Cap 18.

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No entendía, honestamente, cómo ocurrían estas cosas. Sólo pasaban.

A veces de algún recuerdo, otras veces por alguna etapa de éxtasis obtenida de alguna experiencia pasada, a veces gracias a la imagen de algún rostro perdido en la sección de tus recuerdos. Y a veces... De la nada.

Pues esta fue una excepción.

Al parecer, estar derrumbado en el maldito frío suelo de mi cuarto de música, junto a mi fiel guitarra, alguna botella de cerveza casi vacía a mi lado, y un viejo cuaderno lleno de idioteces y otros escritos, eran los elementos que complementaban mi principal problema, y fuente de inspiración; Hayley Williams, y su ultimátum mayor.

Aquella tarde del lunes, luego de haber analizado todo lo que había ocurrido la noche anterior con aquella rubia, me di cuenta de mi fundamental, e innegable realidad; Estaba comenzando a querer a la pelirroja, pero de una manera que jamás creí poder lograr.

Y no podía negarlo más, ni quería hacerlo, sorprendentemente.

Por lo tanto debía verla, debía decirle que estaba dispuesto a hacer cualquier locura como amar a alguien si ella me lo permitía. Quería decirle que era una estupidez, y podría llegar a realmente serlo, pero que no me importaba una mierda ahora, ya que simplemente estaba convencido de lo jodidamente perdido que me hallaba, y necesitaba con fuerzas una respuesta. Y esa respuesta era ella.

Ella.

Pero las cosas no habían salido como lo esperaba, y había recibido una maldita herida más grande que una patada en los testículos, cuando me encontré con aquella reacción suya, y sus lágrimas derramándose sobre mis ojos, haciéndome entender que aunque para aquella pelirroja no era sólo un simple bastardo, la había dañado, y joder... Aquello simplemente había destruido cualquier mierda que creí tener como fortaleza.
Y aún así ella pedía que la enamorase... Sin buscar nada a cambio, sin intereses materialistas. Ella tan sólo quería que la amara. Sólo eso.

Hayley Williams, lo has conseguido.

Bajé del escenario, pestañeando un par de veces, tratando de que los cabellos negros que se derretían en mi frente no obstaculizaran por completo mi visión.
Una horda de aplausos se oía al fondo, como si de pronto el mundo enloqueciera por aquella canción que sólo una persona había inspirado, y que de sólo ella me importaba su opinión.

Esperaba que al menos algo hubiese sido grabado en su mente, tan si quiera el mensaje principal; ¿Cuándo es el momento para decir "te amo", pelirroja?

Las luces se fueron de mi camino en cuanto me adentré en la multitud, esquivando los gritos eufóricos de las adolescentes que acudían a mí, y todos los flashes que de pronto, quisieron surgir. No me interesaba ser una estrella en ese instante, la necesitaba justo ahora.

Y entonces la vi, observándome buscarla, con ésa manera extraña de hacerme anhelar besar sus labios, con tan sólo mirarme. Ahí estaba ella, y joder, necesitaba saber si realmente estaba ahí.

Me acerqué entonces, y pude notar cómo los demás sujetos que la acompañaban se habían alejado de su alrededor, pero no lo suficiente como para disimular que estudiaban cada paso que daba, debían ser muy buenos amigos suyos. Aunque el de ojos cafés y cabello largo, junto a uno parecido a él, me observaba de mala gana. Que no se equivocara.

No interesaba, podía manejar fácilmente con ello.

Bajé ligeramente mi mirada, y a tan sólo dos pisadas se encontraba ella, observando su copa de lo que parecía tequila, con un semblante a simple vista; lleno de confusión.
De pronto, sentí nervios por lo que fuese a suceder.

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora