Cap 30.

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Billie comienza a acercarse con paso rápido, prácticamente corriendo hacia mí.

Abro mis ojos como platos, y asustada me pongo de pie, sin dejar de verle. Siento mi vista nublarse y trago saliva pesadamente, notando la migraña querer aparecerse.

¿A caso estaba viendo lo que creía?

Él llega a mí, observando con sus perfectos ojos verdes mi rostro.
Se veía como siempre, como si nada hubiese ocurrido y todo siguiese igual.

Pero algo ha cambiado. Esta vez, noto su mirada diferente, distante.

Se mantiene en silencio, sin proferir palabra alguna. Acerca su cuerpo hasta la entrada, y comienza a batir sus llaves, formando una lluvia de sonidos agudos en el aire, buscando la correcta.
Sin si quiera detenerse a dirigirme la mirada, como si no estuviese allí a su lado, me ignora.

Trato de decir algo, pero mi voz no sale. Era como si estuviese soñando. No comprendía nada.

Billie se adentra a su casa, y hala la puerta con él, esperando que el empuje la cerrase, pero rápidamente deslizo uno de mis pies hasta el borde de dicha entrada, deteniendo el bloqueo de esta.

Frunzo el ceño, maniobrando para entrar por la pequeña separación de dicha madera, y entonces la cierro sin hacer ruido a mis espaldas.

Trago saliva, sintiendo el espesor de la misma trabar mi garganta.

-¿Bi-Billie?

Él se mantiene de pie, mirando hacia la ventana que tenía frente a su rostro, dándome la espalda. Una de sus manos se apoya en el respaldo de uno de los sillones a juego del salón, mientras sus nudillos se tornaban cada vez más blancos. Algo le ocurría.

-¿Por qué mierdas no respondiste ninguna de mis malditas cartas?

Él me otorga su perfil, mirándome de reojo pero sin hacerlo a la vez.
Yo junto mis cejas, frunciendo el ceño hasta sentir que mi rostro se contrae en demasía.

-¿Cartas..?

Apenas logro pronunciar con un hilo de voz. Una risa sarcástica se escapa de sus labios.

-¿Vas a decirme ahora que he gastado todo mi maldito tiempo en Los Ángeles, escribiendo más de veinticinco cartas que nunca llegaron, Hayley?

Se da la vuelta, y convierte sus manos en puños, haciendo tronar los huesos de sus nudillos al realizar aquello.
Su voz surgía como un frío tacto de hielo seco.

-¿Los Ángeles?

Cuestiono con un mínimo volumen, en un tono agudo y débil.
Una de las comisuras de sus labios se eleva con amargura.

-¿En serio no supiste que tuve que salir por una maldita emergencia, Hayley? ¿Es en serio?

Pestañeo varias veces, buscando organizar sus palabras y el significado de cada una.
Parecía como si él me estuviese hablando en latín.

¿Había salido de viaje? ¿Emergencia? ¿Qué fue lo que pasó y por qué no me comunicó antes? ¿Cartas? ¿Pero si no recibí aunque sea una?

Niego con mi cabeza, cada vez con movimientos más bruscos, despeinando mi cabellera.

-No...-exclamo, alzando mi vista para verle, aturdida- No recibí nada, yo... Nadie supo de ti, Billie. Absolutamente nadie sabe de ti y yo... Estuve tan preocupada, no sabía qué rayos te había ocurrido, pensé... Pensé tantas cosas, Billie...

-¿Pensar "tantas cosas", Hayley? -Exclama él con voz burlona, alzando una de sus cejas- ¿Pero qué mierdas crees que he pensado yo cuando ni un sólo maldito texto obtuve de tu parte?

Interlude; She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora