IV. El primer intento (parte 2)

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Mañana del 17 de agosto (horas previas al encuentro)

POV Pedri

El desayuno ya estaba preparado en la mesa y la nota que había dejado Teresa de parte de la vecina, seguía en su lugar. Me sorprendió que viniese a propósito a casa. Mi móvil no deja de sonar, pero no me apetece contestar a nadie hoy. ¿Qué podría regalarle a Valentina? ¿Una camiseta del Barça? Demasiado evidente. ¿Sabrá quién soy? No pareció reconocerme el otro día. ¿Le gustará el fútbol? Descartado. Chiquitito piensa. Intenté recordar que hacía para matar el aburrimiento los días que estaba solo...

Lo tengo. Esto le debe gustar seguro. Las estrellas. Las noches que miraba las estrellas me hacían sentirme otra vez en mi isla querida. Quizá a ella también la ayude. Decidido. Fui a buscar los nuevos prismáticos que apenas había utilizado y le escribí las dos notas. En cuanto lo tuve preparado, le escribí a Teresa para que se lo hiciesen llegar a su casa mientras yo no estuviese aquí. Salí al jardín y miré en dirección a su casa. Se me escapó una risa tonta. En realidad, esos prismáticos también podría utilizarlos para ver mejor este jardín. Reconozco que unas cuantas ideas pervertidas pasaron por mi mente. ¿Qué tenía que perder? Quizá tuviera suerte y ella no me conociese. Le vino a la mente sus últimos intentos con otras chicas. De locos. No había encontrado una chica con la que pudiese mantener una conversación normal sin que no mencionasen su fama o su dinero. Lo de los prismáticos era buena idea, pero ¿cómo establecer contacto con ella? Entonces pensé que las notas no era un método seguro. No podía pedirle su móvil así como así y ¿qué me quedaba? ¿Señales de humo? Volví a reír. Ni de coña. Echando un vistazo por el jardín se me ocurrió, eso es, señales de luz. Fer tiene una linterna en su habitación. Si alguna vez quiere hablar conmigo, solo tiene que hacer señales desde su casa. Me apresuré a buscarla y meterla en la caja.

Me arreglé y salí hacía la ciudad. En ese momento me di cuenta que no le había dicho nada sobre las señales con la linterna. Ya la cagaste.

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Estábamos Fer y yo en la cocina cuando llamaron al timbre.

-¿Esperas a alguien, hermanito?

-Para nada.

-Voy a ver quién es sin activarlo. Vaya. Es una chica.

-¿Una chica? ¿La vecina?

-No sé, bro. Acércate a verla.

Efectivamente, era ella. Llevaba la caja con ella. Antes de que pudiese apretar el botón para activar la voz del portero, vimos como se daba la vuelta.

-Corre, Fer dile que vuelva y entre.

Mi hermano fue corriendo a la puerta, salió y le gritó:

-¡Perdona! ¿Has tocado al timbre?

Silencio. Tras tres segundos, Valentina volvió sobre sus propios pasos y llegó hasta Fer.

-Pensaba que no había nadie -disimuló Valentina.

-Lo siento por hacerte esperar, yo soy Fer, pasa. Encantado. Imagino que querrás ver a mi hermano.

-Valentina, encantada. ¿Es él quién ha enviado los detalles?

-Así es. Cuando entres sigue recto y lo encontrarás en la cocina.

Valentina caminaba por la casa y a su vez observaba todo con detalle. Qué buen gusto en cuanto a decoración. Luego pensó que probablemente les habría aconsejado alguien.

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora