Capítulo 38

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Tamara. 






—No estoy de acuerdo—resonó una voz ruda, Bastián.

Nos quedamos en silencio esperando que continuara con una justificada explicación por su respuesta.

Me senté sobre el escritorio frente a ellos tres y en cuanto hice eso, Jake y Blake se pararon a mi lado mirando a Bastián con seriedad.

Quizás ellos dos querían lo mismo que yo.

—Te escuchamos—dije.

—Es una decisión acelerada. Tienes miedo, lo entiendo, pero no es buena idea estar los cuatro juntos, es precipitado. No es una decisión que se tome a la ligera. Mi padre no puede acercarse a ti, porque tu padre está a tu lado, cuidándote, pero Hanson si puede acercarse a nosotros en cualquier momento. No voy a exponerte. De mi parte es un no. Y dudo que ellos dos sean tan estúpidos como para ponerte en las manos de Hanson—la intensidad de su mirada y sus firmes y sensatas palabras apaciguaron mi deseo.

No tenía dudas de que Hanson Russell asesinó a mi madre y esa fue la razón por la que no pudo llegar a mí, el que mi padre asignara a Gabriel estar conmigo todo el tiempo y también el que estuviera en esta casa por varias semanas. Yo estaba a salvo con Gabriel a mi lado, aunque me costara admitir que con ellos estaría más en peligro de lo que estuve antes.

—Bastián tiene razón—dijo Blake—no sabemos dónde está Hanson ahora.

—Está bien, no será ahora.

—Pero lo será, ¿verdad?—miré a Jake cuando preguntó.

—Eso espero—sonreí con pesar.

Bajé la cabeza y mordí mi labio, quería llorar de nuevo. Eran como pequeños choques de realidad, un momento lo olvidaba y de nuevo regresaba a mi para recordarme lo que estaba pasando. Una situación que esperé hasta que ella estuviera anciana y muriera en su cama, en paz.

Suspiré y de pronto sentí unas manos rodearme el cuerpo. Mi cara cayó en el hombro de Blake. Me sostuve de él en un abrazo reconfortante.

—Buscaremos justicia—me dice seguro de ello.

No esperaba dudar de él, pero lo hice, después de todo estaba hablando de su padre. Era un maldito loco es verdad, pero nada me aseguraba que ellos apoyarían mis decisiones en contra de él.

Estaba dudando de ellos.

Y dudaba hasta de mi propia sombra.

Sentí lagrimas salir de mis ojos sin ser consciente de ello en el momento que Blake tomó mi rostro en sus manos. Sus pulgares barrieron con ellas, mirándome con pena en todo momento.

—Verte llorar siempre me ha molestado, porque nunca puedo solucionar el problema para evitar que lo hagas. Como en este momento.

—Pasará—dije con un toque de resignación. En efecto, no podía hacer nada y regresar el tiempo era imposible. Y me pregunté ¿si el dolor desaparecería en algún momento?

Acuné esa mano que seguía en mi mejilla y le sonreí, como pude lo hice. Y lo que gané fue un repentino beso que de la nada me sacudió todo el ser. Los movimientos de su boca eran desesperados, pero lentos dejando en claro lo que quería y deseaba en el momento. Se alejó e intenté capturarlo de nuevo, pero no lo logré, me quedé como una niña esperando un rico bocadillo con la boca entre abierta y esperanzada de tenerlo.

Sonrió.

Era un mal momento para desearlo, era un mal momento para estar con los tres a solas.

Solo ellos podían hacer que yo olvidara mi fea realidad.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora