Lo observo quitarse la bata y la multitud estalla. Su abdomen y brazos marcados cubiertos por tinta negra hacen que tenga que luchar contra mi boca para no dejar caer la baba y ensuciar todavía más el suelo. Él no da vueltas ni saluda a nadie, sus ojos están concentrados en su contrincante, el cual es más grande que él, pero parece que Tobías lo ve como una presa más. Noto que ninguno de los dos tiene guantes, ¿será una pelea puño a puño?, ¿entonces por qué mierda el lugar se llama como se llama?, ¿qué pasa con esta gente y los nombres raros?
Una campana suena y la pelea comienza, Tobías no se mueve de su lugar, espera a que su oponente se acerque, lo suficiente como para darle un puñetazo en la mejilla. La gente grita y yo hago una mueca de asco. Unos golpes después ya hay sangre por todo el ring, el oponente tiene varios cortes en el rostro y moretones comienzan a formarse en su abdomen, pero Tobías no, no tiene ni un solo rasguño. No les dan ningún descanso, parece que los golpes no se detienen, hasta que...
Tobías está frente a mí, mirando a su oponente con unos ojos que dicen que están listos para acabar con esto de una vez por todas, hasta que su mirada se desvía. Sus ojos van más allá de su contrincante y, entre la multitud, se encuentran con los míos. Todo parece estar en cámara lenta. Su cabeza se inclina un poco hacia a un lado, como si no pudiera creer que yo estuviera aquí y, en ese medio segundo de distracción, su contrincante aprovecha para darle un buen golpe en la mandíbula, lo agarra tan desprevenido que Tobías cae al suelo y, sin pensarlo dos veces, el oponente se sube sobre él y continúa golpeándolo. Sus golpes son tan rápidos que Tobías no puede ni sostener los brazos frente a su rostro.
—¡Párenlo ya! —Grito, intentando que el presentador me escuche.
—La pelea no se termina hasta que uno esté inconsciente, reglas de la casa. —Me dice una chica que está a mi lado, tan tranquila que me asusta.
Tengo la respiración acelerada y mis oídos han decidido escuchar solamente el sonido de los nudillos del chico estrellándose contra el rostro de Tobías. Me acerco deprisa al ring y, desde abajo, comienzo a jalar el pantalón del presentador para llamar su atención.
—¿Qué quieres, guapa? —Pregunta, como si nada estuviera pasando a su alrededor.
—Detén la pelea, ¡lo van a matar! —Digo desesperada.
—¿Eres nueva? Te sorprenderías si supieras lo mucho que El Diablo puede resistir.
Me da la espalda y continúa mirando el espectáculo, pero yo tengo otros planes. No lo pienso dos veces y me trepo en el ring como puedo, una vez estando frente a ellos, solamente se me ocurre hacer una cosa. Corro un poco para tomar vuelo y pego un brinco, aterrizando sobre la espalda del contrincante.
—¿Qué mierda? —Gruñe.
El chico se pone de pie y se aleja de Tobías, comienza a dar vueltas, como si así pudiera atraparme, pero yo me aferro a su espalda como puedo.
—¡Quítenme a esta loca! —Grita.
La gente comienza a abuchear y a quejarse, sedientos por ver más sangre.
Unos segundos después, siento a alguien tomarme por la cintura y desprenderme de la espalda del chico, luego ese alguien me coloca sobre su hombro y, al no ver a Tobías por ninguna parte, sé que es él.
—¡Ey, suéltame!
Sin decir ni una sola palabra caminamos entre la multitud hasta llegar a una puerta diferente por la que entré. No me baja hasta dejarme en el asiento del copiloto de un auto, luego se sube al asiento del conductor y comienza conducir. Lo miro por unos segundos, sin entender qué es lo que pasa, tengo la respiración agitada y mi blusa se ha manchado de sangre.
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Enamorada Del Diablo
Teen FictionDespués de un año, Alyssa regresa a Seattle para comenzar el año más importante de su vida, ese por el que tanto ha sacrificado, pero algo ha cambiado. Algunos pensarían que es imposible notar cuando una sola persona llega a la ciudad, pero se...