Capítulo 36

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Tamara. 







Desde pequeña mi padre siempre me dijo que era una bocona, que amaba llevar al límite a las personas y eso era verdad. Gabriel también lo dijo. Y eso mismo hizo que ganara el odio de Hanson Russell, ese hombre me pisaba los talones y temía por eso. Luego de cuestionarme toda la jodida noche lo que dijo Aaron, en mi mente nada tuvo sentido y aun así la duda estaba en mi pecho y de vez en cuando dolía.

No hablé con nadie sobre cómo me sentía, no permití que me vieran con el llanto sobre mi cara luego de esa escena donde me rompieron el corazón. Opté por escuchar la masculina y sexi voz de Jake y le exigiría una explicación a Bastián.

Gabriel desconoce cómo me siento y que cosas planeo. Solo condujo y me trajo hasta la empresa Russell. Durante el camino me sentí tan valiente, pero cuando vi a Blake salir de la empresa en compañía de Jake toda esa valentía se fue. No niego que mi corazón estalló al verlos y pensar en Bastián los nervios eran más intensos.

¿Y si todo era verdad? Esa pregunta me taladraba la cabeza y me hacía sentirme temerosa. Por un momento quise salir corriendo de todos y no saber nada por miedo. Imaginar a Bastián burlarse de mí, me rompería el corazón, imaginar ese dolor de nuevo era terrible y más miedo pude sentir, pero era consciente que todo ese dolor era mejor que una mentira, yo necesitaba escucharlo de su sexi boca y así poder asimilar la traición con más veracidad.

—¿Te dejarán entrar?—preguntó Gabriel.

—Quizás. No lo se.

—Bajemos entonces—Gabriel retiró el seguro de las puertas y bajó. Mis ojos solo se enfocaron en dos de mis hombres y bajé del auto cuando ellos giraron en una esquina.

Gabriel ajustó su saco y yo pasé mi mano por mi cabello.

Estar frente a la puerta me recordó ese espantoso momento, lloré con toda la humillación y ahora regresaba siendo nadie, es cierto, pero no avergonzada como me sentí en su momento, esa sensación la olvidé hace mucho.

En la entrada no se nos puso ningún pero, gracias a que el guardia de la puerta y la recepcionista me reconocieron. Le pedí un favor a esa rubia y fue no avisarle al Russell que yo estaba aquí, aceptó y subimos al ascensor.

Las puertas se abrieron en par y en cuanto puse un pie fuera del ascensor Melissa Russell salía de la oficina. La prima de los hermanos Russell me sonrió a pesar de que solo nos vimos una sola vez, ella tuvo la gentileza de sonreírme, correspondí.

—Hola, Lilly—mi antigua secretaria me sonrió.

—Señorita Brooks. Que dicha verla de nuevo.

—Gracias, ¿puedo ver a Bastián?

—Si...—levantó el teléfono y la detuve enseguida.

—Quisiera sorprenderlo. ¿Puedo?

La duda fue evidente en su cara de niña, me sonreía con tranquilidad, luego sus ojos se fijaron detrás de mí. El terror marcó su cara y cuando miré lo mismo que ella observé a Gabriel con su saco abierto y mostrándole el arma que estaba en su cintura.

—Oye—articulé sin voz—. Es mi guardaespaldas. Es estúpido, pero inofensivo.

—Entiendo.

—¿Puedo pasar?

—Si—no dejaba de ver al idiota de Gabriel con tanto miedo.

—Gracias. Quédate aquí Gabriel y no molestes a nadie.

—Trataré.

Empuñé mi mano y toqué la puerta dos veces, esperé un segundo y la voz de Joe me dio el acceso. Entendí por qué Lilly quería anunciarme primero.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora