Capítulo 33

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Camino y camino y camino, hasta que por fin me planto frente al grandulón que, por alguna razón, sigue usando lentes de sol a estas altas horas de la noche.

—No. —Dice con tan sólo verme.

—¿En serio tenemos que repetir esto? —Pregunto cruzando mis brazos sobre mi pecho.

El gorila no dice nada, así que pongo los ojos en blanco y le entrego unos billetes. La puerta al infierno se abre. Debería decirle a Tobías que su guardia de seguridad es muy fácil de comprar, pero eso me beneficia, así que decido no hacerlo. Entro al lugar que está todavía más lleno que la primera y última vez que estuve aquí. Gente en el bar, gente besándose en los rincones, chicas que solamente van en shorts y tacones (literalmente), y la mayoría de la gente está rodeando el ring. Hay dos chicos sobre él, destruyéndose el uno al otro, que en mi vida he visto, así que paseo mi mirada por todos los rostros, pero estoy segura de que, si Tobías estuviera aquí, encontraría su perfecto rostro entre la multitud en menos de un minuto, porque sí, así de patética soy.

Una chica pasa junto a mí y golpea su hombro con el mío. Tobías me ha advertido sobre esta gente más de una vez, así que estoy lista para demostrar que no soy una presa fácil, pero en cuanto veo la expresión de la chica, mi cuerpo se relaja.

—¡Lo siento! —Exclama. —Hay tanta gente aquí que es difícil caminar sin atropellar a nadie.

—No te preocupes, lo entiendo. —Le sonrío. Me regala una sonrisa y se da la vuelta, pero la tomo del brazo y hago que me mire. —Disculpa, ¿de casualidad has visto a Tobías por aquí? —Pregunto, rogándole al universo que todos aquí sepan quien es Tobías.

—Lo siento, no sé de quién hablas. —Hace una mueca, así que asiento con la cabeza y la dejo ir.

Pero en eso recuerdo que Tobías me dijo que no era muy inteligente usar tu nombre en este tipo de lugares, ¿cómo lo llamaban? Mierda, lo único que recuerdo es que era un apodo muy estúpido.

Paseo mi mirada por las paredes llenas de fotografías de peleas y de grafiti, y entonces veo a una figura pintada de rojo, es un rostro aterrador, con colmillos que tienen gotas de sangre cayendo de ellos y unos... Cuernos. Unos cuernos. El diablo.

Voy a la barra y la chica que sirve las bebidas me mira de arriba a abajo, así que yo hago lo mismo. No veo nada mal mi atuendo, llevo unos simples jeans con unos tenis blancos y una blusa del mismo color que se pega a mi figura. Vamos, que ya sé que soy la más vestida aquí, pero no vine para quedarme, no vine para mezclarme entre la multitud y tenía mucha prisa por salir de casa, fue lo mejor que pude hacer.

—Disculpa. —Hago que sus ojos regresen a los míos. —¿Sabes dónde podría estar El Diablo?, ¿está aquí?

Si no estuviera desesperada por sentirme segura entre sus brazos y fuera de esta gente, no hubiera aguantado la risa con tal apodo.

—Lo siento, ahorita no puede ver a las fans. Pídele a otro que te autografíe las tetas —Me regala una sonrisa falsa y se dirige hacia un chico que sí quiere pedir algo de beber.

¿Fans?, ¿tetas?, pero ¿cuál es su maldito problema?

—Yo sé en dónde está. —Escucho una voz a mi lado.

Me doy la vuelta y veo a un chico que justo acaba de recibir su bebida. Es guapo. Su cabello está pintado de color blanco, pero le queda bien, tiene los ojos más azules que he visto, lleva unos jeans oscuros y unas botas motociclistas negras, tiene una chaqueta negra de cuero abierta, pero no tiene nada debajo, dejando ver su estómago, el cual no está ni marcado ni flojo, pero sí tiene cada centímetro de la piel cubierto por tinta de diferentes colores, aunque la mayoría es negra. Tiene una lágrima tatuada en el rabillo de cada ojo y ya he tenido varias pláticas con Jay respecto a los tatuajes gracias a que mi regalo de cumpleaños despertó una nueva adicción. Platicamos sobre diferentes estilos, uno de ellos eran las lágrimas debajo de los ojos, me dijo que las lágrimas podían tener diferentes significados, puede que el portador de ésta haya estado en prisión, haya asesinado a alguien, haya perdido a alguien muy cercano o, simplemente, sea una promesa de venganza, como asesinar a alguien por haberle causado dolor. Sin embargo, sea cual sea el significado, ninguno es bueno. 

Enamorada Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora