Capítulo 7

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Tamara.








Mis pies se mueven hacia tras torpemente, estabilizo mi cuerpo entero mientras tengo los ojos abiertos y la sorpresa me deja estática. Su acción me paraliza por completo.

Sus manos calientes se aferran a mi pequeña cara y sus labios carnosos se devoran los míos. Porque a pesar de no esperarlo, le correspondo. ¿Por qué? No lo sé, simplemente pasa. Así mismo las palabras de mi querida amiga retumban en mi cabeza una y otra vez. La palabra Sándwich gira alrededor de mi cabeza.

Los Russell pretenden que sea el relleno del Sándwich.

—¡No voy a ser el relleno de tu Sándwich! —grito en cuanto lo empujo.

El pelinegro me mira muy confundido. ¿Ahora como le digo que todo es culpa de la absurda palabra que Chloe sembró en mi cabeza?

—¿El relleno de mi Sándwich? —parpadea confuso—Tamara ¿de qué hablas? ¿Mientras te besaba pensabas en comida?

Bien Tamara, ahora piensa que eres una tragona de mierda.

—Si tienes hambre puedo...

—¡No! —respondo sobre sus palabras. Poso las manos en mi cintura y respiro profundo —¿Por qué me besaste? —me confunde un poco.

—Blake dijo que tus labios eran muy atrapantes, así que quise comprobarlo por mí mismo.

En todo lo que dijo lo único que retumba en mi cabeza es el hecho de que Blake tenga buenas referencias de mi persona. Habla de mis labios llamándolos atrapantes cuando solo me ha besado una vez. No entiendo porque Bastián intenta comprobar las palabras de su hermano, todo apunta a lo mismo. Me ve como el relleno. Me alaga.

—¿Y si Blake te dice que soy buena en la cama? —su respuesta me dirá muchas cosas.

Su tierna sonrisa aparece, sus ojos se cierran apretando sus largas y llamativas pestañas.

—Blake no tiene esas referencias—asegura manteniendo esa sonrisa perversa en su rostro—. Y si las tuviera...—se acerca peligrosamente. Mis piernas chocan con la base de mi cama y mi trasero se apoya en el colchón—lo averiguaría.

El Russell me ha dejado en shock, desde esta posición su altura de 1.95 me intimida, sin mencionar la profundidad de su mirada, la sonrisa perversa y ese toque atractivo que posee en ese cuerpo.

Se inclina hasta quedar frente a mi rostro, lentamente se mueve hacia adelante y yo trato de evitar un beso nuevamente. Mi cuerpo no puede ir más atrás sin que caiga acostada sobre la cama así que opto por no moverme más hasta que sus labios rozan los míos.

—Déjame besarte cuando yo quiera —susurra. No entiendo si es una petición o una orden.

—¿Por qué debería hacerlo? —mi nerviosismo es evidente ante esa mirada oscura.

—Porque será divertido—manifiesta tranquilo, pero siempre con esa sonrisa atractiva.

Entre abre sus labios para después tomar los míos en un beso mucho más pacífico y con control. Mi mente se aclara y todos esos pensamientos raros despejan mi mente dejándome disfrutar del momento. La calidez de su beso me transporta hacia otro lugar. Sentir sus manos tocar mis mejillas me ayudan a tener más presente quien es el hombre que devora mis labios y no pretende dejarlos libres.

Mi pecho sube y baja en un respirar lento y difícil. Los latidos rápidos de mi corazón no ayudan en mucho y el sudor en mis manos me hacen sentir incómoda.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora