Cap 10.

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Una de las comisuras de mis labios se mantuvo elevada conforme abandonaba el lugar, dejando aquella pelirroja a mis espaldas, observando cómo me iba.
Estaba seguro que aún me miraba, casi podía sentir sus ojos perforando mis omóplatos como si de agujas se tratara. Aunque hubiese preferido que fuesen sus uñas quienes rasguñaran mi espalda, en una situación bastante placentera.
Pero por ahora sería su vista la que me otorgara algo que sólo imaginar.

De todos modos, me giré para verificar que mi teoría era cierta, y lo confirmé, notando cómo se encontraba de pie, mordiendo su labio inferior, que al momento de ser atrapada con las manos en la masa, lo soltó, desviando su vista hacia los discos, fingiendo que no me miraba. Le guiñé un ojo antes de que decidiera dejar de verme y solté una pequeña risa, para volver a darme la vuelta y salir del establecimiento.

Aquella chiquilla estaba haciendo un jodido buen trabajo, pues ahí estaba yo, buscando a una chica como imbécil, mientras que era a mí a quien reclutaban. A veces odiaba eso, y trataba de buscar la manera de dejarla en paz, y sólo irme y encontrar una rubia con buenos pechos y un trasero hermoso para follar y dejar este absurdo deseo de ganarme a la pelirroja. En verdad quería hacerlo, pero no podía.
Amaba su forma de hacerse la difícil. Amaba como mandara a la mierda cualquier cosa que quisiera retarla y eso, joder, eso era atractivo.
"Estás enloqueciendo, B". Regañó mi consciencia y a pesar de estar de acuerdo, la mandé al carajo.

Hoy estaba de buenas, podría dejar de fregarme con su razón y darme el gusto de regocijarme por aquel magnífico encuentro.
Y definitivamente anhelar el que sería sin duda, otro más.
Ella iría a esa fiesta, o yo mismo pasaría a buscarla cargándola sobre mis hombros si fuera necesario.

-Y tú de idiota fuiste y la invitaste.

Tré negaba con su cabeza al otro lado de la batería, mientras acomodaba el pedal. Levanté una ceja y frunci el ceño.

-¿Te duele el culo o qué mierdas te pasa?

Él alzó su vista y me miró con recelo.

-El único dolor que tengo en el culo es el de los encargados cuando nos pregunten sobre qué hace una chica que no fue invitada en la fiesta de la disquera.

-No seas idiota, Tré. Es nuestra fiesta, podemos hacer lo que queramos.

Él soltó un suspiro. Comenzaba a irritarme.

-No es nuestra, es por el lanzamiento del disco. Y además nos dijeron claramente que habrá gente importante, y que no debemos llevar a nadie más.

Me encogí de hombros y jugueteé con el cable del micrófono a mi derecha.

-Me vale vergas, les diremos que viene conmigo y se acabó.

-¿Le diremos? -él alzó una ceja, con incredulidad- Oh no, le dirás tú, déjanos a Mike y a mí fuera de esto.

Lo miré, alzando mi barbilla y crucé mis brazos.

-Bien, les digo yo. Pero ella irá, punto.

Tré tomó sus baquetas y las guardó en un pequeño estuche, suspirando de nuevo.

-No sé qué te traes con esta chica, pero te veo bastante distraído.

Junté mis cejas, confundido.

-¿Distraído? ¿Pero qué mierdas..?

-A ver...-Tré me miró en ese momento, juntando sus manos en el espacio entre sus piernas. Joder, aquí venía un puto sermón- Dices que no te has acostado con ella, que no es algo más que una chica a la que le tienes ganas y además que no estás detrás de ella como un idiota. Pero aquí estás, diciendo que la has invitado a la fiesta y que no te importa si te llevas un buen golpe en las bolas pero que ella tiene que ir. ¿Entonces? ¿Qué carajos te traes con ella, Joe?

Desvié la mirada hacia mi izquierda y negué con mi cabeza rápidamente.

-Nada.

Contesté con seguridad exterior, aunque en realidad estaba mintiendo por completo.

-¿Nada?

Escuché un bufido de su parte y volteé para encararlo. ¿Pero qué mierdas se creía este mediohuevo?

-¡Joder, es en serio! No quiero nada más que estar entre sus muslos y ya. Sólo eso. ¿Bien?

Tré me observó, sonriendo como si me tuviese lástima y ya me hubiese vuelto loco.

-Como digas...

Abrí un poco mis ojos y lo miré con incredulidad.

-¿No me crees?

Se encogió de hombros esta vez, bajando la vista hacia su instrumento.

-Hablo en serio, Cool.

-Como sea, Billie. Sólo no llegues tarde y no te olvides de la banda.

Solté un bufido.

-No vengas con esa mierda, sabes perfectamente que antes está la banda que otra cosa.

-Bien, pues recuerda eso siempre.

Asentí, sintiendo cómo mi mandíbula se tensaba.

-Lo recuerdo.

Giré sobre mis talones para buscar salir del estudio y al fin ir por algo de comer, cuando escuché de nuevo la voz de mi amigo.

-Sólo ten en cuenta que ella es otra más, se irá. Nosotros siempre estaremos aquí.

Me detuve al estar frente a la puerta y mordí con fuerzas mi mejilla interior, cerrando mis manos en dos puños, furioso de pronto.

-Ella es diferente.

Dije entre dientes y abandoné dicho cuarto, saliendo con un maldito sabor a desagrado en mi boca.

Sí, tal vez estaba actuando diferente. Tal vez estaba siendo un poco descuidado con el asunto de la fiesta, pero nunca me importó qué dijeran esos jodidos hombres con trajes elegantes, que por ser básicamente dueños de nuestro negocio ya se creían que podían joder a cualquiera cuando quisieran. A cualquiera menos a mí. Siempre detesté eso.

Tal vez incluso estaba cambiando un poco mi conducta, pero eso no dejaba de hacerme el mismo de siempre. Menos si se tratara de la banda.
Podía manejar su histeria por esa parte, sí. Pero joder, aquello último me había molestado como una maldita ladilla en toda la cabeza del paquete.

Se había metido con la pelirroja, sin si quiera conocerla. Se había metido con aquella magnífica chica, con un genio de mierda, pero la mejor personalidad que he conocido en mi puta vida.
Sí, tal vez no mereciera que si quiera yo llegara a tenerla bajo mis sábanas, pero tampoco merecía a otro.
Ella era demasiado para cualquiera.

No, ella nunca sería como las otras. Jamás.

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora