Chase se para detrás de mí y deja las manos en el marco de mi silla, se inclina y me susurra al oído:
—¿Estás segura de que quieres hacer esto? Él es bastante bueno, y nada barato.
Tobías me mira y la comisura de sus labios se eleva, claramente se está divirtiendo. Ignoro a Chase, si tengo que gastar cada centavo que tengo para ganar algo de respeto, entonces lo haré.
—¿Cuánto? —Pregunto mientras entrelazo los dedos sobre la mesa, intentando parecer lo más calmada posible.
—Solo porque estoy de buen humor te la dejaré fácil y podemos dejarlo en cien.
¿¡Cien dólares la mano!?, ¿y eso es dejármela fácil? ¡Está loco! Mi mente me dice que no vale la pena, no tengo que demostrarle nada a nadie, pero por otra parte, por la mirada en sus ojos puedo notar que está haciendo esto a propósito, quiere asustarme para que deje el juego y demuestre su punto acerca de no ser competencia.
—¿Por qué no doscientos? —Pregunto, rogándole a los cielos que diga que no.
—Bien, se queda en trescientos, entonces. —Ríe, dejándome saber que acabo de caer en su juego. Ni siquiera tengo trescientos conmigo, pero está bien, no perderé.
Extiende las cartas mirando hacia abajo sobre la mesa.
—Damas primero. —Se burla.
Elijo una carta, la volteo y es una Reina, suelto un suspiro. Me recuerdo a mí misma que esto es solo para saber quién repartirá, pero ya quiero ganar. Asiente con la cabeza como diciendo "nada mal", voltea su carta y es un Rey. ¿¡Me estás jodiendo!?
Tomo tres fichas, él hace lo mismo y colocamos una a un lado, la cual será la Viuda, en caso de que alguno de los dos pierda sus tres fichas, podemos comprarla como último recurso, solo que la Viuda cuesta lo mismo que la mano, así que si el que la compre llega a perder, tendrá que pagar seiscientos dólares.
Comienza a barajear como si hubiera nacido para ello, nunca rompiendo contacto visual conmigo, ni yo con él.
—No creo que debas... —Chase comienza a decir.
—Corta. —Tobías asienta con fuerza el mazo de cartas frente a mí, dejándole saber a Chase que su opinión ya no es bienvenida dentro de la mesa.
Corto el mazo a la mitad y dejo una mitad a un lado, asiento el mazo con la misma fuerza frente a él y digo:
—Reparte.
Y lo hace.
Él, el centro de la mesa y yo tenemos cinco cartas cada uno. Miro lo que me ha tocado y casi sonrío, pero no lo hago, mantengo el rostro sin emoción alguna, rehusándome a darle la más mínima pista. Tengo dos ases, dos 9 y un 3. Puedo trabajar con eso.
—Paso. —Digo, sabiendo que ese movimiento le dirá que mi juego no está mal, pero bueno, tengo que hacer lo que tengo que hacer.
Voltea las cartas del centro de la mesa y veo que hay dos 5, un 2, un 9 y un as, lo que me hace tener dos opciones de juego, nada mal.
Contengo la respiración mientras Tobías piensa su movimiento y exhalo disimuladamente cuando toma el 9 y deja un 7 en la mesa, rápidamente tomo el as y dejo mi 3. Da unos golpes seguros con sus nudillos a la mesa, lo que significa que él ya ha terminado y que yo tengo un solo movimiento para terminar. Esperaba que fuera rápido, así que no me sorprende.
Mi juego es bastante bueno como para ser la primera mano, así que estoy confiada. Volteo mis cartas sobre la mesa, mostrando mi full de ases, no puede superar eso. Él hace lo mismo, voltea sus cartas, dejándome ver su póquer de Reyes. Literalmente pudo haber terminado la mano sin siquiera haber jugado, simplemente me dio más tiempo para realizar mis movimientos y, aun así, él ganó.
Dejo una de mis fichas en el centro de la mesa, está bien, aún me quedan dos y la Viuda si es que la necesito.
—Escucha. —Dice, mientras recoge las cartas y comienza a barajearlas. —Si quieres echarte para atrás, está bien, fingiremos que nada pasó.
Eso suena tentador. Realmente no quiero perder doscientos dólares y, además de eso, no quiero tener que explicar que no tengo los otros cien, pero no quiero echarme para atrás, si de todas formas perderé mi orgullo, al menos le daré un intento.
Después de unos segundos de solo escuchar el sonido de las cartas golpeándose unas con las otras, estiro el brazo y detengo con fuerza sus manos, él frena en seco y me mira curioso y molesto al mismo tiempo.
—Corta. —Digo sin más. Él sonríe.
Y así seguimos con el juego. Él pierde una ficha, luego yo otra, luego él otra, hasta que yo pierdo mi última ficha. Quiero golpear a Chase en el rostro por haberme traído aquí. Al menos Tobias solamente tiene una ficha restante.
—¿Tomarás la Viuda? —Pregunta, más que listo para recolectar su dinero.
Siento la cercanía del cuerpo de Chase detrás de mí, diciéndome que no lo haga, los demás chicos que estaban jugando antes están sentados al rededor de la mesa disfrutando del show, cada uno de ellos con una hermosa chica en el regazo, las cuales igual están con toda la atención en el juego.
Tomo la ficha roja con los dedos temblorosos, sin poder disimularlo.
—Me imagino que sabes lo que eso significa. —Dice asentando el codo el la mesa mientras se acaricia la barbilla.
—Sí. Corta. —Digo pasándole el mazo.
Escucho a Chase suspirar en decepción.
Juagamos hasta que son mis nudillos los que dan golpes en la mesa, rezándole a Dios para que lo que tengo sea lo suficientemente bueno como para ganar.
Coloco mis cuatro Reinas sobre la mesa, siento el aire pesado dentro de mi pecho. Él comienza a colocar sus cartas sobre la mesa una por una, parece que está en cámara lenta y yo estoy a dos segundos de quedarme sin oxígeno.
Tiene un as... Otro as... Otro as... Estoy a punto de explotar en lágrimas, ¿acaso acabo de perder seiscientos dólares para demostrarle a un machista que las chicas pueden ser igual de buenas con las cartas? Además perdí, mi punto no quedó claro. Me aferro al borde de la mesa con tanta fuerza que mis nudillos quedan blancos, intentando pensar en una buena excusa para decirle que no tengo el dinero conmigo, hasta que...
ESTÁS LEYENDO
Enamorada Del Diablo
Teen FictionDespués de un año, Alyssa regresa a Seattle para comenzar el año más importante de su vida, ese por el que tanto ha sacrificado, pero algo ha cambiado. Algunos pensarían que es imposible notar cuando una sola persona llega a la ciudad, pero se...