VIII. La tormenta (parte 2)

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19 de agosto

Faltaba poco para que estuviese la cena, cuando de repente ocurrió. Me había pasado todo el día leyendo y paseando por la ventana para ver si el vecino aparecía. No fue así. Decidí ducharme para despejar la mente. Al volver a la habitación, mi móvil no dejaba de sonar. Una llamada de Chiara, varios mensajes de Marco y 10 correos electrónicos. ¿Qué estaba pasando? Normalmente, no recibía nada en el correo electrónico. Decidí abrir primero los mails. Desde una dirección desconocida alguien se había dedicado a mandarme fotos de Marco con otras chicas en diferentes fiestas. Abrí las primeras fotos y parecía feliz, divirtiéndose. El segundo fue más doloroso, aparecían fotos en el Lago di Garda con otra chica. Sé que es uno de sus sitios favoritos. Pero el tercero fue el detonante. Las fotos de una fiesta en su casa, Marco con Benedetta encima. En diferentes posiciones. No pude acabar de verlas. Simplemente me puse a llorar. No quise mirar el resto. ¿Por qué esto ahora? Me sentí culpable cuando cortamos la relación, porque llegué a pensar que era la culpable por no haber dado lo suficiente. Mi madre me ayudó a entender todo. Fui al sofá que mi madre tiene en su despacho y en la oscuridad seguí llorando. No me apetecía escuchar a nadie diciéndome lo que mi cabeza sabía ya. Es libre de hacer lo que quiera, pero ¿Es justo que lo tenga que ver yo? Una de las consecuencias de nuestra ruptura fue la desaparición de todas mis redes sociales. Este mes y medio había aprendido a vivir sin ellas, de vez en cuando accedía a Instagram para ver fotos de alguna famosa, pero me sentía desconectada del mundo y así era feliz. Antes de tomar una decisión, hablé con mi madre.

Ella era mi mejor confidente y había vivido muy de cerca todo lo que ocurría. La llamé desde la escalera y subió corriendo. Me consoló durante un buen rato sin necesidad de hablar y luego le expliqué todo. Fue muy directa conmigo:

-No hables con Marco. Quien sea que ha enviado esas fotos busca hacerte daño, Valentina. Hija, es normal que te duela, pero vas a seguir adelante. Cena alguna cosa y llama a Chiara, desahógate con ella y quizá pueda darte más información sobre lo que ha pasado. Bajé a cenar aunque no tenía apetito. Comí por inercia y subí a mi habitación. Me asomé durante un buen rato a la ventana, ya era de noche, seguía lloviendo. Mi mente no podía dejar de pensar en las fotos. Y en la casa del vecino no había movimiento.

Le escribí a Chiara y le pedí que si podíamos hablar. En un instante ya me estaba llamando.

-Chiara, ¿sabías algo de esto?

-Bellisima Val, ¿qué ha pasado?

-Me han enviado fotos de Marco con Benedetta y otras chicas.

Cazzo di stronzo! Lo siento mucho, Val. Está descontrolado. Te he llamado antes porque nos hemos encontrado con él. Había ido a la Galleria con Anna y estaba allí con Luca. Más que saludarme me ha apartado de Anna y ha empezado a preguntarme por ti. No he querido responderle nada, porque sé que no lo merece.

-Siento que te haya pasado eso, Chi. ¿Qué necesidad de hacer estas cosas? Me duele muchísimo, ojalá estuvieses aquí.

-No me digas eso, Val. Ojalá me pudiese teletransportar ahora.

-¿Y Benedetta? Sabía que iría a por él en cuanto pisase un pie en España.

-Benedetta ha aprovechado la oportunidad, Marco parece que no sabe verlo.

-¿Crees que debería hablar con él?

-No lo hagas. Se arrepiente de su decisión, pero no tiene en cuenta como te has sentido durante todo este tiempo, Val. Ya sabes, Paganini non ripete.

Reí ante la frase hecha. No se merecía que yo volviese.

-Grazie mille per tutto, Chi.

-Prego, bella Val.

-Por cierto, ¿Y cómo ha acabado la cita con Anna?

-Es complicado. Ya sabes que ella es tímida y que a mí no me gusta perder el tiempo.

Reí de nuevo. Chiara estaba pilladísima por Anna aunque intentase disimularlo. Es la primera chica que le había llamado la atención en mucho tiempo, pero le fastidiaba que no tuviese el carácter tan extrovertido.

-No te gusta perder el tiempo...

-Val, no empieces.

-Venga, Chi. Algún día tendrás que animarte a decirle lo que sientes y demostrarle que detrás de esa apariencia hay una persona sensible y delicada.

-¿Y el vicino?

-Oddio, Chi. Es guapísimo y creo que hay conexión entre nosotros.

-¿Y a qué esperas para dejarlo entrar, Val?

Reí otra vez. Era demasiado tarde como para plantearme esa pregunta.

-Te seguiré actualizando. Ciao bellissima

-Ciao carissima.

Al colgar, vi que Marco había seguido enviando mensajes hasta que uno me impactó.

Si no hablas conmigo, te juro que viajaré a España y te encontraré. Necesito hablar contigo, Valentina.

A que mala hora, cedí a su chantaje. Me acerqué a la ventana y apreté al botón de llamada...

La clave (Pedri González) [Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora