Capítulo 11

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Tamara.










Verlo directamente a los ojos me afectó, no imaginé que el golpe de esa impresión fueran un sin fin de lágrimas. Muchas veces pensé que al verlo de nuevo me lanzaría sobre su cuerpo y trataría de golpearlo hasta que todo de él quedara morado. ¿Y qué fue lo que pasó? Comencé a llorar como una niña de tres años. Bastián me vio moquear y babear hasta que me controlé a la fuerza por semejante escena.


En cuanto llegué a casa corrí a mi habitación y me quedé encerrada hasta altas horas de la noche. Sigo tirada sobre mi cama, envuelta en una pijama con estampados de dulces y miro directamente hacia la ventana que me da una vista hermosa de la Luna.


Recuerdo una y otra vez la humillación que sentí en ese momento, las miradas de todos y los murmullos de otros. Incluso las sonrisas de las chicas que creía mis amigas, solo Chloe estuvo a mi lado. Ella insistía en buscar a Luka y secuestrarlo para torturarlo. Eso no iba a pasar jamás. En fin, todo esa vergüenza volvió y agregó un poco más al montón por moquear él saco perfecto de Bastián


Tengo que disculparme con él. Pensé.


La puerta detrás de mí se abre, pero decido no mirar, cierro los ojos simulando dormir y relajo la respiración. Alguien se sienta sobre el colchón manteniéndose detrás de mí. Se mueve con lentitud hasta que me abraza por la espalda. Su pecho desnudo toca mi espalda, sus dedos quitan de su paso mi cabello y lo siento suspirar.


—Siento mucho lo que pasó—susurra—. Hace seis años no estuve para sostenerte y consolarte. Discúlpame por ser tan egoísta, no pensé en tu dolor, solo en el mío—parpadeé cuando quise llorar—. Me dolió tanto perderte, que canalicé ese dolor en ira y enojo contra ti. Estúpidamente creí que te merecerías todo ese dolor. Pero no es así Tamara, nadie merece ser humillado de esa manera tan baja. Él es un estúpido y un idiota, espero que todos los días se arrepienta por haberte dejado ir. Aunque yo se lo agradezco, su cobardía cambió tu destino y ahora estás aquí conmigo.


Me moví poco a poco hasta quedar cara a cara contra él. Sonrió cuando mis ojos lo miraron, él sabía que no estaba dormida


—¿Crees que haya algo malo en mí y por eso él no se quiso casar conmigo?


—Todo en ti es perfecto, ojitos.


—Gracias. Verlo feliz con ella me hizo dudar y me hizo revivir esa vergüenza que solo pensé en llorar y llorar. Manché de mocos la ropa de Bastián—él rio bajo.


—Estoy seguro que te perdonará por eso. ¿Estás bien? —volvió la seriedad en él.


—Ahora sí—de nuevo siento vergüenza—tal vez debo disculparme con Bastián


Intento ponerme de pie y jala mi brazo, caigo de nuevo y casi sobre él. Su pierna sube sobre las mías y su mano rodea mi cintura, jala mi cuerpo y me pega demasiado a él.


—Quédate conmigo—susurra—solo esta noche—esconde su rostro en mi cuello. Su aliento me hace cosquillas y se siente bien.


Atrapa mi cuerpo de tal forma que me impide moverme a mi antojo, continúa respirando en mi cuello. Mi cara se esconde en su pecho, su olor corporal es hechizante, no deja de oler a macho a pesar del olor a suavizante que resalta su ropa.


El sudor de mi cuerpo dejó de ser un problema cuando me acoplé a su cercanía, no fue incómodo o molesto. De hecho, me sentí bien en sus brazos. Me gusta cómo se siente. Relajé mi cuerpo y también lo abracé, él se relajó cuando entendió que no le patearía el trasero.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora