El grito de Tré me despertó como mil estacas atravesando los orificios de mi sentido auditivo. Maldije para mis adentros.
-¡Levántate, demonios! ¡¿Qué es esto, Joe?!
Un rugido se escapó de mi garganta y poco a poco comencé a abrir mis ojos, tratando de adaptarme a la luz del sol que entraba en demasía.
-Corre las jodidas cortinas, Tré...
Exclamé entre dientes, tratando de incorporarme.
Sentí frío en mi espalda, y el dolor del sólido hacer efecto contra mi piel y huesos. Estaba en el piso.-¿Que cierre...? -soltó un bufido- ¡Joder, Joe, levántate! ¿Sabes qué hora es?
Entrecerré los ojos, soltando gemidos en queja mientras buscaba apoyarme sobre mis codos y alzarme, para sentarme al menos.
Un dolor de cabeza se hizo paso a través de mis sienes, haciendo arder mi garganta con el grito que ahogué.
Olía a alcohol.-No lo sé, ni me interesa...-suspiré pesadamente, llevando mis manos hasta mi cabeza, ocultando mi rostro en ellas- ¿Cómo entraste?
Escuché sus pisadas arrastrar alguna bolsa o envoltorio de algo.
-¡La puerta estaba abierta, Armstrong! Vine a buscarte para ir al estudio y me encuentro con esto... ¿Puedes explicarme qué sucedió ayer?
Apreté mis labios, recordando qué había pasado la noche anterior.
Varias imágenes se cruzaron en mi mente...
...Unas rubias.
....Mi sofá.
...Ella.Hayley había llegado de improviso ayer por la noche a mi casa. No creía que ella iba a hacerlo, menos que lo haría estando ebria, pero vino.
Y me encontró en los peores momentos.Llevado por la decepción y furia, de haber sido juzgado por la pelirroja aquella mañana cuando buscaba salvar su fino pellejo, decidí buscar con desesperación un plan de escape, alguna buena distracción.
Honestamente, tenía pensado ir a tocar un rato en mi cuarto de música, tomar la Blue y deshacerme de tanto maltrato psicológico que no estaba acostumbrado a experimentar, si no a causar, y liberarme de todo un rato.
Pero recordé la vez que necesitaba una de esas vueltas, cuando me encontré con aquella rubia, y no logré hacer si quiera una corta movida.
Recordé lo confundido y perdido que me sentía. Y no quería pasar por ello de nuevo.
Así que dos rubias podían servir de algo, ¿no?No fue difícil conseguirlas, ni traerlas a mi casa. En realidad, no tuve que tardarme ni quince minutos en lograr engancharlas a mi plan para esa noche.
Quería pasarla bastante bien, quería desquitarme con aquel par. Aunque tuviese finas agujas clavándose en mi consciencia, tratando de hacer que viese su rostro, y todas las ganas se esfumaran. No iba a caer.Así que tomando una buena botella de Vodka, y pidiéndoles que se acomodaran en el sofá, escogí dar riendas sueltas a la noche, y que pasara lo que tanto me hacía falta.
Regresé al salón, con tres copas y la botella en las manos, sonriendo al encontrarme con aquellas bellezas casi desnudas ante mí. Me habían ahorrado el trabajo, aunque pude haber disfrutado con ello.
Serví las bebidas, y tomé un trago, acercándome hacia ellas, quienes comenzaban a recibirme con algunos arañazos y lamidas. Comenzaba a ser bueno. Pero aún persistían esas punzadas en mi cabeza.Y entonces escuché su voz, gritando del otro lado de aquellas paredes y mi copa cayó al suelo.
Creí que comenzaba a alucinarla.Pero no fue así.
Allí estaba ella, luciendo fuera de sí, y sin embargo tan hermosa como de costumbre.
Lástima que se había equivocado conmigo, al juzgarme y encima no agradecer el que detuviera al imbécil detrás de ella.

ESTÁS LEYENDO
Interlude; She.
Fanfiction"El que haya dicho que el amor es complicado, se ha equivocado como la mierda. El amor es el simple jodido sentimiento correspondido por el otro, es ser feliz con eso. ¿Lo complicado? Nosotros, y nuestro maldito masoquismo de escoger a quien jamás...