Capítulo 13

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Tamara.








Mientras miro el techo de mi recámara pienso estupideces.

Si, a veces me permito ser estúpida.

—Pero que día de mierda—susurro para mí. Así lo sentí, demasiado tenso, frustrante y horrendo.

Logan me demostró lo imbécil que puede llegar a ser y dudo que sea el nivel más alto de estupidez, hay más en él, lo sé.

Luka no se casará, no al menos en el salón que ellos escogieron, no siento pena por él, si no por la bella Catalina. Es una pena que su día especial no se lleve a cabo en ese lugar, lastima, parecía gustarle tanto. No sé qué más ha procedido con ese tema, porque el dueño de dicho hotel no me ha dirigido la palabra desde que llegué a casa. Dos veces nos hemos cruzado en las escaleras, pero me ignora y no es nada lindo que lo haga.

Recordar lo mal que estamos hace que mi pecho se sienta raro. Se oprime y es incómodo. Odio esa sensación.

Arrojo un par de almohadas al piso cuando comienzan a ser estorbosas. Soy de las que disfruta de muchas ricas almohadas sobre la cama, una para poner la cabeza, otras para abrazarlas, una más para subir mis piernas y otras cuantas más por si las necesito. Pero ahora no, son molestas y me dan calor.

La hora en mi móvil marca las 11:56 de la noche. Para ser entre semana es muy tarde, si fuera un fin de semana sería muy temprano. Nada raro que tenga insomnio cuando he tenido un día de mierda. Lo único que me consuela es que dentro de cuatro minutos será mi cumpleaños y espero con ansias la fiesta que Chloe preparó para mí.

Siento la necesidad de comer un chocolate y sin pensarlo dos veces me levanto de la cama.

Salgo al ancho pasillo no sin antes haber verificado que ningún macho ande por ahí en ropa interior o peor aún, desnudos. Huácala que rico.

Bajo rápido las escaleras, en silencio y sin encender las luces. Ana es muy ordenada, me consta, pero en cuanto a mis antojos siempre están de un lugar a otro y no es su culpa, es solo que yo tomo una bolsa y otra y las dejo donde no corresponde.

El cielo está a mi favor y agradezco a la hermosa Luna que está en perfecta posición para alumbrar lo suficiente toda la cocina. Comienzo por los cajones y puertas que están encima de mi cabeza. Cada gaveta tiene artículos, pero no son mis chocolates.

El microondas y el horno están perfectamente colocados sobre la pared y a una altura decente. Empiezo por el microondas y obviamente no hay nada, abro el horno y tampoco. Vaya obviedad. Cierro la puerta del horno y veo mi reflejo en el vidrio de este.

Estúpidamente mis ojos miran mis pechos y recuerdo la patanería de Logan. Usar solo un top negro no es la mejor de las ideas según mi cabeza. Mis pechos si se ven algo pequeños ya que presto atención. Hecho mi cabello completamente hacia atrás para una mejor vista. Ahueco mis pechos contra mis manos y continúo mirándome en el vidrio.

De perfil izquierdo.

De perfil derecho.

Y por supuesto de frente.

Me descubro haciendo muecas cuando comienza a desagradarme lo que veo de mí.

—¿De verdad son pequeños? —susurro para mí, aun mirándome, aun estando en mi mundo.

—No—al escuchar la voz grito y me giro tan rápido como mis pies lo permite.

¡Ay no!

Él está parado frente a mí, serio, con los ojos fijos en mis manos puestas en mis pechos.

Sigo esperado a que la tierra se abra y me trague.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora