Tamara.
En cuanto mi cabeza hizo un movimiento asintiendo a sus deseos, él no dudó en sacarme de la fiesta de su abuela, logró burlar a Gabriel y nos fuimos de la fiesta sin él. Si, me exponía al peligro, pero en mi defensa solo puedo decir que también deseaba estar a solas con Bastián y su propuesta me hizo verlo así.
No pude evitarlo, me tentó y caí. Tampoco es como que iba a resistirme.
Como dos adolescentes huyendo de las reglas y de padres estrictos nos subimos a un auto, arrancó y nos alejamos de todos. Su linda sonrisa estuvo presente en todo momento y su mano siempre firme sosteniendo la mía.
En menos de media hora yo estaba pisando el lugar donde vive junto a Blake y Jake. Un departamento grande y lujoso. Amplio y bien amueblado.
Sabía porque estábamos aquí, así que sin perder el tiempo lo arrastré a una habitación y rápidamente me corrigió llevándome a la suya. Todo en este lugar tenía su aroma, aquel mismo que percibí la primera vez cuando me abrazó fuera de su hotel. Entre besos calientes y caricias lentas y excitantes.
Terminé desnuda sobre la cama, contra mi estómago y él besando mi espalda. Frotando su miembro desnudo contra mi trasero, su cuerpo era caliente, sus manos recorrían cada espacio. Sus labios subieron a mi cuello, lo escuché jadear por lo bajo, empujando su pelvis contra mí una y otra vez.
—Mi Tamara—susurró—jamás me cansaré de besar tu cuerpo, de saborear tus pecas.
Incorporó su cuerpo, tomó mis caderas y me hizo girar. Sus ojos enseguida miraron mis pechos y más que inseguridad me sentí hermosa, con esa mirada negra brillando y deseando mi cuerpo. Subió encima mío y sostuvo su peso en sus manos. Me vio a la cara esta vez, con una sonrisa amplia que se proyectó a sus ojos achicándolos. De nuevo sentí envidia de sus pestañas.
—¿Por qué sonríes así?—toqué su mejilla.
—Te amo tanto, pecosa—el peso de sus palabras se sentó en mi estómago. Las mariposas eran reales.
—Yo también lo hago Bastián. Eres mi Russell favorito.
Se inclinó a besarme, correspondí a todo, al pasar de su lengua buscando la mía, al tacto de su mano tocando mi pecho. Su boca poco a poco viajó a mi cuello, ligeramente esparció besos calientes sobre mi piel. Llegó a mis pechos y se perdió en ellos. Los tomó en sus manos y lamió de un lado a otro no queriendo perderse de nada. Sacudí mi cuerpo debajo del suyo ante la onda de placer que me hacía sentir, enloquecería si eso era posible.
Descendió por mi abdomen y me estremecí con un jadeo vivo en mi boca, cuando abrió mis piernas y sentí su aliento en mi intimidad. Cerré los ojos y gemí, su lengua se abrió paso. Sostuvo fuerte mis piernas por mi impulso de cerrarlas.
La punta de su lengua sacudió mi clítoris, mi cuerpo entero y el deseo de correrme comenzó a nacer. Tan rápido y tan amenazante.
—Bastián...—susurré jadeante. Caliente, excesivamente caliente.
Su lengua entró en mi cuerpo, solo provocando que lo deseara más, mucho más. No era suficiente, era placentero, sí, pero me urgía tenerlo dentro. Succiona, chupa como un helado, mis manos se aferran a su cabello y tiro de él sin ser agresiva.
Su magnífica lengua sobre mi clítoris hizo que curveara mi espalda un poco y que mis manos sometieran su rostro entre mis piernas. Pidiendo más en acciones que él entendió tan bien. Agitaba mis piernas sobre la cama, sintiendo la seda contra mis pies, hasta que comencé a correrme y a llenar de gemidos la habitación. Los dedos de Bastián entraron en mi penetrando una y otra vez, complaciéndome hasta hacerme jadear y respirar rápido y cortado.
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Tamara Por Tres.
RomanceRecibir una herencia fue algo que jamás esperó por parte de su jefe, pero su contenido y una cláusula especifica la harán someter todo lo que quería y creía en ese momento. Obligada por el profundo agradecimiento a Mason Russell, Tamara acepta esa c...