Capítulo 24

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—Pero, ¿que no es eso lo que querías?, ¿sexo sin sentimientos?

El regreso a casa con Tobías fue silencioso, siempre lo es, no es muy fácil conversar estando montados en una motocicleta, pero la despedida fue peor, un "te veré luego" por su parte y un asiento con la cabeza por la mía. Una hora después Jay se apareció por mi casa, con una resaca más grande que la mía, Roxy tenía una resaca todavía peor que la de Jay, ni siquiera pudo levantarse de la cama, así que ahora estamos en el patio trasero, él acostado en el camastro junto a la  piscina mientras fuma un cigarro y yo caminando nerviosa frente a él.

—Ese es el problema. —Digo soltando un gruñido, molesta porque no ha logrado entender mi punto. —No estoy teniendo sexo y sí estoy teniendo...

Dejo la frase sin terminar cuando me doy cuenta de lo que estaba a punto de decir, lo miro boquiabierta y él hace lo mismo. 

—Alyssa, ¿estás teniendo sentimientos? —Pregunta serio.

Soy incapaz de responder, porque no sé la respuesta a su pregunta. Así que los dos decimos "mierda" al unísono, él decepcionado y yo aterrada.

—¡Mierda! —Exclamo a un más fuerte. —¿Qué hago?

Lo miro y él me mira, pero no contesta.

—¡Jay!, dime qué hago.

—Ah, mierda. Pensé que era una pregunta retórica. —Ríe, pero luego se detiene. —Esto es serio, Alyssa, debes terminar la relación ahora mismo.

—¿Qué?, ¿por qué?

—Vaya, y yo que creí que te gustaba leer ficción. —Pone los ojos en blanco. —Tú terminarás enamorada, él no, tarde o temprano todo llegará a su fin y él seguirá con su vida y la tuya estará rota. 

Suelto un suspiro. 

—Claro que me gusta leer ficción. El problema de la ficción es que el chico también termina enamorándose y hay un "vivieron felices por siempre". Creo que el que no lee ficción es otro. —Me cruzo de brazos.

—Como sea, yo creo que deberías dejarlo.

Me tiro al camastro junto al suyo y estiro mi mano en su dirección señalando al cigarro.

—¿Fumas? —Me mira con una ceja levantada.

—No, pero te ves tan relajado con él que quiero hacer lo mismo.

Suelta una carcajada y me lo entrega, lo coloco entre mis dedos y los dos suspiramos.

—Tienes razón. —Digo después de un rato de silencio, meneando el cigarro en mi mano como si estuviera acostumbrada a tener uno todo el tiempo. —Debería dejarlo y voy a hacerlo.

Me ofrece su puño y choco el mío con el suyo.

Después de un largo día de dormir entre tarea y tarea, escucho unos leves golpes en la puerta de mi habitación y luego miro a mi padre asomar la cabeza dentro.

—¿Te apetece cenar en el patio trasero?

Comienza a hacer frío y estoy tan cansada que lo primero que se me viene a la mente es decirle que no e irme a la cama, pero es mi padre, no puedo decirle que no a nada, además, por la mirada en sus ojos sé que se viene una de sus pláticas, de esas que nunca hemos tenido que preocuparnos al respecto, pues no eran necesarias. 

Abro mi armario y saco una sudadera, me la pongo y me pongo de pie sobre la cama, estirando mis brazos hacia mi padre y abriendo y cerrando los puños mientras hago un puchero. Suelta una risa mientras niega con la cabeza.

—¿Cuándo vas a crecer? —Pregunta mientras camina hacia la cama y se da la vuelta para que su espalda esté frente a mí.

—¿Cuándo quieres que lo haga? —Pregunto mientras me subo a su espalda de un brinco y sus manos me sujetan debajo de los muslos.

Enamorada Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora