Tamara.
—Bastián... —jadee cerca de su oído. Sus labios calientes recorren cada parte de mi cuello. Sus manos se aferran a mis hombros y espero a que él haga lo que desee. Pero su lentitud me desespera. Muevo mis piernas alrededor de su cuerpo y halo con habilidad hasta que su cuerpo se pega de lleno al mío. La madera del escritorio cruje y así obtengo su atención.
Su mirada negra se enfoca en mí. El rojo en sus mejillas me acelera el corazón, deseo verlo así todo el tiempo y la desesperación que sentía hace un segundo se hace nada, cuando puedo percibir detalles que jamás vi en un hombre.
Comienza abrir el escote en mi blusa y traga saliva cuando el nacimiento de mis pechos queda frente a él. Presta más atención de la que debería en esa zona y logra ponerme nerviosa por ser tan intenso. Deja todo de lado y sus manos descienden lentamente por debajo de mi ropa, sus manos toman mi cintura y suben por mi piel disfrutando lo que hace, sus pulgares marcan un camino lento por todo mi abdomen hasta llegar a mi pecho. Se desplaza por debajo del sostén y toma mis pechos, acuna esa parte de mi cuerpo. Después de masajear, mi blusa sale por mi cuello y lo acompaña mi sostén.
De nuevo veo en él esos ojos intensos prácticamente quemando mi piel, me intimida como su semblante se ensombrece un poco, ese sonrojo cae lentamente hasta quedar solo en un tono rosa muy poco perceptible. De un hombre tierno y con una calidez única, pasa a verse tan caliente como el infierno mismo. Bastián debe consumirme, quiero que lo haga.
Su mano se posa detrás de mi nuca y esconde de nuevo su cara en mi cuerpo, empieza por mis hombros, muerde ligeramente, su lengua literalmente lame cada rincón que desea, desde mi cuello hasta mis pechos, succiona siendo feroz, con desespero. Sus manos se esparcen calientes por mi espalda. Sus jadeos me hacen imaginar a una bestia desconocida, pero en lugar de temer lo deseo.
—Se mía Tamara—mi nombre en su boca no se escucha tan mal en este momento—. Solo quiero que seas para mí. Se mía—su voz sonó como ruego desesperado. Sus manos recaían en mi cuerpo con desespero, pero su boca no dejaba de besar mi piel expuesta.
Entonces entendí que mis pecas eran las causantes de sus palabras, de sus duras caricias y de cómo cambió en cuanto mi desnudez quedó ante él. Llegó a mi cara en un beso caliente, excitante y muy primitivo, su lengua busca desesperada la mía. Respondo de la misma manera dejándome envolver por su fuego y por el deseo caliente que nos quema por dentro.
Con torpeza llevé mis manos hacia su ropa y arranqué cada prenda que cubría su musculoso cuerpo. La corbata salió de la jugada, el saco también y apresuró el paso de su camisa con sus propias manos. Pego mi cuerpo al suyo, su pecho caliente se pegó al mío, lo sentía respirar y a su corazón latir apresurado.
Su tacto me eriza la piel.
—Desnúdate Bastián, hazlo para mi—digo sobre sus labios.
Mi petición no tuvo que ser mencionada de nuevo, porque enseguida él comenzó a desvestirse, poco a poco mi mente trabajó imaginando lo duro que estaba y lo deseable que sería su miembro en cuanto lo dejara ante mi vista. Su pantalón cayó a un lado y su ropa interior me daba una imagen cercana a lo que sería su desnudez total. Mis ojos caen en ese camino que se forma en ambos lados de su cintura guiando hasta la oscura y peligrosa casa de su duro compañero. Luego me dejó verlo salir de esa envoltura de su ropa interior.
Bastián no tenía alcance de lo que estaba pasando en mi cuerpo y en mi mente en estos momentos. Mi intimidad palpitaba en cada imagen que resalta en mi mente, pensando lo bien que se sentiría estar sobre él de nuevo, envolverlo con mi intimidad sin una protección de por medio, sentir su calor, mientras que escucho a Bastián gemir en mi oído y lo veo enloquecer por mis pecas.
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Tamara Por Tres.
RomanceRecibir una herencia fue algo que jamás esperó por parte de su jefe, pero su contenido y una cláusula especifica la harán someter todo lo que quería y creía en ese momento. Obligada por el profundo agradecimiento a Mason Russell, Tamara acepta esa c...