Capítulo 31

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Me tomó dos meses para aprender a leer. Me tomó cinco semanas para aprender a montar bicicleta sin ruedas de apoyo. Me tomó terminar un libro para comenzar mi adicción con la lectura. Me tomó una sola plática a los cinco años para saber que Roxy y yo siempre estaríamos juntas. Me tomó ver a una Roxy con los ojos secos en el funeral de su padre para predecir que Roxy no volvería a derramar ni una sola lágrima (hasta ahora, acerté). Me tomó una sola clase para convertirme en la más sobresaliente. Como podrán ver, soy bastante rápida, nunca con mucho tiempo para desperdiciar, siempre sabiendo lo que quiero y como conseguirlo, aunque ésta vez no es algo que quería, no es algo que planeé cómo conseguir, es algo que sé que me llevará a la ruina, pues me tomó dos meses y medio después de que nos reencontramos para estar enamorada de Tobías Thunder.

¿Cómo sucedió? No lo sé. ¿Por qué el universo me odia tanto? No tengo idea. ¿Puedo imaginar que esto pondrá mi vida patas arriba? Sí. ¿Puedo hacer algo al respecto? Tal vez. ¿Quiero hacerlo? No. ¿Por qué? Porque resulta que las partes que me han enamorado de él, son cosas que me niego a perder. Su sonrisa, su cabello, sus ojos, sus manos, sus labios, su forma de ser tan cerrado en algunas cosas, pero tan abierto en otras, como si fuera incapaz de tener un punto medio, sus carcajadas cuando soy contestona y comienza a hacerme cosquillas solamente para terminar gimiendo, su toque tan salvaje y suave que aún no puedo explicar. He decidido que voy a hacerlo. He decidido que a mis diecisiete años tengo todo el derecho del mundo de enamorarme, ¿la única regla? Evitar a toda costa que Tobías se entere. Los hombres son tan despistados que puedes abrir sus manos y asentar tu corazón en ellas y nunca se darán cuenta, sin embargo, una vez que dejas que bajen la mirada y se percatan de que lo dejaste entre sus manos, sacarán las garras y tomarán todo ese poder que tienen sobre ti y te harán trizas. No, gracias. Prefiero que...

—¿Me has oído? 

—¿Mhh? —Pregunto saliendo de mi trance, meneando la cabeza y desviando mi mirada a la suya.

—¿A dónde te vas últimamente? —Pregunta mi padre mirándome sospechoso.

—¿A qué te refieres?

—Últimamente tienes la cabeza en otro lado. Te pierdes en ella cada veinte minutos. ¿Hay algo que te preocupe?

¿Será verdad?, ¿he estado con la mente tan nublada que hasta mi padre se ha dado cuenta?

—No es nada, pa. ¿Qué me decías? —Digo dándole un mordisco a mi hamburguesa.

—Que hoy tenemos una cena importante de negocios.

—¿Quiénes? —Pregunto confusa.

—Pues tú y yo, Aly. —Dice como si llevara media hora explicando el tema y yo no hubiera escuchado nada. Tal vez así fue.

—¿Yo? —Digo bebiendo un poco de leche de chocolate, porque sí, la puedo combinar con todo. Mi padre asiente. —Nunca me has involucrado en tus negociosos. 

—Pues en este sí. El hombre con el que me interesa, y mucho, hacer negociosos irá a la casa a cenar con su esposa y con su hijo. Si esto sale bien, podría cambiar muchas cosas, princesa, tendríamos una mejor vida.

—¿Mejor vida? —Pregunto extrañada, casi ofendida, mientras miro por la ventana del restaurante y observo al convertible de mi padre estacionado en donde lo dejó el valet. —Pa, tenemos una muy buena vida, solamente lo que tengo ahorrado de mis mesadas de cada domingo es más de lo que alguien necesitaría para mantenerse a sí mismo. ¿Necesitamos más?

—No. —Niega con la cabeza. —No lo necesitamos, Aly, pero lo quiero todo para ti.

—Ya lo tengo todo. 

Enamorada Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora