Cap 4.

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Ni si quiera sé qué mierdas hacía allí, pero llevaba días necesitando hacer esto.

Me encontraba de pie, con mi oído pegado en una puerta, que a pesar de ser algo gruesa, no ocultaba aquella voz que surgía detrás de ella.

-¡Billie!

Escuché mi nombre a mis espaldas y maldije para mis adentros.

Alcé mi mano indicándole a Tré, al parecer, que callara. Sin dejar de ver al suelo, esperé con algo de nerviosismo que aquella voz no silenciara por culpa del grito de mi amigo. Mordí mi labio inferior, rogando a lo que sea que esté allá arriba que continuara cantando...

...Y entonces seguí oyendo aquella melodía.

Suspiré aliviado y miré al techo.

-¿Podrías explicarme qué rayos hacemos en Brossbar de nuevo?

Tré se acercó a mí, susurrando levemente, mientras yo seguía aferrado a aquella puerta. Aún así, pedí que bajara el tono de voz.

-Es esa jodida voz...

-¿De quién?

-Ella.

-¿La pelirroja?

Sonreí al escuchar el apodo que tanto odiaba esa chica que le dijera.

O tal vez sólo odiaba que yo le llamara así. Tal vez hasta me odiara a mí, pero a mí me atrajo como a un maldito.

Desde aquella noche, cuando tocamos en este mismo club, al momento en que me gritó en la cara sacudiendo su escandalosa melena roja empapada en jalea, sentí una jodida atracción hacia ella.

Tal vez, sólo fuese física, así lo creí cuando la vi por primera vez. Llevaba unas piernas que parecían jamás acabar, aún a pesar de no ser alta, sus extremidades eran largas y endemonidamente sensuales. Ella no era como esa clase de chicas a las que con sólo chasquear mis dedos las tenía en una habitación de algún hotel, con unas caras de puta inigualable, no. Ella lucía como una inocente adolescente, indefensa y callada... Hasta que abría la boca y te mandaba a la mierda.

Eso fue lo que me fascinó.

Yo, que siempre acostumbro a ser el puto que manda a todos a joderse, fui quien ésta vez fue lanzado al carajo por una enana pelirroja de ojos verdes. Irónico.

Entonces, tal vez sólo quería llevarla a una cama y acostarme lo antes posible con aquella chica. Deslizarme entre sus gloriosos muslos y hacerla gritar mi nombre hasta que no pudiese más.

Pero ahora que escuchaba esta voz, no estaba tan seguro de ello. Tal vez sólo deseara oírla cantar...

...Y luego follarla. Tal vez.

-No puede ser, Joe. Te ha costado unos días en meterte debajo de su ropa interior. Has perdido el toque, Armstrong.

-Vete a la mierda. Ni si quiera he pensado en ello.

Mentira, sí la he imaginado gimiendo, varias veces.

-¿Entonces? ¿Qué infiernos hacemos aquí?

Rodé los ojos y jalé de su camiseta, haciéndolo estrellar levemente con la puerta. Al fin pude verlo al rostro, y éste a mí, luciendo confundido.

-Ahora cierra tu puta boca y escucha.

Le ordené y esto hizo. Capté su voz de inmediato, como si supiera que estábamos allí, y cerré mis ojos de nuevo. "Estás actuando como un idiota imbécil, B", regañó mi consciencia y estuve de acuerdo con ella. Levanté mis párpados para mirar a Tré, quien veía al suelo, y luego a mí.

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora