Capítulo 37

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Tamara. 







—¡¿Qué me está diciendo?!—por primera vez, vi a mi hermana perderse en sus emociones y gritar con desesperación—¡No!

Joe la rodea de la cintura e intenta contener a una mujer que tiene baja estatura y poco peso comparado con él. Le cuesta hacerlo y no deja de intentarlo.

Llevo la mano a mi pecho y siento las lágrimas correr por mi cara, pero el shock no me ha dejado, solo sé que he perdido a mi madre para siempre y no recuerdo exactamente cuándo fue la última vez que la vi. El aire no baja completamente a mis pulmones y me siento obligada a respirar con dureza y mucha fuerza para no desmallarme.

—No debí dejarla—Briana por fin regresa a Joe y lo abraza rompiéndose aún más de lo que ya estaba. A ella de igual manera se le dificulta respirar, la veo esforzarse.

Flexiono mis codos contra mis rodillas y escondo mi cara entre mis manos. Cerré los ojos e intenté despertar de esta pesadilla, intenté desesperadamente regresar a la realidad, rogaba dentro de mí que fuera otra, gritaba muy en el fondo que nada de lo que estaba viviendo fuera real.

Accidentalmente mi mano pasó por mi cuello y me dolió el tacto, tenía unas heridas muy pobres sobre mi cara y cuello y en mis brazos también. Fue un golpe de realidad, mi madre si estaba dentro de la panadería y si murió en medio de las llamas. Mis pensamientos son crueles y puedo imaginarla pidiendo ayuda, no llegué a tiempo...

—Tamara...—levanto mi rostro y veo a Gabriel delante de mí. Herido también, pero nada grave. Él se inclina delante de mí posando sus rodillas contra el suelo.

—No llegué a tiempo—susurro al aire sin mirarlo hasta que su mano ahueca mi mejilla.

—¡No mierda! ¡No lo acepto! ¡Así no!—mis ojos se dirigen a mi hermana de nuevo. Ella intenta entrar a la panadería, o a lo que quedó de ella. Briana llamó a Joe desesperada luego de la explosión y llegó tan rápido a ella.

Mis ojos se enfocan en ese lugar mientras observo como los bomberos intentan sofocar el fuego. Mientras la gente que nos conoce se queda pasmada al igual que lo estaba yo.

Que mierda.

—Ella siempre fue muy precavida cuando horneaba—le dije a Gabriel. Unas lágrimas gruesas salieron de mis ojos al recordar como tenía cuidado con todo—. Es ridículo que pasara algo así. Porque ella tenía cuidado por nosotras—sollocé sin quererlo—era muy cuidadosa con todo.

—Los accidentes pasan.

—No—negué con los ojos apretados—. No lo acepto.

—Tamara...

—Gabriel...no es posible—me rehusaba aceptarlo.

¿Cómo iba hacerlo? Si era mi madre la que estaba ahí adentro. Cómo podría solo decir: si, es verdad lo acepto.

—Quizá la policía quiera hablar contigo y con Briana—asentí. Lo menos que quería era hablar con ellos, pero no tenía opción.

—¿Te tienes que ir? ¿Ya sabes? Por la policía.

—No, pero no estaré cerca de ti.

—Lo entiendo.

—Ven—me ayudó a ponerme de pie—. Deben revisarte.

Camino lento y con pasos cautelosos, pero cuando intento ir más rápido un mareo estalla en mi cabeza nublando toda mi vista. Me detengo y siento otras manos tomarme del brazo a parte de las de Gabriel. Miró curiosa y veo a Blake a mi lado.

Sin decir nada dejo a Gabriel y me escondo en los brazos de Blake que no duda en sostenerme. Mi cara la escondo en su pecho y me quedo ahí, esperando que sea para siempre. Me aprieta fuerte, muy fuerte asegurándose de hacerme sentir su apoyo, su cercanía.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora