—Voy tarde. —Digo bajando las escaleras de dos en dos mientras me cuelgo el bolso sobre el hombro y me aseguro de tener las llaves dentro.
—Lleva el auto. —Grita mi padre desde su oficina.
—¡No! —Río y salgo de la casa.
El clima es cálido, pero no tanto como para sufrirlo. Los pájaros cantan, los niños corren en la calle y el suave viento sopla en mi rostro, algo me dice que será un buen día.
—Buenos días, Nidia. —Saludo mientras tomo asiento en la primera mesa de la entrada.
—Hola, Aly, ¿cómo te va? —Pregunta con una sonrisa y su voz de fumadora activa.
—Casi llego tarde. —Río.
—¿Lo de siempre?
—Sí, por favor.
Se aleja de la mesa y yo suspiro, observando el lugar y los alrededores. Es un restaurante pequeño, bueno, no estoy segura de que la palabra "restaurante" sea la mejor palabra para describir el lugar. Básicamente, cuando los padres de Lola, que ahora está ocupada en la cocina, fallecieron cuando ella tenía 23 años, ella despejó su garaje, compró las mesas y sillas más baratas de la ciudad y abrió su puesto de tacos, al principio fue difícil, pues ella tomaba las órdenes, hacía de mesera, de cajera, cocinaba y limpiaba, pero poco a poco sus tacos fueron haciéndose famosos, y así consiguió el dinero para contratar ayudantes.
Ahora, después de casi 20 años, el lugar sigue estando igual, con mesas y sillas desgastadas y oxidadas, la pintura de las paredes ya está casi toda en el suelo y los platos y cubiertos siguen siendo desechables, pero eso sí, son los mejores tacos de la ciudad.
La gente comienza a llegar como si en la entrada hubiera un letrero que dice "tacos gratis", pero así es todos los días aquí. A los pocos minutos, Nidia llega con mi orden.
—Tres tacos de relleno negro y un agua de horchata. —Dice dejando la comida frente a mí.
—Muchas gracias. —Sonrío.
Tomo uno de los folletos que siempre hay en el centro de la mesa y comienzo a leer, éste habla sobre tipos de flores, un tanto aburrido, pero parece que es nuevo, así que mejor leer esto a los otros, que ya me sé de memoria.
—Oh, Tobías, ¿cómo estás? Me temo que has llegado un poco tarde hoy, te puedo dar mesa en unos veinte minutos. —Escucho la voz de Nidia en la entrada.
—No hay problema, Nidia. Gracias.
Mierda.
Alzo la mirada y lo veo ahí de pie, con pantalones de mezclilla gris oscuro, una chaqueta de cuero negra que cubre una camisa blanca y unas botas motocicleras que, claramente, se ven muy calurosas e incómodas.
—Puedes sentarte aquí si quieres. —Digo lo suficientemente alto como para que me escuche.
Despega la vista del celular y me mira de arriba abajo, como si estuviera pensándolo dos veces antes de sentarse a comer con un bicho raro como yo.
—Oye, si no tienes prisa, pues espera tus veinte minutos. —Me encojo de hombros y regreso a mi folleto mientras le doy una mordida a mi taco.
Unos segundos después, escucho la silla frente a mí arrastrase por el suelo, luego su gran cuerpo se sienta en ella y yo intento no mirarlo.
—Solo porque tengo prisa. —Dice cortante.
—Ajá.
—Oh, Aly, siempre tan humilde. —Dice Nidia cuando aparece a nuestro lado. —¿Lo de siempre?
—Lo de siempre, gracias. —Contesta él.
—¿Lo de siempre? —Lo miro con una ceja alzada cuando Nidia desaparece.
—Soy cliente frecuente. —Se encoge de hombros.
—Qué curioso, yo igual y nunca te había visto.
—Pues llevo viniendo aquí un año y yo tampoco te había visto. —Me reta con la mirada.
—¡Aly! —El grito agudo de Lola me interrumpe antes de que pueda si quiera abrir la boca. —Tu padre me dijo que habías vuelto, pero no había tenido tiempo para ir a verte, así que decidí esperar a que vinieras hoy, pero no sabría si estarías demasiado cansada. —Dice mientras me estrecha tanto entre sus brazos que apenas respiro.
—Así que cliente frecuente, ¿eh? —Dice Tobías.
Nidia asienta ocho tacos frente a Tobías y un agua, luego se retira.
—¿Cliente frecuente? ¡Aly es nuestra clienta de oro! Lleva viniendo aquí desde que comenzó a comer sólidos. Esos tacos que ves ahí, —Señala mi comida. —Fue su primera comida.
Puedo notar que Tobías intenta contener su sonrisa, pero la situación le ha dado gracia.
—Bueno, los dejaré comer tranquilos. Es bueno tenerte de regreso, Aly. —Dice mientras me aprieta la mejilla y se va.
—¿De regreso? —Tobías alza una ceja.
—Me fui a Alemania un año a estudiar. Idea de mi padre. —Río nerviosa.
—Sie sind hässlich auf den Karten.
—Pero, ¡si fuiste tú el que perdió! —Digo al instante.
—Vaya, entonces es cierto lo de Alemania.
—Y, ¿tú cómo sabes alemán? —Pregunto sospechosa.
—He estado por ahí.
Cuando me doy cuenta, él ya casi ha terminado de comer y yo he estado tan perdida en la conversación que ni he tocado mi plato, así que me apresuro a terminar antes de que se vaya.
Observo cómo comienza a sacar dinero de su billetera, pero soy más rápida y dejo el dinero sobre la mesa antes que él.
—Te hice perder unos buenos 300 dólares, al menos déjame invitarte los tocos. —Digo.
—Ajá.
Sacude la cabeza y se pone de pie, así que lo sigo.
—¿Qué harás ahora? —Pregunto a sus espaldas.
—Entrenar. —Dice cortante.
—¿Puedo ir?
Ríe sin gracia y se da la vuelta, mirándome como si se estuviera preguntando de dónde he sacado las agallas para hacer tal pregunta.
—No.
—Vamos, mañana comenzaré las clases, así que hoy es mi último día de libertad. ¿No te gustaría ser un caballero y sacarme de mi rutina un rato? —Sonrío mientras revoloteo las pestañas.
Me mira por unos segundos, de pies a cabeza y, sin decir nada, se sube a la gran motocicleta negra que hay frente a nosotros. Estoy a dos de darme la vuelta y regresar a casa arrastrando los pies, hasta que escucho a Tobías decir:
—Sube.
Esbozo una sonrisa y me subo detrás de él.
—Pero que te quede clara una cosa. —Dice mirando a un lado para que lo pueda escuchar mejor sobre el rugido del motor.
—¿Qué cosa?
—No soy un caballero.
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¡Hey, hey, hey!
Hubo un cambio de título, y espero se pueda entender el por qué al terminar la trilogía. Lamento subir hasta ahora, ando un poco loca en el trabajo (ténganme paciencia pliis😩), pero ¡disfruten!❤️
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Enamorada Del Diablo
Roman pour AdolescentsDespués de un año, Alyssa regresa a Seattle para comenzar el año más importante de su vida, ese por el que tanto ha sacrificado, pero algo ha cambiado. Algunos pensarían que es imposible notar cuando una sola persona llega a la ciudad, pero se...