Cap 43.

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Mis pasos son largos y bruscos, devoradores de caminos interminables y pasillos de medicina. El eco de los mismos resuenan con fiereza en aquellas paredes, y el coro de un par de Converses viejas y desteñidas me sigue a mis espaldas, ensordeciendo un tanto los míos. Llevo una mano hasta mi mejilla, y siento humedad empapar mis dedos, salina y totalmente suave. Sale de mis ojos. Estoy llorando. Lloro con mucha fuerza.

De pronto, noto mi andar interrumpirse por una casi invisible y gruesa capa de cristal frente a mí, la cual llevaba en un cartel rojo neón las letras que juntas formaban la palabra "Salida", y estiro mi brazo para empujar ésta, sorprendiéndome de la facilidad con que moví aquella pesada puerta, sorprendida de mi poder en aquel momento. Adrenalina, creo que le decían. Creo que eso experimentaba.

-Hayley...

Escucho que llaman mi nombre a mis espaldas, y frunzo el ceño por unos segundos. No por no reconocer de quién se trataba, si no por las lágrimas que salían con más intensidad al saber que el dueño de aquella voz, se encontraba igual de miserable que yo. O eso pensaba.

Siento cinco dedos tibios rodear mi brazo, empujándome levemente hacia atrás, incitándome a retroceder en mi objetivo y me giro con rapidez hacia él, apretando mis dientes con furia, mientras busco penetrar con ira en sus ojos, para hacerle saber que estaba perdiendo el control, y no quería acabar con el suyo.

-¿¡Qué!?

Exclamo elevando mi voz, ronca y quebrada, al momento en que obtengo su silueta en mi campo de visión.

Pero es entonces que me encuentro con aquellas perlas verdes, mirándome con la profundidad que ninguna otra cosa podía hacer si quiera acercándose. Logrando hacerme bajar todo el calor que el gran fastidio estaba provocando en mi cuerpo.

Trago saliva pesadamente, minimizando el enojo en mi semblante y muerdo mi mejilla interior, dejando escapar un suspiro largo. Definitivamente no podía hacerle éso a él.

-¿Qué..?

Repito la pregunta, ahora ahogando mi voz en un susurro y cierro mis ojos un segundo, buscando suavizar mi tacto. Los dedos de Billie acarician con delicadeza mi piel, dejando que miles de pequeños calmantes se esparcieran por toda mi espalda, aún después de todo este tiempo, y en éstas circunstancias.

-Sólo... -comienza un tanto dudoso, desviando un momento su vista hacia sus pies, y luego a mi rostro.- Estoy contigo, ¿sabías? Aquí estoy.

Un nudo se forma en mi garganta, justo al momento en que soy testigo único de su murmullo y entonces se desemboca en mis párpados otro mar de lágrimas, recordando porqué ambos nos veíamos de ésa manera; Despeinados, ansiosos, tristes, hambrientos y pálidos.

Ya no había razón que cumpliese nuestra fugaz y pequeña ilusión. Yo no estaba embarazada. Él no sería padre. No había razón para que se quedase. No había razón para tenerlo más tiempo conmigo. No había razón para todo.

Quizás, ¿ésa era la mayor parte de mi decepción? ¿El que, muy en el fondo, aún esperaba que aquel pequeño ser que se creaba en mi vientre, sería motivo suficiente para hacerlo permanecer a mi lado? Podía sonar bastante egoísta, e incluso cruel. No quería a mi bebé para atarlo, odio ésa ideología, pero debía aceptar que parte de su existencia, haría que el hombre que amaba, se quedase junto a mí, para amarme y amar a lo que iba a ser nuestro hijo. Ésa era mi felicidad. O al menos eso creía hace unos minutos.

Sabía que aquella noticia, era también un alivio para nuestras carreras.

Billie tenía una banda bastante exitosa, y yo tenía una que se estaba convirtiendo en un éxito al igual. Pero aquella gloria tenía un precio a pagar y debíamos estar conscientes, de que un asunto como la bienvenida de un bebé en nuestras vidas simplemente era el suicidio de nuestros sueños. O eso era en su inmensa probabilidad. Por lo tanto, por ése lado, aquel "Negativo" significaba un respiro de tranquilidad para nuestro futuro en la industria de la música, aunque me costase aceptar aquello.

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora