Veo a Tobías en el ring, siendo golpeado por un chico sin rostro, una y otra vez. Hay sangre por todos lados y Tobías está tan lastimado que apenas puede moverse. Intento hacer algo, pero no puedo, me he quedado congelada. Los paramédicos llegan a la escena y comienzan a cubrir su cuerpo con una bolsa negra, como si fuera un pedazo de basura más.—¡Ey!, ¿qué hacen? —Pregunto desesperada.
Intento ir hacia él, pero unas manos me detienen y me dicen:
—No hay nada que hacer. Está muerto.
Me despierto con el corazón a mil por hora y la respiración agitada. Cubro mi rostro con las manos en un intento de recordar que tan solo ha sido un mal sueño.
—¿Estás bien?
Escucho su voz al otro lado de la habitación, hasta que la luz se enciende y lo observo sentado en el sofá. Tiene el cabello alborotado y los ojos casi cerrados, ¿ha dormido ahí?
—Sí, un mal sueño nada más. Debería irme a casa.
Alza las cejas y mira su celular.
—Son las 4:03am.
—Me hace bien caminar.
Comienzo a levantarme pero, en menos de dos segundos, ya está a mi lado.
—Quédate.
Sus palabras me dan la impresión de ser una orden, pero sus ojos me dicen que es un deseo.
—¿Duermes conmigo?
Sacude la cabeza y aleja la mirada.
—No creo que sea buena idea.
—Un rato nada más. Apuesto a que el sofá no es de lo más cómodo y, después de tantos golpes, tu espalda te lo agradecería.
En sus labios aparece una sonrisa chistosa, una que no intenta ocultar. Me hace un gesto con la cabeza para que me haga espacio, y lo hago. Se acuesta a mi lado, pero deja un espacio entre nosotros, el cual no sé si agradezco o si me decepciona.
Despierto con dolor de cabeza, como si tuviera resaca, todo lo que sucedió anoche comienza a regresar a mi mente, así que abro bien los ojos y, cuando intento sentarme, noto un fuerte brazo que me abraza por la cintura. Miro a mi lado y ahí está, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Nunca lo había visto tan relajado, sin las cejas fruncidas y ese rostro tan duro que no te deja ver más allá. Me sostiene con fuerza, como si su cuerpo buscara al mío.
Alzo su brazo con mucho cuidado y logro salirme de la cama. Me coloco mis jeans y mis zapatos, aunque debo quedarme con su camisa, pues la mía no está en condiciones de volver a casa. Salgo de ahí y ni siquiera sé en dónde estoy, así que llamo a un taxi y regreso a casa. Antes de llegar, encuentro a Roxy caminando hacia la entrada, así que acelero el paso para alcanzarla.
—Si mi padre pregunta, he dormido en tu casa. —Le digo seria.
—Pero, ¿qué...? — Mira al taxi y luego a mi ropa. —¿En dónde mierda estuviste, Al?
—Por ahí.
—¡Cuéntamelo todo!
—Si te olvidas de esta, iré a la fiesta hoy.
—¿Olvidarme de qué? —Se encoge de hombros y vamos adentro.
Hay una nota de mi padre sobre la isla de la cocina diciendo que ha tenido que salir y, por primera vez, me alegro de que no esté aquí, pues aunque no me lo pida, no me sentiré cómoda si no le digo nada y tampoco me sentiré cómoda si le miento.
—Bueno, hermana, ve a la oficina de tu padre, abre la caja fuerte y vámonos de compras. —Roxy chilla y sonríe.
—¿Para qué de compras? —Pregunto.
—¿Cómo que para qué?, hay que llegar bien perras a esa fiesta.
Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me dice. Sé que él estará ahí y, de repente, ponerme guapa no se me hace tan mala idea.
Nos subimos a mi convertible y dejamos que el viento despeine nuestros cabellos, cantamos a todo volumen No Body, No Crime de Taylor Swift y dejamos que, en los semáforos, los autos de los lados nos miren como unas locas asesinas, pero más que nada, reímos todo el camino.
Al llegar al mall, entramos a todas las tiendas posibles, a las de ropa, trajes de baño, lencería, maquillaje y zapatos, pero la verdad es que solamente hacemos un desastre en los probadores y nos salimos de la tienda sin comprar nada, solamente unas pequeñas cosas para la fiesta.
Cuando llegamos a mi casa, nos encerramos en mi habitación y dejamos que All Time Low inunde nuestros oídos, bailamos, cantamos y brincamos en la cama, justo como cuando éramos niñas. Extrañaba estos momentos con ella.
—Bueno, todo listo, ¿no? —Dice sonriente.
Nos miramos en el espejo y reímos, somos tan diferentes que parece burla. Su corto cabello azul cae sobre sus hombros, lleva un brallette negro de encaje que deja ver los tatuajes de sus brazos y pecho y unos jeans de cuero que se ajustan a sus largas piernas, que lo combina con unas gran botas blancas. Dejé que ella elija mi atuendo y, por primera vez, no me ha disgustado el resultado.
Mi largo y ondulado cabello rojizo está al natural, tengo un blusa blanca ancha que me llega poco más por debajo de los pechos, unos shorts negros altos que me llegan justo por debajo de los glúteos y mis confiables tenis blancos. Jamás me he vestido de esta forma, pero no me siento incómoda, me siento atrevida y guapa. Tampoco me había maquillado de esta manera antes, es un estilo casual según Roxy, pero es lo más extremista que he llegado y me gusta. Tengo delineador en la línea baja de los ojos, sombra en los párpados, mis mejillas están coloradas y tengo un labial rosa claro de brillos discretos.
—Gracias, Roxy. —Digo sincera.
—Agradécete a ti misma, hermana, te has dejado ser libre.
Jay llega por nosotras y bajamos las escaleras corriendo, cual niñas pequeñas que van a su primera fiesta. Me subo en la parte trasera del auto y noto que Chase está ahí también.
—Ey, ¡qué bonita estás! —Sonríe.
—Tú sí que sabes elogiar a las chicas, eh. —Dice Jay con sarcasmo y poniendo los ojos en blanco. —Estás que ardes, Alyssa.
—¿Verdad que sí? —Grita Roxy emocionada.
—Gracias. —Río nerviosa.
Al llegar, la casa está como siempre, a tope de todo. Vamos dentro y decido soltarme, soltarme de verdad. Roxy y yo dejamos atrás a los chicos y vamos directo a la pista de baile. Bailamos como nunca, Roxy baila sexy y yo hago mi mejor intento, pero la verdad es que no me importa si estoy haciendo el ridículo, me estoy divirtiendo.
—Iré por agua. —Grito sobre la música y Roxy asiente, sin dejar de bailar.
Abro mi paso entre la multitud y llego hasta la cocina, estoy buscando agua cuando escucho algo afuera.
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Enamorada Del Diablo
Teen FictionDespués de un año, Alyssa regresa a Seattle para comenzar el año más importante de su vida, ese por el que tanto ha sacrificado, pero algo ha cambiado. Algunos pensarían que es imposible notar cuando una sola persona llega a la ciudad, pero se...