Capítulo 34

12.8K 1.1K 211
                                    

Tamara.










Estaba mirando a Gabriel, pero no prestando atención a lo que escupía de su boca. Sabía que estaba enojado y mucho, por salir de su radar y estar en manos de Bastián y el como él Russell lo provocó. Jura que solo él puede intimidar a la gente, casi casi reconociendo que Bastián provocó algo de miedo en él.

La mujer que ama. En esas palabras pensaba, desde que lo dejé atrás mi cabeza solo repetía como disco rayado esas cuatro palabras. ¿Él me amaba de verdad? ¿Por qué comprometer a su corazón a algo tan fuerte? Él mismo lo dijo, siente celos de sus hermanos, pero aun así acepta que yo tenga algo con ellos. ¿Por amor?

—La mujer que amo—Gabriel tiene mi atención cuando lo escucho repetir esas palabras y burlarse—. Por eso estas tan prendada de ellos. Defienden tu culo como si fuera el último de la tierra. Nunca, escúchame bien, nunca volveremos a ir a ese lugar lleno de machos calientes.

Bastián me saco de ahí por miedo a que algo malo me pasara, entonces, no tenía nada que hacer ahí de nuevo.

—Está bien.

—¿Follaste con él? Con el tipo del ascensor.

Blake y Bastián eran muy diferentes de eso no había duda, pero ambos se encargaron de dejar marcas. Blake las dejó en mi piel y aun me arde el trasero, pero Bastián las dejó de una forma diferente. Tampoco olvido las lindas palabras de Blake que me conmueven, sé que no las dice tan fácilmente y aun así se encargó de hacerme sentir amada por él.

—Y hubiera acabado con Jake, si no hubieras llegado en tu pose de guardaespaldas malo.

—Tienes mucho para ellos, eh. ¿Acaso no te duele el culo?—reí, porque de verdad era una curiosidad suya.

—Hay maneras—elevó una ceja—. Puedo con ellos, ahora si lo digo de una manera más grotesca y corriente. Tengo tres lugares donde ellos pueden hacerme feliz.

—Ay por la mierda. Eres una perra Tamara.

Me reí como hace mucho no lo hacía. El estúpido actuaba como un varón virginal de oídos castos y pito intacto. Tal vez si lo era, pero por su aspecto parecía todo lo contrario.

Gabriel dejó el sofá en donde tenía su apretado trasero y se puso de pie con la mirada fija en una parte del jardín delantero. Su cara cambio rápido de un momento a otro estaba alerta, sentí escalofríos de solo pensar que alguien pudo entrar a la casa.

—¿Qué?

—Está abierta la reja principal—el aire se atoró en mi pecho—. Pero no veo a nadie. ¿Por qué no subes? Cierras la puerta y no abres al menos que sea mi voz.

Mis pies se pegaron al suelo. Por primera vez sentí miedo de que algo malo me ocurriera, pero también de que Gabriel pusiera su vida en peligro. Era un estúpido, pero su compañía no era tan mala después de todo.

Entonces...el timbre sonó. Nos hizo pegar un brinco a ambos.

—¿Qué mierda? —Gabriel se movió sigiloso.

Tenía modales, quien sea que fuera, tenía modales.

Observé a Gabriel acercarse a la puerta principal con el arma en su mano, moviendo sus pesadas botas con mucho cuidado de no hacer ruido.

—Soy Alex—suspiramos—. Abre.

—Idiota—resopló con molestia.

Hice mi cobardía aun lado después de la tensión que sentí.

Tamara Por Tres.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora