapo, lleno de una autoridad que deseas en tu vida y esperas todos los días observar. No es tan malo como aparenta, no al menos que esté muy enojado.

Como espero de él, habló muy poco en todo el camino, señal de que hay una ruptura en nuestra confianza.

Aun cuando está cena es un asunto de negocios Blake menciona pocas palabras y se centra mucho en las propuestas de dos tipos le ofrecen.

Bebo de mi copa mientras los escucho hablar y negociar. Blake siempre hablando con todo el conocimiento. Toda su experiencia la posee sin atraso, pues él siempre se ha representado solo. No se la razón, pero se nota que lo puede hacer bien sin el más mínimo problema. Es independiente.

—¿Tamara Brooks? es tu nombre—menciona uno de ellos.

—Si—sonrió mostrándome amable. Ya me había presentado.

—Tu nombre me era muy familiar, y ahora entiendo por qué—me sentí nerviosa. Rogué que no fuera uno de los tantos tipos con los que he salido—. Sales en los medios, eres la presidenta de la casa de modas Russell—mi alma descansó tranquila.

—Si—confirmé—. Yo soy la encargada de manejar esa empresa.

—He escuchado que ha tenido una buena racha desde que tu estas al frente—jamás escuché que escribieran algo bueno de mí y admito que me sorprende.

La mayoría de las personas de este planeta me conoce como la amante del señor Mason Russell por escalar de mi puesto de secretaria a presidenta de la compañía. Algo que pasa casi nunca. Lo que los malditos medios no saben que es todo fue heredado sin yo saberlo.

—¿Gracias? —dije ante mi nulo conocimiento del tema. Como dije, jamás he leído un artículo donde se expresen bien de mí.

La revista más amarillista que se refirió a mi como la zorra Russell no se ha disculpado conmigo y a pesar de que los abogados de la empresa quieren ejecutar una demanda en su contra por difamación, me he negado hacer caso a las sucias palabras que me son etiqueta es como darles la maldita razón. Yo sé la verdad y con eso me basta.

El rubio que ejecutó varias preguntas mantiene su mirada fija en mi persona, lo veo tomar un tarro de cerveza en su mano y tambalea cuando lo hace, su semblante es más claro ahora y noto la ebriedad en su cuerpo. Ese tarro llega a su boca y acaba con el líquido de un solo trago, algo que solo haría una persona ebria.

—También se dice, que eras la amante del viejo—lo miro con pena por ser uno de los tantos descerebrados que opinan sin saber.

—No fui su amante—no sé por qué lo intento—son solo chismes.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora