Cincuenta Sombras en el Ayer©.

Capítulo XLII

Capítulos Finales.

Christian POV.

Anastasia entró a la sala de operaciones hace aproximadamente quince minutos. Ted y Phoebe han estado jugando con su prima Ava en la mesita de la sala de estar del hospital. Tanto mi familia como la de Ana están aquí. Todos estamos esperando que salgan a darnos buenas noticias.

Hace casi un año me fue arrebatado todo. Jailene pensó que podría quitarme a Anastasia para de esa forma ganar mi amor. Que equivocada estaba esa mujer. Aunque Ana jamás hubiese regresado, apenas viera a esa mujer la habría enviado a prisión por el acoso hacia mi familia.

Jailene se ha negado a decirnos dónde está su madre. Ha repetido hasta el cansancio que ella no intentará nada contra mi familia, pues el único motivo que tenían para retener a Ana ya está descartado. No sé si debo creerle, no me gusta dejar cabos sueltos y mucho menos si se trata de la seguridad de mi familia.

Anastasia podrá ver el mundo a su alrededor otra vez. La vida regresará a sus ojos azules y volverán a ser de ese color tan luminoso que me cautivó la primera vez que los vi.

Podrá ver crecer a nuestros hijos, podrá verme mientras le hago el amor y cuido de ella. Será la Anastasia que era antes de todo lo que ocurrió.

Espero que recupere la memoria muy pronto, pero si no lo hace, no me importa. Ella está a mi lado, es todo lo que necesito. Podremos crear nuevos recuerdos juntos.

Theodore juega con su hermana y su prima a los doctores. Mi madre les dio algunos guantes y batas de hospital, por lo que ahora creen que son los mejores médicos de todo Seattle. A Ted, por supuesto, le tocó ser el paciente, por mucho que insistió, no pudo contra las pequeñas Grey y acabó por ceder ante ellas. Observo a mis hijos y una sonrisa se apodera de mis labios. No podría imaginar una vida sin ellos, me hacen sentir feliz y completo.

Aún no logro aceptar como me comporté con Ana cuando me dijo que estaba embarazada de Theodore. En aquel momento no me sentía listo para ser padre pero nada justifica la manera en que traté a mi dulce Ana. Es una mujer maravillosa. Perdonó cada una de mis palabras y depositó toda su fe en mí. Ella pudo irse y dejarme, alejar a mi hijo de mí... Sin embargo permaneció a mi lado y me ha dado las más grandes alegrías.

Aún sin recordarme cuando me topé con ella hace un mes, confió en mí. Sin poder ver mi rostro para intentar hacerse una idea sobre mí, depositó toda su confianza en mis palabras. Pudo irse corriendo, pues algo en mi interior me dice que ella en el momento en que la encontré pensaba que si me lo pedía lo suficiente, yo la dejaría ir. Pero eso no era cierto, ya que desde el primer instante en que la vi supe que era mi Ana, y jamás la habría dejado ir, por mucho que me lo suplicara. De una u otra forma le hubiese demostrado que decía la verdad. Pero nada de eso fue necesario, pues confió en mi cuando le pedí ir a mi casa y ver a nuestros hijos. Sé que dentro de ella algo me recuerda, la forma en que su cuerpo reacciona ante el mío me lo dice.

Anastasia no ha dejado de sorprenderme desde el momento en que cayó en mi oficina. Me ha dejado alucinado desde que accedió a ser mi sumisa, aun cuando ella era virgen. Me cautivó apenas sus ojos azules se posaron en los míos y sentí que era capaz de ver mi alma a través de ellos. Fue la primera persona con la que me sentí levemente expuesto... Y con la cual me expuse tiempo después. Conoce nada una de mis sombras, los más oscuros espacios de mi alma, incluso las cosas que ni yo mismo se sobre mi... Y ha permanecido a mi lado, creyendo en mí, en el hombre que puedo ser a pesar de toda la oscuridad que llevo dentro. No puedo describir en palabras el amor que siento por ella.

Theodore y Phoebe son el regalo más grande que me ha dado Anastasia. Mis hijos me llenan de alegrías cada día y son, además de su madre, en lo único que pienso en mis escasos tiempos libres en la oficina. Lo que más deseo luego de un largo día de trabajo no es irme directamente a la cama a dormir hasta el día siguiente, sino jugar con mi familia, ver las sonrisas de mis hijos, sentir la presencia de Ana a mi lado y escuchar su dulce risa.