-Paso por ti en media hora.
Tragué saliva y asenti a la nada.
-Aquí te espero, Tay.
El día, gracias a todos los tintes había llegado. El festival era justo esta noche, exactamente en una hora aproximadamente... Y Paramore estaba listo.
Nos habíamos pasado cada tarde y parte de las noches de aquella semana buscando ensayar la canción perfecta, y fue bastante difícil en realidad.
Estábamos entre demasiadas covers, y nunca nos decidíamos finalmente por una sola...
...Hasta que se me ocurrió. Y con ayuda de Taylor, logré tenerla completamente."Misery Business" había salido la tarde del martes, mientras buscaba con desesperación tratar de explicarles a mi mejor amigo y a Jeremy, lo que había sucedido desde el centro comercial, hasta ese momento.
Digamos que, de alguna u otra manera, me vi afectada positivamente de ese horror, y ahora tocaríamos una canción de nuestra autoría. Y se sentía genial.Sonreí al espejo, y me observé finalmente en el.
Había escogido una prenda para ese día, y ahora estaba a gusto con mi elección. Se trataba principalmente de un short verde militar de cintura alta, que daba a lucir mis piernas, cubiertas por unas ligeras medias pantis, abierta de cuadros. Llevaba además una camiseta blanca mangas cortas, ceñida, junto a mis inolvidables Converses de tobillo alto. Mi cabello finalmente estaba suelto y con su desorden habitual, a excepción de mi flequillo, quien estaba liso y donde debía. Y por último, me encontraba maquillada con el clásico ojos de gato, rubor, pintalabios un tono más rosa y rímel.
¿Algo más que eso? No, ya estaba preparada.Aunque de pronto, sentí la necesidad de que él me viese así, y que le gustase lo que observara...
De pronto, quise tenerlo como ya lo había querido varias veces esos días antes de este Jueves lluvioso, pero como en aquellas ocasiones, debía resistirme, porque él no iba a llegar.
No lo había visto más, ni lo vería, y eso sólo me daba a entender; que ya había renunciado a mí, y era mejor olvidarlo... O tratar de hacerlo.Suspiré ante mis pensamientos y rodé los ojos, dándome la vuelta. Era mejor dejar de maquinar en tonterías, y en su lugar repasar la letra de la canción lo que restaba del tiempo.
Como bien lo había predicho, media hora después, Taylor se encontraba donando varios cornetazos a mi vecindario cuando marcaban las siete de la noche. Él era un endemoniado amor cuando se lo proponía, pero un dolor de cabeza cuando lo quería también.
-¡Los vecinos, Taylor York!
Grité casi en un susurro mientras tomaba asiento en el puesto del copiloto y lo veía a él, vestido completamente de negro y bien peinado. Sonreí.
-¿Puedes dejar de parlotear y dejas los gritos para cuando cantes, Hayls?
Rodé los ojos, soltando una risa.
-Ya cállate y conduce, quiero llegar ahora.
Taylor resopló.
-Como ordene, jefa.
Brossbar era un lugar recurrido por aproximadamente unas ochenta o noventa personas cada noche. La mayoría eran hombres mayores, jóvenes de veintiún años con problemas de madurez, mujeres con asuntos preocupantes de autoestima y la otra parte restante eran sólo algunos cercanos a los treinta que celebraban como se debía.
Pues bien, todo esto quedó de lado aquella noche, cuando llegué al fin, y pude darme cuenta tarde, de que efectivamente ahí era donde había trabajado todo ese tiempo.El lugar estaba repleto de jóvenes o adultos no tan mayores, vestidos de cualquier manera y forma, cada uno con algún instrumento o su banda correspondiente.
Las luces se repartían por todo el espacio, y fue la vez que vi con mayor iluminación al club. Era una suerte... En parte.
Las mesas o taburetes estaban eliminadas y los únicos puestos disponibles eran cuatro, y se encontraban en el frente de la pista de baile, junto a una larga mesa angosta, cubierta por un mantel blanco, varios vasos de agua, hojas y lapiceros.
Sí. Era la mesa de los jueces, ojalá y no fuesen tan difíciles.

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Interlude; She.
Fanfiction"El que haya dicho que el amor es complicado, se ha equivocado como la mierda. El amor es el simple jodido sentimiento correspondido por el otro, es ser feliz con eso. ¿Lo complicado? Nosotros, y nuestro maldito masoquismo de escoger a quien jamás...