Cap 35.

195 22 7
                                    

Semanas después.

Deslizo con rapidez mi pulgar por mi labio inferior, dando suaves golpeteos con la punta de mi zapato a la alfombra vinotinto que cubría el suelo de HotDogs & Pizza's en el Oblivion Center.
Alzo mi vista hacia las pantallas que colgaban en la pared sobre la recepción, y suspiro, repasando el menú y mi corto presupuesto.
Tan sólo debía calcular bien, y no tendría de qué preocuparme. Sólo era cuestión de cálculo. Sólo simple cálculo.

Mi estómago ruge, estaba hambrienta y cansada.

-Santos tintes, que avance, por lo que más quieran...

Susurro, causando que la anciana frente a mí se volteara y alzara su ceja con curiosidad y cierta amargura. Odiaba este tipo de viejas, parecían tener un don para estar y hacer que los demás también tuviesen malhumor.
Eran como... Como si el trasero les picase con tantas arrugas que debían tener en él, y ese hecho les costara todo el tiempo de felicidad. Eran fastidiosas, tan..

Aún así, era la última de la fila para ordenar. Y estaba hartándome de eso.

-Número 43.

Oigo por milagro la aguda y metálica voz de la joven en la caja y avanzó ligeramente la columna de espera.
Paso una mano por mi flequillo, acomodando este y buscando mantener la paciencia. Iba a salir de éstas. Sabía que sí.

-Tal vez una Margarita, Tré. O una con jamón y queso ¿qué tan difícil es elegir una jodida pizza?

Escucho aquel tono familiar surgir a mi lado derecho, e inmediatamente me erguí en alerta. Mis ojos se abren como platos, y noto cómo mi garganta comenzaba a secarse con velocidad.

Había pasado algún tiempo desde que no le veía. Ni si quiera por casualidad. Ningún texto, llamada o visita.

Y ahora estaba aquí. Estaba segura.

Relamo mis labios y giro levemente mi cabeza buscando confirmar su presencia.
Unos ojos verdes gritan que es así, cuando siento su mirada puesta en mi rostro y cuerpo, como si quemase por completo.
Cierro mis ojos con ligeras fuerzas y muerdo mi mejilla interior.

Una parte de mí se moría por ir y abrazarle en ese momento, besarle y tenerle entre mis brazos.
La otra simplemente no podía, ya que fui yo quien lo ha dejado, para que aquello no fuese moralmente justo. Adivina qué lado fue el ganador.

Siento un pequeño empujón de alguna persona a mis espaldas y es cuando me doy cuenta de que de repente ha crecido la clientela, y que tenía a más gente a mis espaldas, y que ahora sólo faltaba mi turno.

Vuelvo mi vista al frente, tomando aire y juntando mis puños sobre la superficie del sólido en la caja.

-Quisiera una pizza con...

-Dame una con extra queso, Pepperoni y tocineta. Para llevar, por favor.

La voz de Billie me interrumpe de inmediato, sonando con seguridad y en un tono que opaca por completo la mía.
Trago saliva, notando que estaba a mi lado, tomando su orden.
La chica que me atendía chasquea su lengua con fastidio, haciéndome caer en cuenta de que debía ordenar o largarme.

-Quisiera una Margarita, muchas gracias.

Apenas digo con un hilo de voz, mirando hacia mis manos.

Su presencia era tan abrumadora que ahora en este instante, me estaba controlando para no saltar y decirle que me perdonase, que estaba malditamente enojada por dentro, pero que simplemente le extrañaba con locura.

Pero sabía que iba a arrepentirme apenas me fuese de allí.

-Y una Coca-Cola, preciosa.

Escucho su voz de nuevo, esta vez acariciando con suavidad mi oído y suspiro. Eso fue suficiente.

No me importaba el mañana. Debía hacer esto ahora.

-Billie... Hola.

Sonrío levemente, girando mi cuerpo hacia él.

Lo veo con claridad esta vez, y casi pierdo el aliento al recordar cómo mis labios estuvieron sobre los suyos alguna vez, y sus brazos alrededor de mi cintura, sosteniéndome con fuerzas.
Ya no era así.

-Hola, Hayley.

Dice secamente, juntando levemente sus cejas y mirándome apenas.
Sus ojos se notaban ausentes. Como si ya no desearan mirarme o algo en ellos no lo permite. Tal vez enojo, tristeza u orgullo.

Suspiro, recordando cómo su mirada era tan diferente a ésta que presenciaba, y cómo ya no era así.

-¿Co-cómo estás?

Él golpetea con sus nudillos en la superficie roja de la caja y me echa un vistazo veloz, volviendo luego su mirada a las pantallas del menú sobre nuestras cabezas. Odiaba que fuese así.

-¿Cómo mierdas se supone que deba estar?

Aprieto mis labios, oyendo su voz salir con amargura y enojo.
Detestaba verlo así. Vernos así.

-Ya...

Murmuro apenas, dispuesta a volver hacia mi posición inicial, de nuevo, cuando él me interrumpe, logrando que regresara a él.

-¿Tú cómo vas?

Asiento un momento, buscando las palabras exactas y exhalo aire pesadamente.

-Bien, creo.

Él asiente esta vez, con sus ojos en otra parte que no fuese yo.

-Claro.

Susurra en un tono cortante.

-Diablos...-comienzo, rindiéndome- Odio que esto sea así.

Me mira de reojo entonces, elevando y juntando sus cejas con aparente confusión.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Sabes a qué me refiero, Billie...-aclaro mi garganta sintiendo el nudo crecer en ella sin poder evitarlo- Odio estar así de cortantes. Odio esto.

Sus ojos verdes finalmente me observan, y siento su mirada perforar la mía con asombro.

Billie abre sus labios, al igual que sus ojos un poco más de lo normal y suelta una risa sin ganas, negando levemente con su cabeza.

-¿Qué estás haciendo, Hayley? -su semblante cambia ahora, tornando su rostro en una mueca de enojo y descaro- ¿Cómo mierdas pretendes que sea esto? No es como si estuviese bailando y riendo después de que te terminan.

-¿Yo? No estoy haciendo nada...-sacudo mi melena levemente, cerrando por un momento mis ojos y suspiro pesadamente- Entiendo que no quieras hablar de eso.

Billie reprime algún comentario que deseaba salir por su boca, y sólo se limita a presionar sus labios con fuerzas, sin dejar salir lo que sea que estuviese a punto de revelar.

Aquello simplemente estaba siendo insoportable, pero necesitaba de él. Saber qué pensaba, qué ocurría ahora con él.

-Todo fue tan repentino...

Susurro, pensando en voz alta y siento algún indicio de llanto querer comenzar a surgir.

-Sólo te aclaro que no volveré a pasar un maldito tiempo como ése. Nunca más.

Levanto mi vista hacia él y lo miro con gran curiosidad, relamiendo mis labios con impaciencia.

-¿Entonces?

Billie sonríe de lado, tomando su pizza entre sus manos y entonces me mira.
Me mira directamente y sin vacilar, por algunos segundos que fueron desgraciadamente eternos. Ése no era Billie Joe, no el que yo conocía.
Ahora lucía cansado, de todo.

-Adiós, pelirroja.

Rápidamente abro mis labios, buscando agregar algo pero percibo su cuerpo girarse, saliendo con velocidad de aquel lugar. Haciéndome dudar, de si las cosas volverían a ser como antes, y si podrían llegar a ser al menos cómodas otra vez.

¿Lo había perdido para siempre?

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora