Capítulo 28

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Con ese saludo no puedo seguir fingiendo que no está aquí, no puedo ocultarme detrás de la oscuridad de mis párpados, no puedo pretender que no he notado su presencia, no puedo salir corriendo y no regresar nunca.

Abro los ojos, tan despacio que espero que se vaya antes de abrirlos por completo. Pero no es así. Aquí está. Incluso más guapo desde la última vez que lo vi.

-Hey. -Mi voz suena ronca, así que trago saliva y me aclaro la garganta. Genial, ahora sí que parezco una completa perdedora.

-¿Todo bien? -Pregunta extrañado al ver mi reacción.

¿Por qué estaría extrañado con mi reacción? Ah, sí. Porque a él no le sucede lo mismo, ni cerca.

-Sí, yo sólo estaba... -Apunto a la puerta. -Quiero decir que vi a... Me has agarrado desprevenida, eso es todo.

Sonrío por un segundo, pero en realidad quiero golpear mi cabeza contra la puerta de firme madera hasta que mi cerebro comience a funcionar de nuevo.

El silencio se apodera de los dos, no escuchamos nada más que la música, la multitud y los cuerpos que caen con fuerza al agua de la piscina. No hablamos por un largo rato, simplemente nos observamos y, aunque él se ve tan calmado, yo estoy extremadamente incómoda con este silencio, quiero salir corriendo, pero quiero aún más que diga algo, lo que sea. Cuando no lo hace, decido hacerlo yo, pero parece que él pensaba lo mismo porque los dos preguntamos al mismo tiempo:

-¿Cómo has estado?

Una sonrisa se forma en sus labios y sus ojos se iluminan, pero yo aparto la mirada y, de pronto, mis zapatos son lo más interesante del mundo.

-He estado bien, lo mismo de siempre. -Se encoge de hombros.

¿Lo mismo de siempre?

-¿Ya conseguiste a mi reemplazo?

Me cubro la boca con las manos apenas las palabras salen de mi garganta. ¿Por qué mierda he dicho eso? Estúpida. Estúpida. Estúpida. Estúpida. Estúpida. Tengo los ojos como platos y estoy negando con la cabeza como si eso pudiera borrar los últimos tres segundos de la historia de los tiempos.

-Lo siento. No me...

-Me refería al boxeo. -Me interrumpe y, para mi sorpresa, está intentando contener una carcajada.

-Sí, yo también, ya sabes porque yo era tu "jueza" y así. -Hago comillas con los dedos, recordando la vez que fui al gimnasio en donde entrena y suelto una risa estúpida, como yo, pero me doy cuenta de que lo he empeorado. -Quiero decir que...

-¿Cómo has estado tú?

Sus palabras hacen que suelte un disimulado suspiro de alivio. Cambiando el tema a mí evita que pueda decir algo todavía más estúpido.

-Bien, lo de siempre. -Me encojo de hombros, lo igualo.

-¿Ya conseguiste a mi reemplazo?

No puedo evitar sonreír cuando iguala mi tan embarazosa respuesta. Dios, lo extrañé. No. No lo extrañé. Solo somos dos conocidos teniendo una plática casual después de mucho tiempo, eso es todo.

-Me refiero al profesor Douglas.

-¿El Profesor Douglas es mi reemplazo? -Pregunta burlón alzando una ceja.

Suelto una carcajada de sólo pensarlo, pero mi risa se va evaporando poco a poco cuando levanta la mano y acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja. Trago saliva una vez más.

-Sal conmigo de nuevo. -Dice.

Alzo la mirada y observo sus ojos negros, sin creer lo que acabo de escuchar.

Enamorada Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora