Capítulo XI.

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Me despierto con mucho calor, Christian está adherido a mí, sus piernas y las mías se encuentran entrelazadas y uno de sus brazos abraza mi cintura mientras su cálido aliento golpea mi nuca.

Amo despertar así y me gustaría recordar todas las veces que he amanecido a su lado. Con mucho cuidado para no despertarlo me levanto y voy al baño.

Lleno la tina y me sumerjo en ella. Es muy espaciosa, aquí Christian y yo podríamos bañarnos juntos sin ningún inconveniente.

Me sonrojo, dios, este hombre ejerce un delicioso poder sobre mí. Mi cuerpo reacciona hasta con el más pequeño de sus gestos.

Me envuelvo en una toalla y salgo para vestirme. Me decido por unas bragas y un brassier a juego de color negro. Un pantalón de mezclilla junto a una camisa holgada definen mi atuendo de hoy. Con unas zapatillas estoy lista para comenzar mi día.

Voy a la habitación de Ted, el cual sigue completamente dormido. Es muy parecido a su padre. Mi bebé de ojos azules.

Mi hija, por otro lado, está despierta jugando con sus muñecas. Se ve muy tierna con su pijama de princesas. Al verme corre hacia mi y abraza mis piernas, casi haciéndome caer.

-Hola princesa, ¿Cepillaste tus dientes?

-Sí, mami. -Me agacho y besa mi mejilla -No debedias levantarte mami, estás de deposo.

Frunzo el ceño y entonces recuerdo que la Dra. Me lo dijo, reposo absoluto. No entiendo porqué, yo me siento bien. Ni siquiera tengo dolor de cabeza, me encuentro perfectamente.

-Ven mami, acuestate en mi cama. -Toma mi mano y me lleva hasta su cama, la cual es circular, ya que es una gran corona. Me encanta. La corona que mi princesa merece.

-Bebé, estoy bien. -Beso su mejilla.

Ayer luego de bañarme me observé en el espejo y noté el gran parecido entre mi hija y yo. Es como una versión en miniatura de mí, pero mucho más hermosa, seguramente gracias a los rasgos que heredó de su padre.

Su cabello es castaño, igual al mío. Justo ahora necesita un corte, ya que su flequillo comienza a taparle los ojos.

Viene a mi mente la imagen de Christian sentado en un baño, mientras le corto el cabello. No logro identificar el lugar, pero estoy segura de que no se trata del baño de nuestra habitación.

-Necesitas que corten tu flequillo, bebé. -Digo luego de verla soplandolo para sacarlo de sus ojos.

-¿Puedes cortarlo tú, mami? -Frunzo el ceño, ¿Acaso también soy estilista? No lo creo, Christian lo hubiese mencionado.

-¿He cortado tu cabello antes?

-No, pedo siempre se lo cotas a papi. -Sonríe y busca dos de sus muñecas. Me entrega una y ella se queda con la otra -¿Quiedes jugar conmigo?

-Claro que sí.

Gateamos en el piso hasta llegar a un espacio especial de la habitación al que se accede por una especie de pasadizo secreto. Es el sueño de toda niña. Es completamente rosa con mariposas pintadas a lo largo de las paredes. Hay un castillo de muñecas alucinante, lleno de accesorios y muñecas con vestidos hermosos.

Phoebe es nuestra niña mimada. No me agrada del todo, quiero que mis niños sean humildes y honrados... Pero al verlos no puedo negarles nada.

-Papi dice que cuando algo me asuste, venga y cierre la puerta. -Por eso no vi este lugar, al cerrarlo queda completamente oculto.

Comienzo a unir puntos y me doy cuenta de que esto es como el cuarto del pánico de nuestra hija. Si algo sucede... Ella debe ocultarse aquí. Eso tiene sentido, dado que al parecer somos personas importantes y bastante adineradas. Me estremezco, ¿Alguna vez hemos estado en peligro?

Cincuenta Sombras en el Ayer©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora