Capítulo 25

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Bastián.








—Pendejo, eres un jodido pendejo—brotó su lado mexicano—¿No entiendo por qué mierda sigues aquí Bastián? ¡Largo! ¡Ve a buscarla!

Llevé la taza a mi boca y bebí de mi café.

Si, admito que Esteban tenía todo el derecho de gritarme sus frases mexicanas y yo también me siento molesto conmigo mismo. No lo dejo ver por supuesto, pero me hierve la sangre por la puta estupidez que hice esta mañana.

Blake llegó hecho una fiera ante mi preguntando con malas palabras del porque Tamara sabía sobre el contrato cuando se supone que ella no debe estar enterada de eso. Respondí que un no lo sé, y no importa si lo sabe. Dedujo lo que tanto quise esconderle y no tuve otra opción que negarlo. Follamos con ella y me rompí el corazón a mí mismo, me saboteé en todos los sentidos posibles. Cuando se lo propuse rogaba al cielo que se negara, sé que nos teme, pero el que Blake la provocara hizo que ella accediera. ¿Qué opción tenía? Participar también y no dejar que sospechen.

Mi corazón se hizo trisas en todo momento desde que mi hermano posó sus manos en ella. Quise golpearlo y sacar a ambos de su habitación y quedarme a solas con ella.

—¡Cobarde! ¿Por qué mierda no aprovechaste el momento en gritarle a Blake que sus sospechas eran verdad? Quiero partirte la cara.

—Ya se.

—¿Por qué estas tan calmado?

¿Su furia? Le conté la idiotez que cometí para proteger mis sentimientos. No resultó como esperé y ahora me arrepiento.

—Te exijo que le digas la verdad a esa mujer—insistía desde hace rato con lo mismo.

—No­—dije seguro—. A ella le gusta lo que pasa, si ella disfruta está bien.

—¿Qué? —su indignación fue clara—. Yo te parto tu madre —no entendí.

—¿Eso que significa?

—Que te patearé las bolas por estúpido, que dejaré tu trasero morado por imbécil. Es que, ¿Cómo se te ocurre entregar a la mujer que amas de esa manera? Vas de error en error.

Yo también me repetí lo mismo cuando todo terminó, mientras me daba un baño y retenía mis estúpidas lagrimas me recriminé lo imbécil y todos los errores que había cometido resaltaron más en ese momento de debilidad.

Sali tan rápido de esa casa como me fue posible. No quise verla porque correría a sus pies y rogaría que me escuchara, escupiría la verdad después de entregarla a mis hermanos.

Nunca me sentí tan cobarde como me siento en este momento, además de estúpido sigo cargando en mi pecho esa pesadez de dolor y angustia. Por dentro me rio de mí mismo por el sabotaje tan estúpido que hice en mi contra.

Ella me enloquece y me desespera que no pueda notar todas la señales que llevo dándole, pero no es su culpa, es mía por cobarde y necio.

—Pero que día de mierda—dije cansado.

—Tienes que decirle la verdad. ¿Por qué te resistes? ¿No la quieres para ti? ¿No deseas que solo te desee a ti?

—Mierda, sí, pero no es tan fácil.

Tenerla fue la mejor de mis experiencias. Es tan bella. Sabía que tenía pecas en su cuerpo, ella misma me lo dijo, y esa primera vez en el bar no las noté tanto como la última vez. Si pudiera la tendría desnuda en mi cama día y noche, le prohibiría usar ropa y no habría ninguna prenda en su closet. No tendría opción más que andar desnuda por siempre.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora