—¿Dulce o salado? —Me pregunta dejando un tres en la mesa.
—¡Dulce! —Contesto con tono obvio. —Mientras más chocolate mejor.
Han pasado dos semanas desde que Tobías me besó en aquella biblioteca, nos hemos visto todos los días, sin cansarnos del otro. Jamás creí que un chico oscuro, serio y malhumorado como Tobías pudiese llegar a ser tan divertido si se lo propone, pero parece que siempre tiene una idea de qué hacer. No es el típico chico que te llevará al cine o a dar un paseo por el parque. No. Tobías se ha empeñado en enseñarme los mejores sitios de la ciudad, esos sitios que, y cito, "si los desconoces, desconoces tus raíces". La verdad es que no me la he pasado nada mal, todos los sitios han sido muy... Diferentes.
Tobías escuchó que había un lago en el que se podían escuchar los cantos de las ballenas en el fondo. Él dice que es resultado de la presión del agua, no, la corriente, no recuerdo muy bien qué dijo exactamente, ya que no hay ballenas en donde vivimos, yo digo que es un lago mágico en donde los espíritus de las ballenas se reúnes, así como Tierra de Osos más o menos y nadie podrá hacerme cambiar de opinión. Otro día me invitó a ver unas peleas, creí que nos la pasaríamos toda la noche mirando sangre y dientes voladores, pero al final resultó ser una pelea de baile, no pudimos dejar de reír en todo el camino de regreso. Hoy decidimos hacer algo tranquilo, así que estamos jugando cartas mientras preguntamos cosas que queremos saber del otro.
Tobías hace una mueca, claramente en desacuerdo con mi respuesta.
—Mm... ¿El box o la moto? —Pregunto mientras dejo un seis en la mesa.
—No me tortures así. —Se queja, pero luego suspira y dice: —La moto.
—¿De verdad?
—¿Te sorprende?
—Pues... Sí. Quiero decir, el box es más actividad, más movimiento, más emociones y la moto simplemente es un método de transporte.
—¡No! —Exclama ofendido. —Las motocicletas son lo mejor del mundo, sentir el motor rugiendo debajo de tu cuerpo, el viento en tu rostro y la adrenalina que te da cuando vas a esa velocidad en la que, un mal movimiento, y ahí podría acabar todo.
—Así que es eso, ¿eh?
—¿Qué?
—Eres un adicto a la adrenalina.
Suelta una carcajada y piensa unos segundos antes de dejar un Rey en la mesa.
—A veces es necesario sentir algo. —Se encoge de hombros.
—Y, ¿tiene que ser tan extremista?
—Otra regla de sobrevivencia: es todo o nada.
—No siempre es así. —Digo refiriéndome a nosotros, y se da cuenta porque me mira travieso.
—La mayoría de las veces lo es.
—Quintilla de nueves. —Digo bajando mis cartas.
—¡Mierda! —Exclama enojado mientras lanza las cartas sobre la mesa.
—Así que no me has dejado ganar.
—¿Eh?
—El día que Chase me llevó a jugar cartas, no parecías nada sorprendido con el resultado, creí que me habías dejado ganar.
Tobías estira el brazo y jala la silla en la que estoy sentada hasta él, me toma de las caderas y me sienta sobre su regazo, dejándonos frente a frente.
—¿Dudas de tus habilidades?
Comienza a besarme el cuello y, de pronto, ya no sé de lo que estábamos hablando.
—No. —Articulo tan segura como puedo. —Simplemente sobrestimé las tuyas.
Siento su sonrisa contra mi piel, sabe perfectamente cuáles son mis intenciones, sabe perfectamente por qué lo provoco.
—Sigo sin entender por qué Roxy ha dicho que eras inocente y reservada. —Alza el rostro y me mira. —Describió a una chica completamente diferente a la que tengo sentada sobre mi verga.
Ahogo un grito agudo y le cubro la boca con mi mano, haciéndolo reír.
—Tal vez solía ser un poco más estricta con mis metas antes, pero estoy en mi último año de instituto, el próximo año iré a Princeton, conseguiré un trabajo y haré una vida, si quiero soltarme un poco es ahora o nunca.
—Eso suena muy aburrido.
—Se le dice futuro.
—No. —Niega con la cabeza. —Me rehúso a ser una de esas personas que se casa con la persona incorrecta, tiene hijos para llenar el vacío de su matrimonio y se toma una cerveza todas las noches al llegar del trabajo, preguntándose en qué momento su vida se volvió una puta mierda.
—Ser feliz es posible, Tobías.
Nos miramos unos segundos y se me forma un nudo en el estómago. Es verdaderamente increíble cómo podemos palpar la tensión que hay entre los dos, cómo nuestros cuerpos pueden leerse el uno al otro, entender cuando nuestros deseos necesitan ser saciados.
—¿Te he dicho lo sexy que suena mi nombre en tus labios? —Susurra mientras sus dientes juegan con el lóbulo de mi oreja.
No aguanto más, así que lo tomo de las mejillas y junto sus labios con los míos. El beso es apasionado y rudo, desesperado tal vez. Mis caderas comienzan a moverse por sí solas, haciéndolo soltar un leve gruñido mientras muerde mi labio inferior. Sus manos se colocan en mi trasero y mis piernas se enredan en su cintura cuando se pone de pie.
Segundos después mi espalda cae sobre la suave cama y su cuerpo se pega al mío, pero decido dar una vuelta para quedar sobre él, tomando la iniciativa. Nos seguimos besando mientras mis caderas se mueven de arriba abajo contra su erección, haciéndonos gemir a los dos. Es en estos momentos en donde la calentura me gana y desearía poder hacerlo aquí y ahora, pero cada vez que las cosas se ponen intensas, tanto que crees que ha llegado el momento, Tobías termina las cosas. Nunca ha parecido enojado al respecto, simplemente no nos deja llegar más allá.
Dejo de besarlo y enderezo la espalda, sin romper contacto visual con él. Me mira confundido por unos segundos, con su cabello despeinado sobre las sábanas y los ojos incendiados. El hecho de que los dos estemos en ropa interior me facilita las cosas, así que comienzo a pasear mis dedos lentamente sobre sus calzoncillos negros, acariciando su erección mientras permito que la fina barrera de tela cree una tensión entre nosotros. Noto como su respiración se acelera y cómo sus ojos se cierran con fuerza, lo desea tanto como yo, pero una vez más sus manos se posan sobre las mías y dice:
—Debería llevarte a casa.
Se pone de pie y comienza a vestirse, dejándome con mil preguntas en la cabeza.
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Enamorada Del Diablo
Teen FictionDespués de un año, Alyssa regresa a Seattle para comenzar el año más importante de su vida, ese por el que tanto ha sacrificado, pero algo ha cambiado. Algunos pensarían que es imposible notar cuando una sola persona llega a la ciudad, pero se...