Capítulo 36

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Mujercitas.

Tomo el libro y deslizo mi dedo índice sobre la desgastada portada, sintiendo el cosquilleo de la curiosidad atravesando todo mi cuerpo. Lo abro e inhalo el delicioso aroma a libro viejo, las páginas están amarillentas y tienen algunas manchas, como si les hubiera caído tierra y alguien hubiera intentado quitarla con los dedos con más fuerza de la necesaria.

El libro desaparece de mis manos y tardo unos segundos en captar que Tobías está a mi lado, mirándome desde arriba con la piel húmeda, el cabello despeinado y una toalla enrollada en sus caderas, atrapando a las diminutas gotas que ruedan cuesta abajo por su abdomen.

—¿Es tuyo? —Pregunto recordando que la última vez que lo hice no obtuve respuesta, aún entrelazada con las suaves sábanas de su cama.

—No, lo robé.

Bueno, algo es algo.

Pongo los ojos en blanco ante su falsa respuesta y él aprovecha para regresar el libro a su lugar y colocarse sobre mi cuerpo aún desnudo. Sus labios atrapan a los míos con tanta necesidad que me es imposible reprimir el gemido que sale de mi garganta y se pierde en la suya. Mis dedos se enredan en su húmedo cabello cuando su lengua comienza a jugar con la mía. Es como si nunca hubiera deseado tener sexo porque simplemente no sabía de lo que me estaba perdiendo, pero ahora que lo sé, siento que se convertirá en una deliciosa adicción que me consumirá día y noche, sin embargo no me preocupa, pues sé que Tobías estará más que dispuesto a entregarme lo que necesito. Mis manos se deslizan suavemente por su abdomen hasta llegar a la toalla y me deshago de ella de un jalón, desesperada por tenerlo dentro de mí lo más antes posible. Una de mis manos se cierra alrededor de su pene y me trago el gruñido que Tobías deja escapar, la subo y bajo unas cuantas veces hasta que Tobías toma mi muñeca para detener los movimientos y pega su frente con la mía.

—¿Qué pasa?

—Shh. — Susurra aún con los ojos cerrados. —Está tomando hasta la última gota de mi fuerza de voluntad para detener esto.

—Y, ¿por qué tendríamos que detenerlo? —Pregunto con una ceja alzada.

Respira hondo y deja salir el aire lentamente, luego abre los ojos y, por el brillo en ellos, sé que sus palabras son honestas.

—Tenemos planes hoy. 

Me da un beso en la frente y comienza a levantarse de la cama.

—¿Planes?, ¿a dónde vamos?, ¿qué se supone que haga con esto? —Pregunto señalando con frustración a la parte que está en medio de mis piernas que, literalmente, llora la ausencia de Tobías.

Sin subirse a la cama, agacha la cabeza y pasa lentamente su cálida lengua sobre mi apertura y todo mi cuerpo tiembla.

—¿Mejor? —Pregunta con una sonrisa.

—No. Lo has empeorado. —Gruño mientras me pongo de pie.

—¿Es esto necesario? —Pregunto confundida.

—Muy necesario. —Dice mientras coloca la venda sobre mis ojos y lo pierdo de vista.

—Pero me gusta ver el camino. —Saco mi labio inferior.

Escucho una pequeña risa por su parte y luego lo siento tomar mi mano. Puedo escuchar cómo se sube a su motocicleta y luego me toma de las caderas y no puedo evitar pegar un pequeño grito cuando me alza como si estuviera cargando a una pluma. Mi trasero cae sobre el asiento y puedo sentir su espalda contra mi pecho cuando se da la vuelta, mis manos se deslizan dentro de su chaqueta y las puntas de mis uñas acarician suavemente su abdomen, puedo sentir debajo de mis dedos cómo los poros de su piel comienzan a saltarse ante mi contacto.

Enamorada Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora