Capítulo 26

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Tamara.








Sus dedos barrieron con las lágrimas insistentes que se aferraban a la piel de mis mejillas. Mantuvo siempre una sonrisa liviana y cálida ante mí.

Cuando abrí la puerta de ante mano sabía que se trataba de él. ¿Cómo? No lo sé, solo lo intuí. A pesar del mal día que estaba pasando, me armé de valor y estaba lista para todas las preguntas que los hermanos Russell tengan para mí.

Para nada me siento en la obligación de hablar y si decido callar estoy segura que ellos lo aceptarán. Pero ante mi mala racha de vida no solo se trataba de un video sexual y del peligro inminente que me rodeaba y del cual estaba consciente, sino que además en un día exactamente me tendría que despedir de ellos tres. Mi estadía en esta casa termina y en cierta forma hay alivio en mi alma, pero también tristeza y una mezcla de sentimientos que me cala en el pecho.

Imposible describir la vergüenza que sentí en cuanto ese video se reprodujo con el audio tan fuerte. Mi padre lo hizo de nuevo, me humilló y no le importó. Me cuestiono si realmente le importa lo que pueda pasarme, o solo vio una oportunidad para joder. Da lo mismo, si se encarga de ese video le debería un favor.

Descargué mi furia, mi humillación y el infortunio de mi vida, lloré como es debido y procesé todo tan rápido como suelo hacerlo. Claro que tenía miedo. Dios. Mi cuerpo temblaba y mi mente me jugó chueco visualizándome en garras de no sé qué depravado sexual. Saqué una bolsa de dulces y los esparcí por la cama esperando que el olor a fresas diera paz a mi alma. Pero en cuanto el tocó la puerta y lo vi a los ojos, mi vergüenza regresó y las lágrimas aparecieron de nuevo haciéndome parecer débil ante sus ojos negros.

Bastián ¿qué rayos tiene en esa mirada?

El hombre que mide más de 1,90 centímetros según mis ojos y mi mal calculó, me apretó contra su pecho, sin esperarlo me levantó de la cintura, mis piernas se sostuvieron de su cadera y se sentó en aquella silla donde Jake pasó unos minutos mirando como me follaban sus hermanos. Me aferré a su cuello donde escondí mi cara, su olor me regresó a la calma poco a poco y cuando lo miré sonrió tierno.

Mal Bastián.

—No soy...

—Débil—terminó por mi—. Lo sé, te aseguro que no te veo de otra manera que no sea fuerte y decidida.

—Y tengo miedo—admití.

—Y es normal.

—Me avergüenzo.

—No entiendo por qué. Siempre supe que eras una mujer con una libertad sexual que pocas se atreven a tener.

—Esa libertad sexual ahora me causa la angustia más grande de mi vida.

—Todo en la vida tiene consecuencias—suspiré dándole la razón—. Unas más graves que otras.

—No puedo evitar pensar en manos de que depravado caeré—frunció el ceño y su cara tierna desapareció—. Tengo una mala relación con mi padre, pero muy en el fondo le ruego que encuentre a la persona que tiene ese video en su poder. Y al idiota que me está vendiendo.

—No caerás en manos de nadie pecosa. En las únicas manos en las que debes estar es en las mías.

¿Era una broma para hacerme reír? Porque no logró su objetivo, solo hizo que mi pulso se acelerara.

Desvié mi mirada de la suya, recordando lo que hablé con Blake. Bastián tramaba algo al decirme de ese contrato. ¿Realmente espera que de alguna manera me aleje de ellos?

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora