Capítulo XXVII.

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Anastasia POV.

Septiembre 2018. Un mes desde mi caída en las escaleras.

Mi hermana me contó quien soy. Estuve un mes sin saber quienes eran las personas que me cuidaban y daban de comer. Soy Anastasia Rose Campbell Jonhson, hija de Lucy Johnson y hermana de Jailene Campbell Johnson. Tengo veintinueve años, mi cumpleaños fue ayer, pero no lo supe. Ni siquiera me felicitaron, lo cual me parece extraño, pero prefiero no decir nada. Tal vez no me gusta celebrarlo.

He sido ciega desde que nací. Para mi no hay nada delante de mis ojos. Jailene me dijo que no me gusta salir y que jamás he tenido novio porque soy fea y debido a mi ceguera mis ojos son horribles. Sus palabras me duelen, pero supongo que he estado toda mi vida escuchándolas, por lo que intento no sentirme mal.

Mi mamá no es cariñosa conmigo, solo me trae comida y se va. Mi cabeza duele muchísimo. Pero un dolor sordo permanece en mi corazón, como si algo me faltara. Como si una mitad de mí estuviese fuera de mi cuerpo.

Jailene me cuenta sobre su novio, nunca menciona su nombre pero lo describe como un hombre muy guapo y además adinerado. Me dice que lo ama y que él la ama a ella. Le pregunté porqué no lo conozco y solo dijo que lo asustaría. Además, tienen dos hijos y si me ven creerán que soy un monstruo. Debo verme fatal.

Octubre 2018. Dos meses desde mi caída de las escaleras.

Mi mamá hoy me permitió salir de casa con un bastón. Ella está a mi lado y yo tanteo todo para no caerme ni tropezarme con nada.

Este mes Jailene no me ha tratado mal. Ha cuidado de mí y me cuenta que su relación con su novio está mejor que nunca y que sus hijos, mis sobrinos, son cada vez más lindos, me gustaría conocerlos y escucharlos llamarme tía. Pero no se lo digo. No quiero que me recuerde que soy fea.

Fuera de casa huele a naturaleza. Hay mucho silencio pero no me incomoda. Estoy acostumbrada.

Noviembre 2018. Tres meses desde mi caída de las escaleras.

Hoy fui al médico y ya estoy mejor. Mi cabeza ha estado molestándome pero el doctor dice que es normal, aunque no estoy muy segura de ello. A veces siento que mi cráneo está a punto de explotar.

Jailene me recuesta en la cama de mi habitación apenas llegamos y mis párpados se sientes pesados. Tengo mucho sueño.

-Duerme, Ana. Necesitas descansar.

-Jailene, quiero conocer a mis sobrinos. -Me atrevo a decir. De verdad me gustaría verlos. Pasar tiempo con ellos -Puedo usar los lentes que me regalaste en todo momento, por favor. Me siento muy sola, seguro los niños me alegraran un poco. -Susurro.

-¡No seas idiota! -Me grita. Me encojo sobre la cama y siento sus pisadas en la habitación -No tienes idea de lo fea que eres, mamá y yo te queremos y solo por eso soportamos verte, pero los demás... Joder, Ana, no lo harán. Mis hijos se aterrorizarían.

-Pero... Mientras me duchaba toqué mi abdomen, mis piernas, mis brazos y mi cara y todo es pequeño y suave. No soy gorda, ni sentí alguna deformidad, ¿Por qué soy tan fea entonces? -Nunca le había hablado así a mi hermana.

-Aunque tú no lo sientas, no puedes verte, Ana. Eres fea. Punto. -Siento el azote de la puerta y suspiro con fuerza.

Diciembre de 2018. Cena de navidad.

Estoy encerrada en mi habitación mientras abajo se desarrolla la cena para despedir el año. Mi madre me contó que nunca me ha gustado compartir con la familia ya que no me siento cómoda. Creo que soy el fenómeno de la familia.

Me siento tan sola. Tan triste. Me acerco a la ventana y recargo mi frente contra ella. El cristal está frío y mis lágrimas comienzan a fluir, no sé porqué, pero siento que en algún lugar allá afuera, hay alguien que piensa en mí.

Enero 2019. Mis recuerdos no aparecen.

Jailene me dijo hoy que habló con el médico y él le comentó que jamás recuperaré la memoria. Si soy sincera, me sentí decepcionada y feliz al mismo tiempo.

Feliz porque probablemente mi vida siempre ha sido como es ahora. Triste. Vacía. Mediocre. Solitaria.

Decepcionada porque dentro de mí albergo la esperanza de que hay algo más. Siento que hay alguien a quien no logro recordar y del cual no han querido hablarme que significa mucho para mí.

Mi madre almorzó conmigo pero no hizo más que decirme que debo dejar de insistirle a Jailene para conocer a sus hijos.

Febrero 2019. Seis meses desde mi caída de las escaleras.

Tengo dos días sin comer. Mi madre y Jailene se fueron de viaje y me dejaron encerrada. Comienzo a creer que no les importo, supongo que soy una carga para ellas.

Me gustaría poder ver el mundo y ser una persona normal como Jailene. Me pregunto qué se sentirá sentirse amado, ya que no tengo ni idea de qué es eso. Ni siquiera tengo el amor de mi familia.

Soy ciega y fea. ¿Para qué sirve mi existencia en este mundo? A pesar de mi tristeza, hoy no es un día tan malo. Algo en mi corazón se siente tibio y más vivo que nunca, siento que allá afuera piensan en mí y me desean lo mejor.

Marzo 2019. Siete meses desde mi caída de las escaleras.

Jailene ha estado insoportable. Mamá me contó que su novio y ella han discutido y por eso se desquita conmigo. Parece ser que no le deja ver a los niños y eso la tiene alterada. Me gustaría que no me gritara tanto, pero es mi hermana y debo apoyarla.

-¡Es que Christian es un imbécil! -Da un fuerte golpe en la cama. ¿Christian? Ese debe ser el nombre de su esposo. Por primera vez lo ha dicho.

-¿Ese es su nombre?

-¿Qué te importa? Eres una idiota, Anastasia. No eres más que una carga. Mamá y yo estamos hartas. Si no estoy con Christian es por tu jodida culpa, ojala te mueras muy pronto.

Azota la puerta antes de salir y entierro el rostro entre las sábanas. Deseo lo mismo Jailene. Deseo lo mismo.

Abril 2019. Ocho meses desde mi caída de las escaleras.

Me siento sofocada. Mi único momento de descanso es cuando salgo a caminar. Mi mamá me mostró un camino de dos cuadras en el cual puedo desenvolverme con tranquilidad. Puedo recorrerlo hasta cinco veces y luego regresar a casa sin perderme ni caerme.

Me he sentido tranquila, como si ese alguien que intuyo piensa en mí, rezara por mi descanso. Soy una estúpida. Nadie piensa en mí. Solo tengo a Jailene y a mi mamá y ambas me detestan por detener sus vidas. Quiero morir. Pero no es algo que yo decida.

Suspiro. Desearía ser feliz.

Mayo 2019. ¡Por fin escapé!

Me alejé más de dos cuadras, mucho más. He ido esquivando autos, calles, postes y personas. No soportaba a mi hermana ni a mi madre, espero que ahora sean felices.

Mi bastón choca contra algo o alguien y me sonrojo.

-¡Disculpe! -Digo apenada cuando soy consiente de que fue contra una persona que choqué mi bastón con demasiada fuerza.

-¿Ana? -Lo escuchco susurrar. Es un hombre. Hago una mueca.

-¿Lo conozco? -Pregunto. Alguien además de mi madre y mi hermana sabe quien soy. Una sonrisita se dibuja en mis labios.

No responde, pero siento su mirada sobre mí, lo cual me incomoda. Recuerdo todas las veces en que he escuchado a mi hermana decir que soy fea. Que soy horrible. Que mi mirada es espantosa debido a mi ceguera.

-¿Cuál es tu nombre? -Me pregunta con voz temblorosa.

-Anastasia Campbell. -Respondo con tranquilidad -¿Y el suyo? -Sonrío y tanteo con mi bastón su ubicación y extiendo la mano en su dirección.

La toma y una corriente eléctrica me atraviesa. ¿Qué es esto?

GRACIAS POR SUS COMENTARIOS. GRACIAS POR SEGUIR ESTA HISTORIA. Son las mejores. Gracias por sus comentarios respecto a mi forma de escribir, me encanta que les agrade.

Cincuenta Sombras en el Ayer©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora